El periódico am (letras en verde) y corredor industrial (letras en rojo) ha expandido su contenido noticioso dispersando más tinta de impresión e incluyendo rincones geográficos del estado que antes no aparecían. Y, claro, ahora se sabe de tantas muertes que el sentimiento no alcanza ni siquiera a ofrecer el rezo de un Padre Nuestro entre tanto cadáver, se informa del llanto de deudos y plañideras que no llegan a escucharse entre la intrincada orografía guanajuatense. Pero bien, sin tratar sólo de personas que por una u otra razón han dejado de existir, se apunta también que hay notas de accidentes lejanos, robos en casas nunca vistas, plagios inmemorables y abandonos que no importan a las sociedades impersonales que ahora pululan por todos lados. Sin embargo, la vida sigue y para el asiduo y ávido lector, el cautivo, es bueno que el diario aparezca en los estanquillos cada mañana y que conserve el encanto del escudriño entre sus páginas hasta encontrar las notas de interés periodístico que se esperan al lado de los crucigramas, los anuncios clasificados y los sudocos.

No obstante, el am como órgano informador que, cómodamente también se compra en algunas bien llamadas tiendas de conveniencia, mantiene una información de interesantes aristas. Muy seguramente el lector consuetudinario hojea por las mañanas y con inmediatez las páginas centrales de la sección a m 2, en la zona de opinión. Y, claro, hace bien en acudir al lugar en donde están las plumas consagradas que escriben sin tapujos sobre los devenires de la vida nacional. Bueno es decir que esas notas, casi siempre diferidas, pierden el valor de la sorpresa contra la información en tiempo real, pero ganan el mérito de un punto de vista experto y juicioso de los aclamados líderes de opinión. Y, a veces, cuando lo no muy trascendente satura al lector, se terminan leyendo las simpáticas y vivaces prosaiqueces de la columna del Catón.

Desde luego que lo publicado por el am satisface honrosamente a la diversidad de los acuciosos clientes que lo prefieren. Y hay ocasiones en que la excelsitud desborda sus columnas, para beneplácito del leedor. Seguramente, usted, estimado lector, apreció la inserción de Juan Villoro del viernes 14 de julio de 2017, titulada “Ocho personas”. Bello escrito, ¿no le parece? El artículo en negrillas tiene impreso lo siguiente: “Elige a ocho personas con las que puedas hablar a cualquier hora por teléfono y que trabajen en otras cosas. Serán tu contacto con el mundo. No necesitas más ni menos: ocho personas”, palabras, de acuerdo a Villoro, de quien fundó el observatorio astronómico de Paranal en el desierto de Atacama, en medio de una absoluta soledad, el italiano Massimo Tarenghi. El documento merece, a no dudarlo, cinco estrellas de las grandotas en su calificación.

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