Continúo platicando sobre la calle de Allende, ahora el tercer capítulo de su historia. En el anterior comentario terminé en la casa donde vivió la familia Alfaro Araujo, en el número 170, donde actualmente se encuentra la casa, sede del Archivo Histórico Municipal. La casa siguiente fue habitada durante muchos años por la familia de Don Roberto Salgado, su esposa Señora Luna, Roberto (+) y Héctor, posteriormente fue habitada por la familia Fonseca y actualmente se encuentra deshabitada y en estado deplorable; en la casa siguiente, Allende 174, viven Lety y Amada Martínez Garay, las que, con su hermano Julio (vive en Monterrey), son hijos de el Licenciado Julio Amado Martínez (escritor, pintor, poeta) y su esposa Lucita Garay, familia queridísima y muy conocida en Irapuato; la siguiente casa fue habitada por diversas familias, entre las que recuerdo fueron, los Martín del Campo, Lupe, Jesús y más hermanos, sobrinos del señor Obispos de León, Monseñor Martín del Campo; posteriormente vivió en ella la familia Olivares, uno de ellos fue torero y cambio su nombre por el de Antonio del Olivar; luego la habitó el Licenciado Campos Barrera con su familia; al terminar esta cuadra, en la esquina de las calles de Allende y Altamirano (hasta antes de las obras del Plan Guanajuato, por el año de 1964, la que fue ensanchada, era tan angosta que solamente podía pasar un automóvil), vivió durante algún tiempo la familia Tazzer, estimadísima, Don Antonio, Gloria, su esposa, sus hijos, Gloria, Elena, Tere y Emilio; enseguida vivió la familia Díaz, Don Alberto (Gerente de la Compañía de Luz ‘Light and Power Company’, su esposa Carmelita y sus hijos Peque, Carmelita y Tere; actualmente se encuentra un edificio de tres pisos, donde viven (temporalmente) las hermanas Lilia, Silvia y Alma, hijas de la Señora Mercedes Salgado.

Paso a relatar algo de la historia de la cuadra siguiente, desde la calle Altamirano y hasta la Avenida Guerrero. En la esquina de Altamirano con Allende vivieron durante muchos años los hermanos José, Pilar y Regina Chacón, quienes, como anécdota y sin ofender a nadie, en su casa –elevada como un metros sobre el nivel de la calle- vendían en la mañana, leche y para que estuviera fría (estoy hablando de los años cuarenta) le colocaban un bloque grande de hielo con lo que, no vendían leche fría con agua, sino agua con leche fría, igual pasaba con la familia Basauri (¿con la familia Nieto?) la que, en el cruce que forman las calles de Altamirano con Terán y Vallarta, vendían agua con leche fría, esa esquina era conocida como ‘La Vaca’ porque en la fachada de la casa de esa familia estaba pintada una vaca, como anuncio seguramente. Enseguida vivió un matrimonio, ya mayor y muy estimado, el don Ramón y Mona Castañeda, los que, viviendo en un pequeño cuarto con techo de vigas de madera, durante el año de 1973 en que llovió mucho y se inundó Irapuato, al levantarse para asistir a misa de 7.30 horas en el Santuario de Guadalupe del Centro, se humedecieron tanto los muros de adobe que, vencidos, cayó el techo sobre el matrimonio y murieron aplastados. Terrible.

La casa siguiente fue habitada por la familia Bravo, Elenita (colocaba inyecciones como nadie), la ‘Güera, su hermana (trabajaba en el Centro de Salud en la actual avenida Torres Landa), con ellas su mamá, bellísima: tiececita, vestida de la largo casi siempre de negro con pintas blancas, cuello de gasa blanca hasta cerca de su cara, y sonriente siempre y María Eugenia, sobrina de las dos hermanas Bravo; en la casa siguiente vivió por muchos años la familia Hernández, estimadísima igual, vástagos de una hermana (no recuerdo su nombre, perdón) nacieron Sergio, Martha, Héctor y Fernando; esta casa fue comprada posteriormente por don Pancho Vallejo en la que, dicen las consejas, se encontró dinero en el interior del pozo, nada difícil pues en una época de inseguridad, en la que no había bancos, las familias se veían obligadas a esconder su dinero (en metal, monedas de oro, plata y/o joyas); a continuación se encontraba el consultorio de un Doctor del que no recuerdo su nombre , algo así como Valdivia, siempre sentado en la puerta, con bata blanca de Médico y esperando a sus pacientes, pacientemente; (todas estas construcciones, ya demolidas y perdidas sus historias, las que trato de recuperar con estas memorias, en lo actualmente es el edificio del Sanatorio Santa Teresa); continuaba la casa de don Néstor Reynoso, papá de personas tan reconocidas en Irapuato como Carlos, Margarita, María de los Ángeles, Alfredo y más hijos; seguía la casa-consultorio del Doctor Reyes Mendoza (fue presidente municipal y militar, si mal no recuerdo) quien vivía con su hermana Mercedes, soltera y ‘lefevrista’, seguidora del obispo francés Monseñor Lefevre quien no aceptó los señalamientos del Concilio Ecuménico Vaticano Segundo sobre la celebración Eucarística, adiciones o cambios a la liturgia, el uso de las lenguas locales en sustitución del latín, la celebración de la Misa con el celebrante de cara al pueblo; las indicaciones a las mujeres sobre la no obligación de asistir a Misa con velo, y otras más, lo que motivó que, en Irapuato, el Padre Carlos Marquet, capellán del entonces Templo (ahora parroquia, de Nuestra Señora de la Soledad) se adhiriera al pensamiento del Obispo Lefevre, muy ‘ortodoxo’ (ultra conservador), tanto, que se pasaron al otro lado de la raya y sufrieron el peligro de excomunión.

Para terminar este tramo de la calle de Allende, enseguida se encontraba el edifico de la ´Clínica del Centro’, en la esquina que forman las calles de Allende con la avenida Guerrero. Moderna la clínica, en su interior daban consulta médicos muy reconocidos como los Doctores, David Araujo, Abelardo Leal, Antonio Torres Durán (radiólogo), Vicente y Manuel López Díaz, creo que el doctor Carrillo y otros más que no recuerdo sus nombres. La clínica contaba con una farmacia la que era atendida por las hermanas Angelita y María Elena López Díaz como propietarias de ella, que posteriormente la cambiaron a la esquina del frente, Allende con la Avenida Guerrero, donde actualmente existe la nevería ‘la Michoacana’.

Termino por ahora. Continuaré el próximo domingo en las páginas y/o secciones editoriales de este diario amigo con la historia de otras calles de Irapuato. Admito y pido sugerencias sobre la calle o calles de Irapuato que quisieran escribiera sobre la historia de ella (s) y me pueden ayudar enviándome datos a través de mi correo electrónico que aparece líneas abajo, entendiendo que daré los respectivos créditos de la (s) persona (s) que me ayuden a completar dichas historias. Recuerdo que estoy a las órdenes de algún grupo de personas si desea realizar una visita al centro histórico de Irapuato; las puedo guiar y platicar sobre la historia de las áreas, construcciones, etc., de los lugares a donde los puedo acompañar.

Irapuato, Gto., junio del 2017

Arquitecto Javier Martín Ruiz

Cronista de Irapuato

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