Mucho se ha dicho acerca de que en México existe una descomposición social en grado verdaderamente alarmante. Esto considerando la circunstancia de que, también desde hace decenas de años ha operado el narcotráfico como una forma de delincuencia organizada, que después ha sido acompañada por otras maneras de delinquir que en épocas pasadas, si bien existían, no habían llegado a tener la extensión de ahora y que no están necesariamentedependiendo de los narcotraficantes, sino que han adquirido una cierta independencia y si bien tienen nexos con estos, no son lo mismo. El incremento de esos hechos en zonas de la República en donde prácticamente no existían y la tolerancia de esos delitos por parte de la autoridad, revelada por la insuficiente aplicación de la ley en esos y otros casos, además del acomodamiento social en relación a ellos, por la ineficacia de las autoridades para combatirlos o por la corrupción de éstas, lo más grave, son algunos de los signos de esa descomposición social. Poco a poco otros delitos y actitudes de algunos sectores sociales, principalmente de las clases menos favorecidas en educación y economía, hanhecho aparecer otros datos alarmantes de esa denominada descomposición social. Podría afirmarse que conductas habituales en muchos mexicanos ya eran señales de esa descomposición. Pongamos como ejemplo la tolerancia a la denominada “mordida”, ampliamente extendida y que sólo en últimas fechas se dice que está siendo combatida, aunque en realidad eso no se nota; así como laevasión de impuestos por contrabando de bienes. Señales a las que ahora se suman actitudes, que son, una forma de apoyo  popular a delitos que  hace cinco años o un poco más  han venido alcanzado verdadera notoriedad en algunos lugares de nuestro país. Me refiero al robo de combustiblede los ductos de Petróleos Mexicanos por una parte y  también al robo de las mercancías que los trenes transportan y que suceden frecuentemente en algunas zonas de México, especialmente en el Bajío.

En realidad esos robos de por sí  no representan un nuevo dato de descomposición social, sino que lo es el hecho social que los ha acompañado. Me refiero no solamente a la ineficacia de las autoridades para combatirlos, sino al aprovechamiento que de ellos están teniendo grupos de personas que se incorporan a los autores de tales delitos en el momento de su perpetración o después para también obtener un beneficio ilícito.

Así los ” huachicoleros” como popularmente son llamados quienes roban combustibles, principalmente gasolina, han encontrado en muchas personas e incluso familias, el auxilio para vender al menudeo parte de la gasolina que se roban. Los medios de comunicación nos dan cuenta de que, en diversos lugares a las orillas de las carreteras o cuando existen fiestas populares o concentraciones de personas por alguna circunstancia festiva, aparecen quienes en recipientes con capacidad pequeña, venden  ahí gasolina a los que concurren. En no pocos ya existe señalamiento específico de ese comercio en forma habitual. Por supuesto que esto se hace a la luz del día, con conocimiento de las policías o autoridades de tales lugares  sin que haya denuncias de lo que ocurre y tampoco la autoridad  lo impide. Existe pues aquí un encubrimiento, pero también un aprovechamiento de lo obtenido ilícitamente.

Los robos a las mercancía de los trenes cuando éstos circulan por las vías que están cercanas a barrios o comunidades urbanas se dan cuando aquéllos paran por alguna razón, entonces los ladrones llegan y violentamente abren los vagones para apoderarse de las mercancías e incluso, cuando se trata de granos u otro tipo de cereales abren las compuertas de los vagones para que salgan y queden tirados en la vía para ser recogidos posteriormente. No solamente participan los ladrones que abren los vagones, sino también en muchas ocasiones los vecinos de esos lugares, incluso familias enteras. La policía tarda, por supuesto, en aparecer y cuando lo hace es impedida para realizar su labor por algunos de esos vecinos, que incluso ofrecen asilo en sus casas a los ladrones que son perseguidos.

El nuevo signo de descomposición no está en realidad en los robos mismos, sino en el apoyo y aprovechamiento del ilícito por esos grupos. Vecinos que incluso se oponen violentamente a la autoridad. La aparición de estos hechos es verdaderamente alarmante.

Cambio de tema.-En un acto público elSecretario de Agricultura José Calzada  dijo: “que la distancia no es lejanía y esta no es obstáculo sino oportunidad para realizar acciones”. Con esa misma mala retórica yo diría: El fallecimiento no es la muerte, sino la oportunidad de ir al cielo o al infierno según hayas vivido.

 

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