La nostalgia nos invade, el derrumbe es la imagen más cercana de aquellos que nacimos en la generación de los 80s. En algo o en alguien queremos creer, depositar nuestra incrédula fe, nuestra derrotada esperanza, pero el suelo ya está bastante agrietado, invadido de vacíos difíciles de ocupar. Dios se escapó por una alcantarilla o coladera y nos dejó medio abandonados en ciudades difíciles de asimilar, nos dejó con un tv llena de entretenimiento barato, programas chatarras, desabridos y algunos divertidos y relampagueantes programas con humor negro como es el caso de los Simpson, esos monos amarillos que surgieron como los embajadores virtuales del entretenimiento televisivo global. Crecimos con la televisión y sus múltiples programas, la cultura mexicana es una industria exportadora de telenovelas y series trágico-cómicas como la del Chavo del 8.
A principios de los 90s empezó a surgir el fenómeno de la televisión con cable, mis padres la adquirieron y ya podíamos observar una programación diversa. A mí lo que me empezó a llamar la atención fue un programa en donde ponían videos musicales, sobre todo Rock and Roll clásico, de los 70s, 80s y grupos musicales de los 90s que estaban teniendo auge y fuerza. MTV (música, televisión y video) empezó a invadir el imaginario de muchos jóvenes en busca de su frágil identidad, el rock and roll, los programas, los comerciales y la estética que en ese momento sostenía MTV latino eran geniales. Uno podía estar al tanto de la eclosión musical y la efervescencia del rock latino americano, inglés y norteamericano de ese momento, aparte, los presentadores sabían de música, hacían entrevistas intrépidas a los músicos, presentaciones en vivo y los comerciales o anuncios de MTV eran alucinantes, parecían pinturas de Van Gogh, Dalí o Magritte. Quien no se había enamorado virtualmente de esa extravagante mujer con los pelos pintados de rosa, rojo, verde, azul o rubio, ojos almendrados, vestidos o faldas donde dejaba entrever unas encantadoras piernas y pechos que combinaban con su vestimenta psicodélica, Ruth Infarinato.
Recuerdo, como una imagen de un cometa que se desliza por la bóveda celeste, la vez que observé tocar en vivo a cabeza de radio en MTV, (Radiohead) tenía apenas 15 años o 16, sin embargo, algo había pasado, tuve la sensación de que estaba escuchando a unos extraterrestres, los sonidos de la guitarra tenían una textura salvaje, galáctica o como el crujir de una palma de yuca cuando está hirviendo en el fuego, la voz de ese güero con cara de pájaro recién nacido me embrujo. Pasaron los años, me ocupe en no sé qué cosas, acabar la prepa, angustiarme por ver que iba a ser de mi existencia y barajear mi suerte y ver en qué Universidad me aceptaban. Tengo muy presente, aparte de mis constantes confusiones, de un día como el de hoy, pero del año 2000, iba caminando sin rumbo ni dirección y opte por entrar a un sitio en donde vendían discos e instrumentos musicales, ese sitio me agradaba, porque uno podía escuchar algunos álbum que ponían azarosamente en un aparato con auriculares, para mi suerte, tenían, fresco como una lechuga cósmica, el disco de Kid A de Radiohead o Cabeza de Radio, fue una eclosión cósmica e ingrávida escuchar ese disco en audífonos, me alucine, no le encontraba ni cabeza ni pies a las frecuencias que se estaban emitiendo en ese universo sonoro. No tuve de otra, iba religiosamente cada tarde a escucharlo en los auriculares de ese sitio, fui durante un mes o más, hasta que lo quitaron y lo cambiaron por uno de Alejandro Fernández, el resultado fue muy diferente, después de escuchar algo cósmico, esas patrañas ya no pueden ni deben ser digeridas por tu cabeza, espíritu o búsqueda musical.
A cabeza de radio lo he escuchado en vivo en el DF una sola vez en mi existencia, tuve la suerte de entrar sin pagar el boleto, una pareja que me vio emocionado afuera del Foro Sol cuando comenzó a tocar la banda, me pregunto: ¿Tienes boleto? Mi respuesta fue negativa, ellos me comentaron, pos ya tienes, yo solo los abrasé y les di las gracias, me fui corriendo por el Foro sol y entré a escucharlos.
Al escuchar en vivo a cabeza de radio, me sentí como una planta acuática marina movida por olas acústicas, así me sentí.