El miércoles de la semana pasada distintos medios de carácter nacional, y por supuesto también los locales, hicieron referencia a la mención que el fiscal general de los Estados Unidos Jeff Sessions realizó en su viaje a la frontera de su país con México, concretamente a la ciudad de Nogales, Arizona, para presentar lo que se ha llamado un nuevo memorándum con instrucciones a las autoridades fronterizas de aquel país para que realicen mayores esfuerzos para que las leyes migratorias se cumplan. Ahí, ese funcionario concretó, que a partir de ahora los cruces ilegales en la frontera implicarán una ofensa grave que permitirá la detención de quienes entren ilegalmente, pero también habrá sanciones a quienes ayuden o proporcionen recursos para ello, lo que permitirá que sean sujetos a juicio y llevados a cárcel. Hizo énfasis en que después de la detención no podrían ser puestos en libertad o deportados inmediatamente, sino que serían llevados ante jueces y con probabilidad de cárcel. Ordenó, pues, que se aumente la persecución en contra de quienes cruzan ilegalmente, pero también señaló que serán nombrados varios coordinadores de seguridad fronteriza que se encargarán de liderar las investigaciones sobre las ofensas migratorias. Así, pues, se pretende endurecer en todos los aspectos la situación migratoria en la frontera, independientemente de que también se continuará con las detenciones en todos los lugares de Estados Unidos, insistiéndose en la amenaza de quitar fondos a las ciudades santuario que no proporcionen ayuda a las autoridades migratorias para la detención de los ilegales. Dice pues que ésta es “la era de Donald Trump”.
Así, pues, la nueva amenaza, que no advertencia como se le ha querido llamar por las autoridades norteamericanas, es efectivamente un dato que lleva a poder calificar que ciertamente sucede el fenómeno de que cuando en los Estados Unidos se quiere hacer referencia al presidente en primer lugar se pone no tanto al presidente como tal sino a Donald Trump. Porque en los últimos tiempos el nombre de la persona encargada del poder ejecutivo no se resaltaba tanto como ahora. La mención que se hace de ese funcionario se parece mucho a lo que sucede aquí en México, en donde también al presidente se le hace ver más como la persona que ocupa la presidencia y que parece más importante que el cargo mismo. Pero además, ciertamente lo que se quiere resaltar al hablar de una era nueva que va a llevar el nombre del actual presidente de nuestro país vecino por el lado Norte, en el sentido de algo bueno, en realidad para todos los migrantes, para México y para todos los países de los que surgen la mayoría de quienes pretenden ingresar ilegalmente, es una mención ominosa y amenazante. Esto es así, porque ahora se está instruyendo a toda la policía y jueces migratorios que se considere el ingreso ilegal o la estancia de ese tipo, ya no como una falta menor sino con mayor gravedad, estableciéndose una prioridad para combatirla. El fiscal general mencionado instruye para que la aplicación de la ley, que en muchos casos resulta injusta, sea todavía más dura y por lo tanto de mayor injusticia. No hay que desconocer, aún que nos duela, que el combate a la migración ilegal tiene una base concreta en la ley, pero lo que sí es de criticar es que esa ley o las leyes pertinentes sean base de injusticia. Injusticia porque se persigue a los migrantes como si fueran delincuentes y no simplemente personas que quebrantan ordenamientos que en todas partes del mundo tienen sanciones pequeñas y no se hace la persecución como si fueran delincuentes quienes las han quebrantado.
Lo que dijo el fiscal general se ajusta a la realidad, pero no para bien, porque la amenaza a los migrantes y a quienes los protegen es muy similar a algunos medios empleados por Trump para conseguir los pequeños triunfos que le han permitido mantener el apoyo de quienes lo llevaron a la presidencia, como ha sido, por ejemplo, el haber logrado que algunas industrias que pensaban invertir en países extranjeros hayan desistido ante las amenazas del presidente. También si examinamos sus discursos en muchos están advertencias amenazantes en distintos sentidos. También podemos hablar de su propensión a la falta de veracidad, en muchos aspectos, en sus declaraciones y discursos, así como de la prepotencia que de ellos se desprende y su afán por estar siempre en primer lugar. Sí, en efecto, en Estados Unidos está comenzando la era Trump, la que puede causar muchos quebrantos, no solamente a México sino a la comunidad internacional. El ataque a Siria, sin autorización previa de los organismos internacionales pertinentes y sin la certeza absoluta de la responsabilidad del dictador sirio, además de la amenaza a Corea del Norte son ejemplos. Mala era puede ser “la era Trump”.