Este viernes apareció en algún medio masivo de información, que la Secretaría de Educación del Estado de Guanajuato no se oponía a que se solicitaran aportaciones en las escuelas oficiales, siempre y cuando fueran voluntarias y manejadas por los representantes de los padres de familia.
En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se establece con toda puntualidad, en su artículo 3°, que: “Toda persona tiene derecho a recibir educación. El Estado -Federación, Estados, Ciudad de México y Municipios-, impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior. La educación preescolar, primaria y secundaria conforman la educación básica; ésta y la media superior serán “obligatorias”…” En su fracción IV, dice categóricamente, además, que: “Toda la educación que el Estado imparta será gratuita;…”
A principios del siglo pasado, la Secretaría que tenía la responsabilidad de ilustrar y llevar conocimientos a la población se denominaba “de Instrucción Pública” pero posteriormente se le denominó como actualmente se le conoce.
Ahora, con la indudable y apremiante situación económica que prevalece entre la inmensa mayoría de la población mexicana que la obliga a que tanto padre como madre trabajen para medio mantener a la familia, si no es que alguno de ellos se desatiende de ese compromiso natural, se han visto en la necesidad de dejar a los hijos en casa de algún familiar o que anden al garete o que los “eduque” la calle o… el gobierno, que viene a ser casi lo mismo.
¿Y cómo no va a ser lógico ese actuar de los progenitores si el propio gobierno dice que proveerá, gratuitamente, la “educación”?
Por educación se entiende, fundamentalmente, la acción y efecto de educar; crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes; cortesía, urbanidad; instrucción por el medio de la acción docente.
Por instrucción, dice el Diccionario de la Real Academia, que es el caudal de conocimientos adquiridos; conjunto de reglas o advertencias para algún fin.
La enseñanza, es el sistema y método de dar instrucción; acción o suceso que sirve de experiencia, enseñando o advirtiendo cómo se debe obrar en casos análogos; conjunto de conocimientos, principios, ideas, etc., que se enseñan a alguien; mostrar o exponer algo para que sea visto y apreciado.
Como en otras ocasiones he señalado, la educación es responsabilidad de los padres o tutores, mientras que la instrucción le corresponde, en principio, al Estado y, dado que la Constitución es clara, precisa y contundente al señalar que es gratuita, así sea un “C. Secretario de Educación” quien lo diga, no va a estar por encima de la Carta Magna pues esas “aportaciones” que “pide” la escuela por conducto de maestros o directores, aunque digan que son “voluntarias” y de quien quiera, son para la escuela, misma que es responsabilidad del Estado cuidar, mantener y proveer de todo lo necesario como está plasmado a todo lo largo del artículo 3° de la Ley Suprema.
“Suavemente”; “despacito”; se va acercando esa desafortunada declaración del Secretario de Educación del Estado de Guanajuato, para que en un futuro nada lejano, dichas aportaciones se vuelvan obligatorias a ciencia y paciencia de un pueblo que carece de instrucción y que es amedrentado con la suspensión de que sus hijos no reciban la instrucción a la que el propio Estado está obligado.
Y esto es equiparable a una enorme variedad de violaciones constitucionales que se realizan, como el caso de su artículo 115 en sus fracciones a); b); y otras, siendo el caso de éstas las que se refieren al agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de sus aguas residuales; la del famoso Derecho de Alumbrado Público (DAP) que a nivel de particulares, sale más caro el amparo que se tramite ante dicha arbitrariedad que exhibir esa aportación del DAP toda vez que a nivel empresarial, si les es costeable recurrir en juicio de garantías en contra de esa indebida imposición ya que su obligación le corresponde al Estado vía sus Municipios.
Y así, poco a poco vamos pagando doble tributos pero bueno, creo que sería saludable e ilustrativo que le dieran una buena leída a ese artículo, entre otros, que contiene la muy violentada Constitución
Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida; Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones.