Inmediatamente después de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América se conoció que habría una reunión de funcionarios mexicanos, concretamente el Secretario de Relaciones Exteriores y el de Economía con integrantes del equipo de Trump, para establecerlas bases de posibles pláticas para tratar de solucionar los problemas planteados por aquél en relación al Tratado de Libre Comercio, inmigración y por supuesto con el muro fronterizo, recurrentemente señalados por el ahora presidente norteamericano durante su campaña. La reunión quedó fijada para el miércoles de la semana pasada. También se supo que en tal reunión se establecerían bases para una plática entre los presidentes mexicanos y estadounidense, señalada para el día 31 de este mes. Pues bien, cuando los Secretarios mencionados estaban comenzando la reunión, los medios de comunicación transmitían un acto en donde Trump firmaba “órdenes ejecutivas” para que se iniciara la construcción del muro fronterizo y se dieran los pasos para que se obtuvieran los fondos necesarios, además de que también se ordenaba fortalecer a la patrulla fronteriza y proceder a la detención de los inmigrantes ilegales. Ahí en entrevista con los medios el mandatario norteamericano hizo énfasis en que México pagaría el costo del muro e incluso un funcionario de su gabinete dijo que esto podría hacerse con la fijación de aranceles a los productos mexicanos que se importaran por Estados Unidos. Conocido esto en México, el mismo día en la noche el presidente Peña Nieto expresó que México no pagaría ese muro, pero manifestó la voluntad de continuar con las negociaciones y que consultaría al Senado sobre la actitud a seguir.
Ante lo dicho por el gobernante mexicano el referido Donald Trump twiteó, que si México no quería pagar el muro quizá lo conveniente sería suspender la reunión entre los presidentes. El presidente mexicano rápidamente respondió en la misma mañana, que había comunicado a la presidencia del país del Norte que no asistiría a la reunión programada.
Así las cosas, fácilmente puede verse que nuestro Presidente estuvo a punto de quedar en ridículo, pues si el de Estados Unidos no hubiera indicado como una posibilidad, sino como un hecho, la suspensión de la reunión de los presidentes, no hubiera dado oportunidad a que el nuestro expresara inmediatamente después, categóricamente, su no asistencia. Se salvó, pues, como se diría en forma popular, en una tablita. Lo anterior indica que a nuestro primer mandatario, como es usual llamarlo, le ha faltado oportunidad en sus decisiones en relación al tema. El norteamericano, quizá por su carácter arrebatado, le ha ganado ya la mano antes y a punto estuvo de hacerlo ahora, pues mientras Peña Nieto pensaba en consultar, el otro ya tenía la decisión de no realizar la reunión, aunque no lo dijo de una manera contundente. Parece, pues, que a éste último le falta decisión para obrar rápidamente, se dice que por un exceso de prudencia, pero también se afirma porque en realidad no hay todavía un plan definido de cómo obrar en los diversos escenarios que la personalidad compleja y cambiante del presidente norteamericano presenta, ni tampoco precisa el camino a seguir en la crisis provocada por el nacionalismo un tanto trasnochado de éste, ya que no basta mencionar la intención de dialogar si no se concretan las bases para esto ni cómo actuaría si el resultado no fuere benéfico para México. Los analistas coinciden en que existe, vamos a llamarle así, un exceso de prudencia. Esto contrasta con lo que hace Míster Trump que en forma arrebatada y ciertamente a veces majadera, no compatible con los protocolos diplomáticos, dice cosas que lesionan la dignidad de México, valiéndose sobre todo de amenazas y de conductas prepotentes para presionar a México y que pague el famoso muro. Así ante la negativa se fijarían tarifas a la importación de bienes provenientes de México por 30% de su valor.
Aquí se ve claramente que esa medida fiscal aduanera no es para beneficio de los consumidores y productores norteamericanos, sino que es arbitraria y con la finalidad de presionar, lo que jurídicamente podría calificarse como un hecho ilícito a la luz del derecho internacional, no obstante que las normas comerciales permiten la imposición de tarifas, pero por razones distintas.
Parece que se está gestando una unión entre las fuerzas políticas, económicas y ciudadanas para responder a la agresión. Ojalá Peña Nieto sepa encabezarla mostrando mayor decisión y audacia si se requiere, para responder a las amenazas de Donald Trump precisando lo que se hará en lo nacional e internacional. En éste hay países que no quieren ayudar a México, cuando menos, no ahora. Ahí la diplomacia mexicana tiene que preparar el terreno mostrando fuerza y razón para convencer que Trump es un peligro para la democracia y la estabilidad comercial en el mundo.