La amenaza de incremento de deportaciones de inmigrantes ilegales de los Estados Unidos a México hizo que se comenzaran a poner en práctica las medidas supuestamente pertinentes para disminuir el impacto que el regreso de nuestros compatriotas tendrá en la situación personal de ellos, de los lugares a donde retornen y por supuesto, cómo esto afectará a sus familias y en términos generales a la economía del país. Medidas que, al decir de los especialistas, debieron haberse instrumentado desde hace varios meses, cuando ya el triunfo del ahora Presidente de los Estados Unidos estaba gestándose.

Así, pues, el gobierno mexicano en coordinación con los gobiernos de los estados fronterizos con los Estados Unidos ha señalado que se están llevando a cabo medidas de control para la recepción de los deportados y para darles orientación, apoyo económico para regresar a sus lugares de origen y que tanto en la frontera como en las zonas de origen se les apoyará para que puedan obtener empleos o auto emplearse y de esta manera puedan subsistir. Sin embargo, como esya lo habitual, lo que se da a conocer se refiere tan sólo a aspectos generales y no concreciones que en cada uno de los casos pudieran establecerse según el tipo de deportado y sus condiciones específicas, como también en los lugares a donde va a radicar.

Pero la que sí fue ampliamente publicitada fue la recepción personal que el Presidente de la República Licenciado Enrique Peña Nieto dio a un grupo de nuestros paisanos que fueron deportados por las policías migratorias de Estados Unidos y que pueden estimarse como uno de los que sufrieron el inicio del endurecimiento de las detenciones a los ilegales. Pues bien, a  la llegada  de algunos que fueron trasladados desde el vecino del Norte al aeropuerto internacional de la Ciudad de México, nuestro Presidente se hizo presente para saludarlos a su arribo y, por supuesto,  darles ánimo y asegurarles que no están solos, que el gobierno los apoyará para que se desarrollen en su nueva vida. A mí como que no acaba de gustarme esa actitud, la verdad parece falta de sinceridad y es una de tantas poses que los políticos hacen para atraerse simpatías, que en el caso bien que le hace falta a nuestro primer mandatario, y aprovechan cualquier situación que pueda proporcionárselas, en el caso, sin tener que tomar una actitud de compromiso y de firmeza de defensa de los intereses mexicanos ante la agresión injusta e inmoral del señor Donald Trump y de quienes lo apoyan.

Las noticias que llegan de la frontera Norte, por una parte hablan de que los mecanismos implementados para recibir a los últimamente deportados están funcionando y que a los migrantes que regresan se les ha dado eficaz apoyo en los aspectos señalados líneas arriba. Sin embargo también se afirma, por otros, que aquéllos son sumamente limitados e insuficientes para constituir una ayuda verdaderamente eficaz, lo que implica que en las fronteras se está gestando una situación que puede ser socialmente muy grave si no se atiende de manera completa. Así, los deportados que no han alcanzado ayuda monetaria suficiente para trasladarse a sus lugares de origen, se están convirtiendo en una carga económica, y también un peligro para la seguridad pública, pues por su precaria condición pueden ser incorporados o víctimas del crimen organizado. Otros más, no pocos, han permanecido en la frontera con la intención de volver a cruzar la línea divisoria e internarse nuevamente en los Estados Unidos, sin importar lo que pueda sucederles.

Es triste, pues, que quienes sufrieron penalidades para llegar a los Estados Unidos y estando allí continuaron siendo víctimas de persecución por las autoridades migratorias, para que después de  poco tiempo, pero también transcurrido un largo tiempo hayan sido regresados a México, algunos de ellos sin posibilidad de defensa y dejando en muchos casos a familiares cercanos; y ya aquí en México tener una situación nuevamente de inseguridad y de escaso apoyo por las autoridades. Además, acompañados de la frustración de no poder alcanzar sus metas, pero sobre todo de la tristeza de dejar hijos, hermanos, padres o amigos en aquellos lares de donde fueron arrancados, en los que pensaron realizar el sueño americano.

La tarea para el gobierno mexicano es muy grave y debe afrontarla con decisión, pero también con sinceridad y abiertamente, para que de esa manera pueda obtener los auxilios que los particulares puedan dar y que en el caso considero que serían bastantes. Ojalá no se cumpla lo que dice el refrán popular: “pobre del pobre que al cielo no va apaleado aquí y apaleado allá”.

 

[email protected]

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *