Luego de haber escrito sobre el artículo de don Genaro Acosta transcrito y publicado en este diario amigo, titulado ‘¿cómo era irapuato hacen 60 años?’ en el que se habla de calles de nuestra ciudad y como continuación de los anteriores escrito míos sobre las calles de Irapuato, ahora me avoco a escribir algo sobre la historia de este día 25 de julio en que se conmemora al apóstol Santiago el Mayor. Este santo apóstol fue muy popular durante el período de la Nueva España y lo fue porque, igual que san Cristóbal (Cristo Val, ‘el que lleva a Cristo’, del que en otra ocasión platicaré sobre este gigante y santo), Santiago el Mayor cuidaba a los viajeros. Recordemos a Santiago de Compostela en la provincia de Galicia, donde se venera a Santiago el Mayor (ahí encuentran sus restos mortales) por parte de los miles de viajeros que, en peregrinación en la provincia de Galicia, en España van, ellos, los llamados ‘concheros’ (porque su símbolo es una ‘concha’ de mar para beber agua en el camino).

Recordemos como en esta región abajeña y regiones cercanas, muchas poblaciones fueron ‘bautizadas’ con el nombre de este santo: Santiago de Querétaro; Valle de Santiago; Silao de la Victoria bajo el patrocinio de Santiago, y más, las que suman alrededor de veinte. Aquí en Irapuato, su fiesta es grande en el barrio de ‘Santiaguito’, barrio muy conservado, con familias muy unidas y ambiente verdaderamente festivo. Día llovedor en el que, casi siempre se les `ceba’ él castillo. Hoy debe haber celebrado el padre Sergio Hernández con el Señor Obispo de Irapuato, Monseñor Enrique Díaz Díaz, en el templo que restauré el año de 1974 cuando era Presidente Municipal el Doctor Roberto Sánchez Dávalos y gobernador del estado el Licenciado Luis H. Ducoing. El capellán del templo era el Padre Eduardo Limón, dependiente de la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad cuyo párroco era Don Magdaleno Olvera Salazar.

La ciudad que, para mi parecer, es más distinguida con ese nombre lo es ‘Valle de Santiago’. Ciudad -y región- privilegiada, la cual, tan cercana a nosotros, debíamos visitarla seguido admirando, recreándonos con tantas maravillas que le otorgó la naturaleza. La conocida como la ‘Ciudad de las Siete Luminarias’ porque en ella se encuentran siete cráteres de otros tantos volcanes que, hasta donde puedo señalar, fueron incipientes y no llegaron a tener vida activa…aunque, como nuestras protuberancias: el cerro de Arandas, el de Bernalejo y otros más, forman una cadena que, unida a la ya mencionada de Valle de Santiago, de hecho significa un eje volcánico que está expuesto a que en algún tiempo, esperemos muy lejano, pudiera convertirse en un ente vivo y peligroso. No olvidemos que todo México es ‘tierra de volcanes’. Suelo el de México, con lagos apacibles y amenazadores volcanes; selva tropical y páramos inhóspitos; costas ardientes y elevadas mesetas; eternos contrastes de la naturaleza forman el marco de los sueños y de los actos de un pueblo tan múltiple y diverso como su geografía.

El escritor Basilio Rojas se explaya y deleita –y a nosotros, igual- describiendo el paisaje del Valle de Santiago y expresa en su libro ‘VALLE, CORAZÓN DEL BAJÍO’: -El viajero que vaya de la antigua Valladolid a la industrial San Luis Potosí, tiene que cruzar de sur a norte la planicie central mexicana del bajío, una de las regiones más interesantes de la república y de las que tienen un historial épico más valioso…Con esa impresión se bordea una pequeña sierra y cuando se ha llegado a su altura máxima se encuentra el “Puerto del Ensueño” sito en medio del Cerro de la Batea y el de San Jerónimo, donde el viajero tiene que hacer un alto para presenciar aquel espectáculo esplendoroso que abajo se divisa y que se extiende en el horizonte con una belleza extraordinaria formando un gran cuadro que va de la tierra al cielo para perderse en el infinito con hermosura singular. Se está en presencia del bajío, junto a su corazón, frente a la prócer ciudad de las Siete Luminarias, donde ningún tiempo impide que la atmósfera se mantenga lúcida, el campo verde y el tierra fértil, como si el característico Cerro de la Batea fuera el Ararat bíblico y la llanura de abajo el paraíso donde el legendario Adán viviera sus primeros días. Desde ahí se puede decir con propiedad –“Dichoso yo cuya fortuna quiso enviarme a este sitio, donde la belleza es tanta que conforta el alma, el miraje tan hermoso que derrama el portento de su bondad dentro de mi propio ser, y hace que cuerpo y ánima, espíritu y materia regocijados se inclinen reverentemente, para ofrendar al hado un suspiro o una lágrima, por tanta dicha como es esta de admirar tan grandioso como bellísimo espectáculo.”

Todo esto escrito tiene como finalidad, uno, el continuar con la historia local y regional nuestra; dos, despertar en nosotros la conciencia de los grandes valores que nos rodean; tres, son ofender a los lectores de este escrito ni a doña Malitzin ‘la Malinche’, reconocer, otorgando prioridad y primacía, a nuestras riquezas; cuatro, invitar e incitar el deseo por hacer turismo en nuestra región; ver con otros ojos a nuestras bellezas naturales, por ejemplo: el cerro de Bernalejo, ¿Ha subido usted hasta su cima? En ella se encuentra una cruz del apostolado de ella, colocada hace años por el padre Alfredo Haro M. Sp. S. con la finalidad práctica de, cada año, el tres de mayo, día en que se conmemora la ‘Santa Cruz’, subir y celebrar la santa Misa en su honor. Igual, no lo haga, pero pudo haber sido asiento de primitivos pobladores de nuestra zona y deben encontrarse restos de los utensilios que usaron como, puntas de flecha, piezas de barro, etc.; no lo haga, repito, pues es un delito federal porque, al hacerlo, destruimos parte de nuestro tesoro histórico, el cual, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tiene la facultad y la obligación de rescatar y conservar esos sitios arqueológicos.

Termino. Espero continuar en mi siguiente escrito. Espero correcciones constructivas de este y sugerencias de temas para mis próximos escritos y sigo estando a las órdenes de quienes, en grupo, deseen realizar una visita guiada por un servidor al centro así como ofrecerles pláticas sobre nuestra historia.

Bibliografía: aparece en las líneas referentes.

Irapuato, Gto., julio de 2017

Arq. Javier Martín Ruiz Cronista de Irapuato [email protected]

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