Continúo comentando con esa calle tan conocida desde hace muchos años, pues en ella vivieron muchas familias que, prácticamente todas,  fueron base de muchos ciudadanos ejemplares y que aún trascienden en Irapuato, la región, el estado y hasta la República llevando con orgullo –él y nuestro, también- el haber nacido, o adoptado voluntariamente, en y a Irapuato.
La narración anterior terminó en la esquina de Allende con Altamirano, en su cara que da al norte. En esa esquina durante varios años, dueño del local que en ella existía, el Licenciado Julio Amado Martínez tuvo una imprenta en la que, principalmente imprimió varios escritos, poemas pues un distinguido Abogado, escritor y pintor. En esa esquina, existía una columna, rematada por un nicho cubierto de un lienzo, todo de cantera, en el cual se daba un impresionante hecho, casual si se quiere, pero visto a la luz de la Fe, resultaba benéfico para  toda la población. En esa esquina habían colocado un foco de luz incandescente, cubierto con un cono de hojalata y suspendido con alambres de las cuatro esquinas de ese cruce. Esto producía que, en la noche, la luz eléctrica bañaba el nicho mencionado con su energía luminosa y, sobre la fachada que daba a la calle de Altamirano, se proyectaba el perfil, casi perfecto, el rostro de Nuestro Señor Jesucristo con la corona de espinas sobre su frente y parte del cabello. ¿Casualidad? ¿Fe?… Finalmente, esa esquina la compró el Doctor Antonio Topete del Valle el que demolió la construcción para hacer un edificio de dos pisos, en la planta baja, su consultorio sobe la calle de Allende, a la vuelta sobre la calle Altamirano, el laboratorio de su hijo, Toño Topete Espinoza, Químico farmacobiólogo. La planta alta tenía apartamentos para renta. Al hacer esto, el Doctor Topete del Valle, la columna con el nicho que se encontraba en esa esquina, la regaló a Don Alberto Díaz Moncada quien la colocó en su finca, bellísima, de San Antonio de Ayala, la que la conservan sus hijos, Alberto (creo), Marcela (con Tito Alcalde, su esposo) y, creo que Rocío, los que se turnan un año, cada familia, para disfrutarla. En una esquina de esa hacienda, está colocada esa columna con el nicho, esperando se le coloque un foco para reproducir, en la noche, ese perfil divino de Jesucristo Nuestro Señor.
La siguiente esquina –Allende con Altamirano- otra casa muy bien restaurada, la que fue de la familia Herrera, Don Aurelio y dos hermanas. Esa casa está convertida en una especie de clínica donde dan consulta, entre otros excelentes médicos, nuestro querido amigo, el dentista ‘Chacual’ Chávez, casa que fue propiedad anteriormente de la Señora Cendejas, mamá de Sarita. En ella, mis papás, Juan N. Martín (Cheno) y Juanita Ruiz Sánchez, los casaron por la Iglesia a fines de los años treinta, en una capilla que se encontraba al entrar a la casa del lado izquierdo, a las cinco de la mañana porque, durante la persecución religiosa bajo el gobierno de la república de Plutarco Elías Calles, las autoridades eclesiásticas, por prudencia, cerraron los templos y no había culto en ellos.
