Continúo platicando con los lectores de este diario amigo, la historia de la calle ‘5 de febrero’, conocida anteriormente como calle de ‘la piedra lisa’. En la esquina con la que es hoy avenida Revolución, anteriormente conocida como Díaz Mirón, en su cara norte (donde actualmente existe un edificio con la negociación ‘esteren’, vivía don Aurelio Herrera con su familia. Enseguida vivía don Jesús Castañeda (contador público) con su familia de las cuales recuerdo a nacho, Bertha (ahora Tita Ibarra), muy amigo mío al que le llamábamos ‘pirinolo’ por alto y delgado y otros más familiares. La casa siguiente fue habitada por su propietario, Don Sebastián Martínez Vázquez y su familia: la señora Mela y sus hijos Martha, Mela, Sebastián y Rocío, actualmente vive la señora Lucha (bellísima e inmarcesible) Castillo de Vázquez; la casa siguiente (su interior se conserva casi intacto, era habitada por la familia del Dr. David Araujo y su muy querida familia en todo Irapuato: su esposa, la señora Esther (alta, delgada y señora en toda la acepción de la palabra) y sus hijos Monina (Esther), Silvia (Chiquis) y David; en la siguiente vivía la numerosa familia Duque, don Jesús el papá, su esposa, la Señora Nieves, y varios hijos entre lo que recuerdo: Miguel, Jesús, Carlos, Tere Javier y varios hijos más, demolida la casa, luego vivió la familia Macías; seguía una casa, como muchas del centro, con patio central y corredores alrededor, la cual fue sede del Colegio Motolinía y luego fue el ‘Colegio México’ cuya Directora fue la Señorita Fajardo; seguía (y aún se conserva) el edificio de la escuela Benito Juárez, el que funcionó mucho tiempo como mesón, luego, por 1915 se convirtió en el Colegio de la Enseñanza, después de que habían sido exclaustradas las religiosas que lo atendían en lo que ahora es el edifico de la presidencia municipal, debido a las Leyes de Reforma, promulgadas por el gobierno de la república alrededor de 1859 por el Licenciado Benito Juárez.

Continuaba una casa elevada sobe el nivel de la calle en la cual vivieron, sucesivamente, la familia Tazzer, Don Antonio, su esposa Conchita, Gloria (Tache), Elena, Tere y Emilio; Leonor Aranda, daba ahí clases de flamenco; la familia Solórzano; actualmente, la casa derruida se convirtió en un estacionamiento público. A un lado, un pequeño local lo atendió su propietaria la señorita Margarita Ramírez y, enseguida, la maderería de su papá Don Antonio Ramírez Maldonado la que forma actualmente esquina con la calle de Terán.

