Iba a titular el texto de la siguiente manera: Obrigado. Una palabra portuguesa, que significa, Gracias. Modifique el título, debido a que no me vibraba del todo ese nombre, me causaba cierta molestia, debido a que el nombre del título es un punto de partida importante para significar y pensar la intención de un escrito, opte por lo que me persigue, los granujas, o un conjunto o racimo de ellos. El granuja es el grano que sale del fruto, se escapa, sale de ahí, para buscarse, absorber otros frutos, néctares, sabores; por supuesto que también tiene una connotación de bribón, canalla, golfante o malandrín astuto y taimado, pero no voy por esa vía, imagino y pienso al granuja como ese personaje poético, salvaje y tierno que se busca constantemente, se puede reír de la tragedia y de la dicha, de los fracasos individuales y colectivos, y de una que otra victoria, goza asumiendo los riesgos, se suelta al arbitrio del azar de estar respirando un terreno común, ordinario y hasta cierto punto poético. La cofradía granuja es esa unión o reunión de individuos que se reconocen en la diferencia, en la búsqueda de uno mismo y del otro.
Pasé una temporada intensa en Guanajuato, estuve en esa misteriosa y mineral tierra unos cuantos meses, lo disfruté, me volví a dar cuenta de cómo se van acomodando las situaciones y circunstancias. Tuve la oportunidad de visitar a viejos amigos, y encontrarme por esas laberínticas calles a compañeros con los cuales compartí aulas universitarias o fiestas en común. Para unos compañeros la existencia se ha volcado en el trabajo cotidiano y el cuidado de sus crías, otro puñado de individuos que ubico desde hace algunos lustros se han empeñado en hacer una carrera de docentes universitarios, o siguen en las fauces del sistema universitario recibiendo clases e impartiendo sus saberes en primarias, secundarias o preparatorias. Guanajuato es una ciudad hipnótica, es una fiesta interminable, de lunes a domingo la noche abre sus puertas a esas infinitas dimensiones etílicas, cigarro y bares, cantinas y pachangas caseras.
En esta ocasión, mis refugios fueron dos lugares en Guanajuato, el inigualable Lechón Ilustrado y el Foro Inundación. Dos sitios en donde se puede ejercer la libertad de expresión, la colectividad, la fraternidad, el compañerismo, la creatividad, la búsqueda de proyectos individuales y colectivos, el placer de estar y dialogar. Dos lugares a los cuales le estoy agradecido por mostrar su solidaridad, comprensión y cariño.
Es importante que sigan existiendo lugares que resistan el embate de la normalidad, del tedio y del pleno interés económico y mezquino. Considero de suma importancia apoyar los sitios como el Lechón Ilustrado y el Foro Inundación que funcionan como faros de apoyo para quienes tengan ideas, talleres, sonidos, literatura, productos artesanales, fotografías, dibujos, pinturas o locuras por compartir. Esos dos sitios están en Guanajuato y marcan una diferencia en la comunidad guanajuatense, marcan una ruta vieja y ancestral, que son el cooperativismo, la solidaridad, la fraternidad y el reconocimiento de la creatividad y la imaginación del otro.
Ayer, y hoy en la mañana, que recorrí en automóvil, con un par de amigos, miles de kilómetros por la carretera libre y sumamente descuidada de este país saqueado y lacerado, y por fin, arribar a esta seca ciudad fronteriza del norte de la república mexicana y estar aquí, escribiendo. Pienso en la cofradía de los granujas que he tenido la dicha de encontrarme en cada viaje emprendido, por ahora, recuerdo a los de Guanajuato, a los del Lechón ilustrado y el Foro Inundación, deseándoles larga existencia, recordándoles, que de un momento a otro regresare, para seguir cantando, mostrando los avances de la Ufología y del cacao, riendo y gozando de la amistad, de la sencillez del estar y ser. Obrigado, queridos granujas.
La cofradía granuja
Iba a titular el texto de la siguiente manera: Obrigado…