Enseguida, había una casa al fondo, luego de un largo pasillos descubierto donde vivió por un tiempo la familia Herrera Moreno, formada, espero no equivocarme, por los papás, Don Manuel y la señora Nona y sus hijos, Bertha, Margarita, Carmela, Susana, Malena, Concha, Manuel, Mini y Lola. Larga, interesante e importante, la historia de esta familia la que en otro artículo trataré de comentar algo de ella. Después, tuvo su taller de arquitecto Guillermo Camarena, ‘el cajita’, inolvidable amigo y casi hermano, ya ido. La finca siguiente la compró nuestro amigo ya ido, Eduardo, ‘Lalo’, Guerrero Barber, demolida en ella construyó un edificio de dos pisos, en el cual, en la planta alta daba consulta, entre otros profesionistas el Doctor José de Jesús Puente Pérez ‘Cochecho’ para todos, amiguísimo, igualmente ya ido. Seguía una casa la que tuvo muchos usos; primero, que recuerde, funcionó como fábrica de cigarros; luego la debieron comprar los hermanos Evaristo y José Cortés –generosos, ricos y muy religiosos- para que seguramente la donaron a las religiosas que desde aproximadamente 1940, fundaron ahí la ‘Academia Atenas’, En ella estudiamos varias generaciones de señoritas y niños y jóvenes de Irapuato. Nombro algunos (a) pues fueron (fuimos) muchos: Sofía ‘Chofis’, Torres, Mey Solís, ‘Lala’ Vallejo, Lolita Martín Ruiz, Arcelia Martín Ruiz ‘Chela’, algunos de los Alfaro Araujo, de  los Duque, de los Castro, de la familia Zuloaga Albarrán, Aracely Cayón V.; niños y jóvenes que ahí estudiamos tres o cuatro años, entro muchos otros: Miguel Garmendia I., ‘Pope’ Zarate, Melchor Cayón Villanueva, Guillermo ‘Memo’ Albo’, Mario Gutiérrez Covarrubias, Carlos Munguía, Alfonso ‘Poncho’ y Gonzalo ‘Talo’ Rodríguez Pérez, Luis Pérez, Miguel Sánchez, Francisco ‘Pancho’ Salgado’, Manuel Rosales Covarrubias, un tiempo, Joel Martín Ruiz, Raúl y yo Martín Ruiz, entre otros. En aquel entonces, la Academia Atenas debió estar inscrita como colegio para señoritas pues, recuerdo que, en algunos momentos (cuando debieron ir inspectores del área respectiva de educación del gobierno estatal  y/o federal), nos pasaban a los niños y jóvenes a un patio que se encontraba en la parte de atrás donde jugaban softbol las jovencitas y nosotros futbol, y nos pedían que no habláramos. Demolido ese edificio fue comprado por el matrimonio de Pancho Vallejo y Tere su esposa; demolido y construido por el arquitecto Juan José Rocha, es actualmente la ‘Centro de Especialidades Médicas’ en donde, en varios pisos, dan consulta médicos de los cuales solamente señalo algunos de ellos: General Carlos Castro, J. Jesús Solorio Abreu, Gumersindo Núñez, Paco Zubizarreta,  Luis Fernando Peña Fung, David Chacón, Carlos Limón Olvera, Ramón de León, Marco Antonio Juárez entre otros reconocidos profesionistas más.
El siguiente edificio fue sede de la famosa escuela ‘Miguel Hidalgo’ cuya Directora, la Maestra Juanita Hidalgo fue célebre por su calidad educativa, seriedad y don de mando, entre los maestros que, recuerdo, fueron muy conocidos, dio clases la maestra Teodolina capaz y reconocida. En la actualidad el edificio está convertido en estacionamiento vehicular, triste destino para construcción (es) que vivieron momentos trascendentes para nuestra historia. No olvidemos que, en aquellos tiempos, el término ‘colegio’ se aplicaba a centros de educación particular y  el término ‘escuela’ se aplicaba a centros de educación pública, o sea, del gobierno estatal o federal. ¿Diferencias? Con resabios todavía de la época vivida entre los años de 1926 y 1929, siendo presidente de la república el general Plutarco Elías Calles y conocida como ‘la persecución religiosa’, ‘la cristiada’ y otro nombres similares, por la cual estuvo por esos años prohibida la educación religiosa en los centros educativos, pasando el tiempo, el término ‘escuela’ era sinónimo de educación laica, lo que significaba que había resabios de esa época tan difícil que México vivió y muchas familias prefirieron los colegios con educación religiosa. En la  esquina de las calles Allende con la Avenida Guerrero, anteriormente propiedad de don Arturo Salgado, existe actualmente un nevería y en la planta despachos para renta.
Termino. Como siempre, pido que, quien detecte errores o deficiencias en estos recuerdos de calles, me lo hagan saber a través de mi correo electrónico. Igual, si algún grupo de personas quiere realizar una visita guiada al centro de Irapuato, o desean una plática sobre nuestra historia, comuníquense con un servidor al correo electrónico señalado.

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