Regreso a la esquina de la calle con la actual avenida Revolución. Hacen muchos años, ahí se construyó una de las tres plazas de toros que tuvo Irapuato: la ‘Arena La Constancia’. En ella disfrutamos de chiquillos espectáculos excelentes como ‘los títeres de Rosete Arandas’, Paco Miller ventrílocuo con su títere Roque que decía ‘le rajo la cara a cualquiera maldita sea’. Poco después, Enrique Rambal (padre) presentó una obra teatral que causó sensación: ‘el mártir del calvario’ por sus numerosas novedades escenográficas; eventualmente paseaban en su interior a las reinas y princesas de nuestras ferias; posteriormente tuvo mucho usos como, pista de patinaje, arena de box, arena de lucha libre, actualmente, su propietario, nuestro estimado amigo, Rodolfo Vera, la usa como estacionamiento, una parte, y en la otra tiene un excelente espacio cerrado con los últimos adelantos de la tecnología porque el toca la batería profesionalmente hablando y, además tiene un, digamos museo, con una impresionante exposición de más de 800 figuras de militares y jefes de todo el mundo y épocas diferentes, además, trabajos increíbles en la cabeza de gises blancos; lo completa con otra excelente exposición de automóviles a escala que el mismo ha armado, exposición que se ha presentado en espacios tan dignos como el festival Internacional Cervantino en Guanajuato y otros más. Historia interesante la de la siguiente casa, la que condenso por ser muy largo y en otro artículo platicaré de ella con abundancia de datos. Esa casa estuvo habitada por don Genaro Acosta, ilustre irapuatense y escritor de historia. Muerto él, la mitad la compró don Claudio Gómez y ahí construyó una casa para su familia numerosa: él, su esposa la señora María, con sus hijos: Teté, Toño, Beatriz, Nieves, Claudio, Ramón, Maruca y Carlos, todos de excelentes recuerdos como hermanos nuestros. La otra mitad fue usada por un tiempo como el ‘Colegio Motolinía’ y el Padre Salvador Martínez Sosa M. Sp. S., inició los domingos ‘el cine del padre Salvador’ en el que, en un corredor de la casa nos proyectaba, chiquillos todos, películas de Diana Durbin y de terror que nos causaban gritos, lágrimas e insomnio por el miedo, como las de Frankenstein, La Torre de Londres, el hombre lobo y demás. Posteriormente esas propiedades fueron compradas por los hermanos Martínez Domínguez, Don Enrique (jefe de hacienda) y Don Alfonso (Gerente de ANDSA), Almacenes Nacionales de Depósito. Luego de un proceso (que no contaré, porque la ‘intriga’ es indispensable en ciertos momentos de la historia y que relataré posteriormente), la parte de don Enrique el Arquitecto ilustre, Guillermo Camarena Álvarez (el ‘cajita’) le construyó un edificio de apartamentos que aún existe. La otra mitad, a don Alfonso le construí una casa habitación en la cual vivieron sucesivamente, la familia Jaime Carrasco, el Arquitecto Cosme Almada y su familia y actualmente, parte de la casa es ocupada por una clínica médica y el resto por el acreditado negocio JIMSA, propiedad de los hermanos, Juan, Ramón, Pedro y resto de su familia. Seguía un terreno baldío que compró don Claudio Gómez y construyó cuatro casas; una sobre esta calle, donde vivió el Doctor Vicente López Díaz y actualmente tiene una refaccionaria el señor Durán con su hijo.

En la siguiente esquina, la de Allende con esta calle, actualmente se encuentra el ‘Museo de la Ciudad’ dirigido por el señor Alfredo Villegas y su historiador el Lic. en Historia Jesús Martínez Hidalgo que lo asesora constantemente. Historia de esta casa, brillantísima y larga la que platicaré en otro artículo, y hasta en un libro, pues ahí vivieron y se dieron situaciones dignas de ser reveladas en otra ocasión. Señalo únicamente algunos puntos; familias o personas que la habitaron: el representante de la Inquisición (aquí no hubo Inquisición, su sede estaba en la ciudad de Celaya); la familia Vázquez, de Carlos Vázquez, su hermano José María nació en ella, y él y Miguel su hermano nacieron en Santander, España; la familia López (los papa de la familia López Díaz); la familia Hernández Fonseca (Don Juan y su numerosa y estimada familia); Don Pedro Rodríguez (empezó con una pequeña fábrica de pastas); el taller de los arquitectos Joel y Javier Martín Ruiz con su negocio ARTECO; el taller del pintor irapuatense Antonio González; el taller de candiles y demás elemento decorativos propiedad del Ramón Cortés. Seguía la casa propiedad del señor Jesús Jaime, violinista excelente, con su esposa y sus hijas Lola Y Quica. Terminaba esa cuadra con la casa y negocio del señor sanjuanenese Don Jesús Padilla, el que tenía en la esquina de esta calle, 5 de febrero, con la calle Terán, una dulcería que era la número uno de Irapuato.

Con estos datos termino. El próximo artículo dominical en este diario amigo, lo dedicaré a ‘develar’ los secretos que comento líneas atrás y terminaré con otra información muy importante de la actual calle de Vicente Guerrero (anteriormente ‘calle del camino real’). Como siempre, si en este artículo encuentran errores u omisiones, por favor, pueden comunicarse conmigo a través de mi correo electrónico para corregir y/o ampliarlo, y si desea un grupo de personas hacer una visita guiada por mí al centro u ofrecerles una plática sobre la historia local, estoy a sus órdenes.

Irapuato, Gto., julio del 2017

Arq. Javier Martín Ruiz

Cronista de Irapuato

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