¿Existe otra historia no divulgada de México? Armando Leo Mutio García, dueño de un entusiasmo sensacionalmente nacionalista, cree que sí. Y Armando no es ni por asomo una persona de juicios improvisados. Él, conoce y trata al arqueólogo e historiador Julio Jorge Celis Polanco, hombre que ha trabajado durante los últimos treinta años sobre el cerro del Culiacán y ha demostrado científicamente que el Teoculhuacan (la divina montaña de la cumbre torcida o jorobada) Chicomoztóc (lugar de las siete cuevas), es un lugar íntimamente relacionado con la patria original de los Aztecas, el Aztlán (lugar de las garzas y de la blancura). Se dice que el descubrimiento del Teoculhuacan Chicomoztoc y del Aztlán en el Bajío guanajuatense es actualmente reconocido por la Universidad de Moscú en Rusia y por la Universidad Rey Juan Carlos de España.
Asesorado por el ilustre doctor Román Piña Chan y en base a trabajos inconclusos del famoso antropólogo Paúl Kirchojj, Celis Polanco, inició el trabajo de encontrar la “montaña sagrada”. Y después de realizar una ardua investigación científica produjo un libro que da fe de la misma denominado “La montaña donde nació el Pueblo del Sol”.
Alargar la vista sobre las laderas de cerros vecinos a la “montaña sagrada” puede llevar, por ejemplo, a las ruinas prehispánicas de Peralta. Éstas dan, a cualquier visitante ocasional, una clara visión de la magnificencia constructiva entre tanto promontorio que ahora se aprecia como accidente orográfico cubierto de tierra centenaria. Es de llamar la atención, las largas filas de piedras creando verdaderas terrazas de siembra, olvidadas ya en la modernidad, porque el bracerismo resultó ser más rentable que el pugnar por las ganancias que las tierras labrantías otorgaban. Vamos, la vecindad con la “montaña sagrada”, sin mucho buscarle, es a la vista, real y plena. Pero da la casualidad que en una nación como en la que moramos, donde hay que gastar más en votos de gente para lograr poderes, la historia pasa a ser otro cuento. Y sin remedio, toda persona que visita Peralta llega a saber, a través de los guías nativos, que Antropología e Historia sabe de los numerosos vestigios que pudieran limpiarse y surgir a una y fresca luz nueva de las cosas, pero en seguida se agrega la cantaleta rítmica de la falta de presupuesto.
También parece acontecer que la sociedad postmoderna de Irapuato no tiene prioridad sobre el encuentro de las raíces y sueñan sin equivocar el rumbo, sólo, de lo constante y lo sonante. Vaya, pues, un reconocimiento para esos bregadores ciertos de cultura como Julio Jorge Celis Polanco y Armando Leo Mutio García.
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