Dicen algunos que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces o más con la misma piedra. Esto sucede ahora, me parece, pues la celebración de la conferencia telefónica realizada el día 27 del mes pasado entre los dos presidentes dio lugar a la versión de que en ella Trump había humillado al presidente Peña Nieto e incluso amenazado con enviar tropas estadounidenses a México. Esa versión periodística surgió días después de esa conferencia y contradijo  la  dada  por la presidencia de la República, en el sentido de que todo había transcurrido en buenos términos y que había bases suficientes para proceder a pláticas posteriores en relación a los temas que están enfrentando los dos países en este momento. La noticia de que lo platicado  no había sido precisamente bueno para México, fue dada por una corresponsal de nombre Dolia Estévez y comunicada a los medios mexicanos a través de una agencia de noticias. Peña Nieto y los voceros de la presidencia mexicana desmintieron tal noticia e insistieron en que no era cierto su contenido. Poco después la periodista contestó reafirmando su versión y también otra agencia de noticias dio a conocer un trozo de la transcripción de esa conferencia, que había obtenido de alguien del gobierno de los Estados Unidos o de la Casa Blanca. En ella se precisaba que la mencionada conferencia telefónica había sido ríspida y que la actitud de Trump había sido, como hasta ahora, prepotente y falto de comedimiento y en efecto, éste había ofrecido al gobierno mexicano ayuda para combatir a los narcotraficantes, señalando que el ejército mexicano no había podido hacerlo.

Algunos de nuestros periódicos, proclives al sensacionalismo, interpretaron el ofrecimiento hecho como una amenaza y así lo publicaron. Dieron también la versión de una humillación a nuestro presidente. Al día siguiente de la publicación de la primera versión, se precisó que en realidad no había habido tal amenaza de enviar fuerzas estadounidenses para someter a los narcotraficantes, a los que Trump calificó como “bad men”, y mucho menos que se insinuara una invasión armada. Cuando la prensa extranjera dio a conocer a medias la fuente de la versión original, el propio secretario de Relaciones Exteriores Luis Videgaray tuvo que admitir que tal versión se acercaba más a la realidad de las cosas y suavizó lo que había sucedido, sin decir con claridad qué era lo que en efecto había pasado. Es decir imitó  la actitud de Peña Nieto de no mencionar las cosas con precisión. Las reacciones políticas fueron importantes y todavía a estas alturas se siguen manifestando propuestas para que las conversaciones con el presidente de los Estados Unidos sean dadas a conocer íntegramente a los otros poderes e incluso algunos más piden que la publicidad sea prácticamente total.

Desde luego que lo primero que se publicó no tenía realmente base en cuanto a una amenaza,  decirlo así fue sólo  la interpretación de algunos acelerados, pues no se acercaba a la realidad según lo publicado finalmente. La intempestiva y poco amable sugerencia de Trump no puede calificarse como amenaza, pero sí conlleva indudablemente un comentario despectivo como otros que se dice se hicieron en esa plática telefónica.

Lo que hay que destacar también, es que Peña Nieto y su equipo no acaban de entender la manera de comportarse del señor Donald Trump y dejan que éste les saque, como coloquialmente se dice, un pie adelante, cada vez que quieren hacer o hacen contacto con éste o con sus colaboradores. Recordemos la entrevista realizada en México cuando este último era apenas candidato, el resultado fue presentado por los estadounidenses muy a su conveniencia y dejó mal parado al mandatario mexicano, lo que le ocasionó serio desprestigio. Después cuando se programó la conferencia entre el presidente norteamericano y el mexicano para el día 31 del pasado mes de enero, la cancelación de la misma fue también manejada como Trump quiso y lo publicó así en las redes sociales de su país. Ahora sucede lo mismo, pues el que resultó “humillado” fue el presidente mexicano, según la versión filtrada en Estados Unidos, y con ello le ganó la mano al equipo presidencial mexicano encabezado por el secretario de Relaciones Exteriores.

Peña Nieto y su equipo están resultando un tanto inocentes y se han tropezado varias veces con la misma piedra. Es tiempo ya de que reaccionen, sean más duros y tomen precauciones para que no los “chamaqueen”. Tiempo es también de que los comunicadores no exageren ni propalen cosas, que si bien no son falsas, son incompletas prestándose a interpretaciones incorrectas. La libertad de expresión tiene también la obligación de presentar la verdad en los hechos.

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