¡Te dije que no te jueras, pero no entendites! Se te metió en la cabeza la idea y ya no pude sacártela. Rete bien que me acuerdo que me dijites, luego de platicar con el Jacinto que recién había llegado del norte: ¿sabes qué vieja? ¡Ya estoy harto de esta vida, harto de estar esperando que llueva pa poder sembrar! ¡mira cómo está la tierra! ¡seca! No hay agua. ¿Qué vamos a hacer sin maiz, sin trapos y sin nada? Nomás mírales los huaraches a los niños, con las correas todas reventadas y amarradas con alambre.

Ya lo pensé bien, me voy pal otro lado, total si me va mal me regreso.

Yo no quería que te fueras Pancho. Me daba re mucha tristeza el saber que ya no ibas a estar conmigo. Y te dije: yo sé que la tierra no da mucho con esta sequía, pero a la mejor, para este año, se nos viene un buen temporal. Recuerda, ya dijo el padre que vamos a sacar a San Isidro por todo el rancho y le vamos a hacer su fiesta ora sí con hartos cuetes. Vas a ver como sí nos va a mandar mucha agua. Yo crioque se a ver enojado porque la vez pasada le echamos rete poquitos. Pero como ya estabas rete aferrado seguites con la mesma canción.

Mira vieja, con el favor de Dios me va a ir muy bien y cuando esté allá te voy a mandar hartos dólares pa que arregles la casa y compres trapos nuevos pa ti y pa los chamacos.

De nada sirvieron mis ruegos, no pude detenerte y luego que vendites la vaca y el becerro hay vas pa allá lleno de ilusiones… y yo me quedé con la esperanza de que te fuera bien y volvieras. Luego pasó el tiempo: una semana, dos y un mes tras otro y no sabía nada de ti. Jui a preguntarle a la Lupe la esposa del Jacinto, pero no me dio razón de nada. Y comencé a extrañarte. Los niños también me preguntaban por ti y yo les decía, no se apuren, pronto va a venir.

Y así fue, pasó como dijites: “si me va mal me regreso”. Y ora que ya estás aquí, dentro de poco la milpa dará harto maiz y tendremos una buena cosecha porque creo que el santito nos oyó. Ha de ver sido por tanto rezo y tanto cuete en la misa del buen temporal. Pero, ¿sabes qué? aunque aiga llovido mucho y vaya a haber harto maiz, me siento muy triste y maldigo la hora en que decidiste irte pa´llá, porque aunque haigas regresado, ya nada va a ser igual. Y no creas que es porque te perdí el cariño. No, Pancho, ¡bien sabe Dios que yo quería que vinieras, pero hacina no, con tu mirada escondida y fría! ¡No, Pancho, no, así no te quiero, dentro de esa caja donde te trajieron muerto!. Así no Pancho.

 

 

 

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