La justicia es la capacidad de dar a cada uno lo que es suyo, lo que le corresponde. La justicia es entendida como el equilibrio entre las personas, por esta razón no puede entenderse desde el ámbito individual sino como la pertenencia a un grupo que interactúa en sociedad y que manifiesta sus intereses y necesidades.

Ahora que hemos puesto en nivel constitucional los Derechos Humanos nos ha faltado realizar un verdadero equilibrio entre la defensa de las y los ofensores y la de las víctimas.

Apenas en enero de este año se ha publicado la reforma a Ley de Víctimas de la que se espera que también sea acompañada por un verdadero presupuesto para que en verdad tenga el impacto requerido y a la vez dejar de permitir que se señale a los Derechos Humanos como los responsables del aumento de impunidad respecto a las y los delincuentes, cuando la verdad, se trata de una propuesta de la ética de nuestro tiempo.

La impunidad es un término que se refiere a la falta de castigo. Se conoce como castigo, por otra parte, a la pena que se impone a aquel que ha cometido una falta o un delito.

Impunidad es la imposibilidad de ser sancionado. Se trata de una excepción de condena o una forma de escapar de la justicia. Es común en algunos países en los que se carece de un sistema político limpio y que repercute en un sistema judicial corrupto y débil.

Se habla de impunidad cuando el acusado de cometer algún delito en particular no recibe la pena que le corresponde por su accionar. Por lo tanto, no se enmienda su conducta, ni aprende de ella. Es entonces cuando la maniobra de evasión de castigo -o impunidad- se produce por motivos políticos o de otro tipo, y éste que es acusado por transgredir la ley, no recibe ningún castigo ni condena.

La impunidad acostumbra estar asociada a personas muy ricas y con gran patrimonio, ya que generalmente realizan maniobras de evasión fiscal para evitar, precisamente, pagar los impuestos que les corresponden a sus grandes ganancias. Todo esto movido por una gran ambición. (esto sucede en nuestro país, aunque se dice que también en el vecino del norte no están en cárceles quienes pueden pagas su defensa).

Los casos de impunidad que más resuenan hoy en día, nos entregan un sentimiento de fracaso e impotencia voraz al vislumbrar la inacción de la justicia, sobre todo con los que conocemos a través de las noticias. El sabernos desprotegidos, sin un sistema de justicia que nos ofrezca la seguridad de que los crímenes son juzgados y castigados, hace que nazcan en nosotros estos pensamientos. ¿Qué sentirías tú si algún amigo es asesinado y su asesino queda libre por falta de pruebas o corrupción al juez y al jurado?

Por lo anterior bien vale la pena conocer más sobre la justicia restaurativa, también llamada justicia reparadora o justicia compasiva, es una forma de pensar la justicia cuyo foco de atención son las necesidades de las víctimas y los autores o responsables del delito, y no el castigo a estos últimos ni el cumplimiento de principios legales abstractos. A menudo se usa el término “ofensores” como concepto alternativo al de “delincuentes” o “criminales”, pues la justicia restaurativa intenta evitar estigmatizar a las personas que han cometido un delito.

Una definición generalmente aceptada de justicia restaurativa es aquélla proporcionada por Tony Marshall: “la justicia restaurativa es un proceso a través del cual las partes o personas que se han visto involucradas y/o que poseen un interés en un delito en particular, resuelven de manera colectiva la manera de lidiar con las consecuencias inmediatas de éste y sus repercusiones para el futuro”.

Desde luego esto sólo puede darse mediante un proceso de ciudadanización y una verdadera consciencia e involucramiento de la mayoría de las y los miembros de una sociedad; tal vez estamos en el momento de lograr una profunda conciencia de estos fenómenos y veamos también todo lo que implica nuestra propia seguridad.

Los mayores defensores de la justicia restaurativa ya han mostrado a través de sus prácticas los resultados de esta forma de justicia en contraposición a la justicia punitiva. Quizá en Guanajuato todavía no estamos convencidos de estos hechos y le seguimos apostando a la persecución: más policías, más armamentos, y militares. Tal vez valga la pena probar alternativas que dan resultados en otros lados.

Tendremos que pensar mucho en la reparación la que se entiende desde un punto de vista integral, que tiene como punto de partida el reconocimiento de la verdad por parte del Estado y los victimarios. Cuando se habla de una reparación integral debe tenerse en cuenta que esta no se limita únicamente a una indemnización económica para las víctimas, sino que debe apuntar fundamentalmente a la reconstrucción y reivindicación de sus sueños y luchas, el reestablecimiento de la verdad, el retorno al lugar de origen y la restauración de sus empleos y propiedades, entre otros aspectos. Además de esto, otro aspecto fundamental de la reparación es su desarrollo en los aspectos personal, familiar y social, lo cual posibilitara el proceso de sanación, tanto individual como colectiva. También se precisa que el establecimiento genere las condiciones para que se dé un acompañamiento económico, jurídico, social y psicológico a las víctimas y sus allegados.

La Reparación: Es la respuesta que la justicia restaurativa da al delito. Puede consistir en restitución o devolución de la cosa, pago monetario, o trabajo en beneficio de la víctima o de la comunidad. La reparación debe ir primero en beneficio de la víctima concreta y real, y luego, dependiendo de las circunstancias, puede beneficiar a víctimas secundarias y a la comunidad.

Entre las principales dimensiones de la reparación se encuentran:

  • La restitución: encaminada al reestablecimiento de la normalidad existente antes del crimen.

  • Compensación: Donación de bienes que compensen daños irreparables, físicos o psicológicos.

  • Rehabilitación: Atención médica, psicológica y psicosocial.

  • Garantía de no repetición: Cesación de las violaciones, disolución del paramilitarismo, depuración de la fuerza pública,

  • Reconocimiento público de lo sucedido, sanciones para los victimarios, garantías para la población y control para los funcionarios estatales.

  • Satisfacción: Reconocimiento y proclamación de la verdad; expresión de disculpas públicas del Estado y homenajes a las víctimas en conmemoraciones y monumentos, para establecer su dignidad, además de propiciar la apertura de espacios para que se escuchen las reclamaciones populares y se construyan otras alternativas de sociedad.

Reparar a las víctimas es construir la paz a partir de la dignidad. (Paula Gaviria Betancur Directora Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas Colombia).

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

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