El lunes de la semana pasada el Presidente Enrique Peña Nieto presentó el nuevo modelo educativo que servirá para conducir los destinos de la educación primaria, secundaria y seguramente preparatoria. Al hacerlo señaló los puntos fundamentales o como él los llamó, los ejes fundamentales del proceso. Se habló también de una verdadera revolución educativa, según el sentido de esa presentación.

De lo dicho habría que destacar dos puntos centrales, a mi juicio. El primero de ellos permitirá que los alumnos “aprendan a aprender”, mientras que el segundo hace hincapié en el fortalecimiento de la formación y desarrollo profesionales del docente. Independientemente de que, aparentemente, todavía no existen las bases concretas de cómo se van a desarrollar esos puntos, lo que hace que esa sola presentación esté todavía muy lejos de los elogios que han vertido sus autores, el propio presidente y demás funcionarios implicados en ella, pues experiencias anteriores hacen ver que, desgraciadamente, en México los planes que se proponen como base de reformas no se desarrollan como en estas se anuncian y en ocasiones ni siquiera se llevan a cabo; habría que señalar que el primero de esos puntos centrales, relativo a aprender a aprender, es decir enseñar a los alumnos a que puedan aprender por ellos mismos los conocimientos que se considera necesario que adquieran, no es en realidad un enunciado nuevo. En varias ocasiones se ha dicho esto, sobre todo en relación a los niveles de primaria y secundaria, y no sólo cuando se ha pretendido realizar una reforma educativa anterior, como en el caso de lo sucedido en el sexenio de Miguel de la Madrid cuando ocupó la Secretaría de Educación Jesús Reyes Heroles, sino también en el caso de las modificaciones educativas que se efectuaron cuando estaba en la Secretaría de Educación Ernesto Zedillo. Me acuerdo que en aquellas ocasiones, y en alguna otra, se dijo  lo que ahora es una parte toral de la anunciada reforma; que al alumno no hay que enseñarle a que se aprenda de memoria los contenidos sino que se debe pugnar para que desarrolle la habilidad para aprender. En otras palabras, que aprenda a aprender. Se hizo, y se hace hincapié, en que educar no es obligar al educando a la memorización de muchos temas, sino que básicamente debe aprender a conocerlos y a desarrollar habilidades que lo lleven, si bien con la colaboración del maestro, a desarrollar sus propias potencialidades. Todavía, como en esa época a la que me refiero, hace más de 50 años, se pone de ejemplo aquello de obligar a los alumnos a recitar de memoria las tablas de multiplicar u otros aspectos de la aritmética. Aquí habría que decir, simplemente como un comentario al margen, que la educación sí requiere en parte memorización, pues hay puntos fundamentales que no pueden desarrollarse si no se tiene un mínimo de ésta. Quizá ahora ya no se requiera aprenderse las tablas de multiplicar, por ejemplo, porque ya existen calculadoras que pueden consultarse aún por los alumnos de primaria, pero los expertos señalan que no es adecuado que en algunas materias, como en el caso de las matemáticas haya una absoluta dependencia de los instrumentos tecnológicos de que ahora se dispone. Quizá también podría decirse en otros aspectos que la memorización es importante para algunos aspectos de la gramática, sin los que sería difícil su aprendizaje, por no decir imposible.

El otro punto a que me referí antes es el de la formación y desarrollo profesionales del docente. Esta parte tendría que haber quedado ya plenamente realizada, sin embargo a estas alturas no lo está y por eso se ha vuelto a incorporar a este nuevo modelo educativo. Y no lo está porque la primera parte de la reforma educativa, que se refería básicamente a un aspecto laboral y de evaluación a los docentes, tampoco se ha terminado. Ello es así porque como todos sabemos el conflicto de los profesores en los estados de Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Chiapas no está solucionado. Los profesores de estos estados siguen manejando la educación en esos lugares y llevándola como ellos estiman que debe llevarse. Aquí la pregunta es cuál es o será el mecanismo para imponer el nuevo modelo educativo en esos lugares y aún en otros distintos de México, en los que, aunque en minoría, ciertas escuelas y profesores siguen el comportamiento de la CNTE.

La parte de la reforma educativa con que se inició ésta, es decir la laboral y de valuación de los maestros, sin un previo modelo educativo de corte moderno, se justificó diciendo que primero había que arreglar los aspectos relativos a los maestros que deberían de aplicar el nuevo modelo que habría de establecerse posteriormente. Pero esto tampoco se ha terminado. ¿Podrá funcionar así el nuevo modelo?

 

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