Eran las seis de la tarde cuando mamá llamó a la puerta de mi tía (su hermana), en cuanto esta me ve pellizca mis mejillas empalagosamente y nos invita a pasar; su casa: obscura y silenciosa como de costumbre: ¡aburrida!

-Mamá, yo no quería venir

-Guarda silencio y más vale que te quedes quieta y no hagas ruido

-Pero mamá…

-Callada, dije.

Por el pasillo se escuchan pisadas aceleradas retumbando en la madera, es el tío Jesús. Mamá se levanta entusiasmada de verle, lo recibe afectuosamente, él me mira y yo le volteo la cara.

-Alejandra, da un beso a tu tío

Yo finjo no escucharla y solo muevo la mano apáticamente

-¡Alejandra, es la última vez que tolero tus groserías, levántate y dale un beso a tu tío!

El tío Jesús es un tipo muy raro, en las fiestas prefiere jugar con los niños que platicar con los adultos, se inventa historias extrañas y tiene una mirada que me asusta. Similar a los villanos de las caricaturas, pero una sonrisa retorcida y chimuela. A mis primos les parece divertido, a mí me asusta.

Me levanto del sillón, mamá aprueba ese acto, camino hacia él, quien ya se encuentra con los brazos abiertos, se pone en cuclillas para recibirme y yo, con asco y todo: permito que me abrace, mi madre deja de verme y sigue charlando con mi tía. El villano me sigue abrazando, intento zafarme y me dice que lo acompañe a ver caricaturas, le he dicho que no. Entonces él pregunta a mi madre si puede llevarme al centro de televisión, ella por supuesto accede. Yo le digo que no quiero y de nuevo me pide que no sea grosera con mi tío.

Acostumbrada a este tipo de situaciones termino cediendo a dicha petición. Él me lleva cargada, yo tengo apenas 6 años. Al llegar a la habitación mi tío me pide que le haga ciertas cosas que nadie me había pedido. Una hora después él decide que ya es tiempo de devolverme con mi madre. Me echa de la habitación y con voz firme y amenazante me dice que si le cuento a alguien estaré en serios problemas.

El camino del centro de televisión a la sala ahora parece interminable, me siento muy triste y enojada. Mamá me ve entrar y pide que me despida de mi tía.

-Despídete

-Adiós (le digo de manera seca y con el ceño fruncido)

-Da un beso

-No quiero (me escondo tras las piernas de mi madre)

-Estoy cansada de tus actitudes (me carga y me acerca a mi tía, termino dándole un beso)

-Mira, ahí viene tu Tío. Tío Jesús me dio gusto verlo, espero esta niña se haya portado bien.

-¡Alejandra, despídete de tu tío!

-Adiós (agacho la mirada y me aferro a mamá)

(Nuevamente me reprende y acerca mi boca a su mejilla) Él sonríe y me pide que me porte bien.

Trayecto de ahí a mi casa me encuentro callada. He querido decirle lo sucedido, pero ella no para de enfadarse conmigo por ser tan malcriada. “Me has dejado en vergüenza frente a tus tíos”. Y yo, prefiero no decir nada.

…Tiempo después entendí que aquello había sido una violación. Mamá nunca supo por qué no quise volver a esa casa, pero esa manía suya de pretender demostrar mi educación: besando a cuanta persona nos encontrábamos.

Se trata de comprender que los niños tienen sus motivos para no querer hacerlo y obligarlos es la forma más directa de decirles: ¡Permite que hagan lo que quieran, aunque no estés de acuerdo!, tenemos que enseñarles a decir: no quiero. Y no sentirse mal por ello.

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