Sin sorpresa alguna, la declaración del Obispo de la Diócesis de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, que con motivo de remarcar la figura paterna por medio del consumidor “día del padre”, se refirió a la responsabilidad que como padres le debemos a nuestros hijos, en todo, pero en especial dentro de un compromiso ético de la educación.

        Y que quede claro que, al referirme a “padres”, lo hago conforme a la gramática de la lengua española en donde, al hablar de “papá y mamá”, juntos, se dice “padres” y solo en caso que se refiera a alguno específicamente, entonces será “padre” o “madre”, según el caso y, por supuesto, el mismo caso es en cuanto a los “hijos” que, en plural, abarcan a los “muchachos” y a las “muchachas” unidos en una familia.

        Al hablar de ética, habrá de entenderse por ésta la disciplina filosófica, fundada por Aristóteles, que es la que estudia el bien y el mal así como sus relaciones con la moral y el comportamiento humano por medio del conjunto de las costumbres y las normas que orientan y valoran su comportamiento en una comunidad, por lo que necesariamente habremos de referirnos a la educación.

        Considero que es preciso que nos quede claro que el principio esencial de la educación consiste en el hecho de predicar con el ejemplo congruente, logrando así que establezcamos que, en donde hay educación, no hay distinción de clases, ya que el hombre llega a ser hombre por lo que la educación hace de él.

        Así tenemos que “la educación es lo que la mayoría recibe, muchos transmiten y pocos tienen”, como afirma Karl Kraus, (1874-1936), poeta y crítico austriaco.

        Pero si bien, como dije, el principio esencial de la educación consiste en el hecho de predicar con un ejemplo congruente, habrá que cuestionarse como deberá fomentarse y con qué herramientas se contarán a efecto de que la educación se arraigue en las personas.

        No cabe duda que la educación es la que le da brillo a la instrucción; es la que abre las puertas sociales, laborales y financieras de las personas y, no quepa duda alguna de que el hecho de saberse comportar dentro del ámbito de cualquier comunidad, enaltece a quienes se esforzaron por hacer de esas personas educadas, gente de bien.

        Si para lograr el bienestar de las personas en materia educativa se requiere de “cinco en una” (cinco dedos en una nalga), pues a darla y bien dada y no que salgan con la embajada de que te voy a hacer “pau-pau”, y consideran que con eso ya han sido amonestados.

        El hecho de enseñar a que se mastique con la boca cerrada, a no subir los codos a la mesa, respetar a las personas mayores – empezando por los padres –, a los maestros comprometidos con su vocación de instruir, que entiendan que deben ser personas que asuman sus responsabilidades y cumplan con sus obligaciones, etc., etc., son factores esenciales en la educación.

        Por supuesto que los castigos les van a afectar, pero entiéndase que es un beneficio oportuno para los niños y jóvenes y, quizá, hasta para algunos adultos, toda vez que los castigos que humillan, que ofenden, que hacen añicos la dignidad de las personas, como son los que reciben la gran mayoría de quienes se encuentran internos en las cárceles, ya que eso de que son “centros de readaptación social” no es más que una burla a la sociedad toda vez que quienes se encuentran de inquilinos – custodios o internos – de esos lugares, se mueven entre tanta desgracia y deshumanización que sinceramente creo que será lo último que quisiéramos para nuestros seres queridos y con mayor razón si realmente son inocentes

         Sería interesante saber cómo reaccionarían los miembros de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y/o Judicial; además de esas otras personas de “los derechos humanos”, etc., si a cualquiera de ellos o a alguno de sus familiares los asaltan, secuestran o privan de la vida con la saña, deshumanización, agravios, premeditación, alevosía y ventaja como se llega a hacer con la población en general, ¿sostendrían o variarían sus peroratas irrelevantes, intranscendentes y falaces?

        ¿Modificarían las leyes o las harían valer? ¿Exigirían o harían las mismas recomendaciones a las autoridades correspondientes? ¿Se conducirían con la misma indolencia que con “Juan Pueblo”? ¿Sostendrían esas absurdas declaraciones de que “llegarán hasta las últimas consecuencias y caiga quien caiga” sabiendo que no se hará nada?

        O, ustedes, apreciables lectores, ¿”cinco en una” o seguir como estamos?

        Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *