Antes de comenzar esta nota debo precisar que es de vital relevancia que en cada uno de nosotros, palpite ese afecto por Guanajuato, la ciudad de plata, y además el deseo infinito de recordar sus mejores épocas, costumbres y tradiciones. Para conocer el peso específico de la localidad donde nuestros próceres recorrieron la ruta de la independencia de sus tierras bendecidas por la libertad, detallaré a continuación los establecimientos que vistieron de seda a las damas guanajuatenses.
Definitivamente con el surgimiento del majestuoso Teatro Juárez, inaugurado por el Presidente de México don Porfirio Díaz el 27 de octubre de 1903, comenzó una nueva época en la ciudad, donde sus bellas mujeres de primer nivel se dieron cita en este inmejorable recinto de la expresión de la cultura en sus distintas manifestaciones, ataviadas con sus mejores prendas para presenciar los magnos eventos que se llevaron a cabo en el teatro y precisamente por estas fechas se intensificó la venta de seda en todas sus expresiones destinadas a la confección de vestidos de un mundo de colores y texturas.
De esta forma, aparecieron en Guanajuato seis establecimientos que se dedicaron a importar desde el lejano oriente la fina tela de seda, para ofertarla a las mujeres de esta capital, satisfaciendo sus mejores deseos de vestir elegantemente gracias a la confección con telas de alta costura.
Pues bien, de las seis tiendas que vendieron este artículo cuatro se instalaron en la Avenida Juárez y las dos restantes en la Plaza de la Paz.
En este orden les diré que el Señor don Ángel Alonso Vega era el propietario de “La Violeta” ubicado en la Calle Juárez número 45, por su lado, don Nicolás Ramírez representaba los intereses del negocio mejor identificado como “El Palacio de Hierro” en la misma calle pero con el número 51, por cierto, este noble personaje de gran parecido al actor Juan Orol, tuvo la gran fortuna de ser el ganador del primer lugar del sorteo que año con año lleva a cabo el Tecnológico de Monterrey, haciéndose acreedor a una lujosa casa y un flamante automóvil.
En tanto, en esta avenida del centro de la localidad en el número 1, encontramos la tienda “La Unión” coordinada por Ávila y Compañía, años más tarde surgió “El Ancla de Oro” por este mismo rumbo en el número 55 estando al frente don Mateo Guerrero, por su parte, la tienda “El Cisne” también ofertaba la seda desde su lugar de establecimiento en Plaza de la Paz 56 destacándose la figura de Faustino Ayala y finalmente ubicamos “El Ancora” en la misma plaza en el número 44 siendo su dueño don Isaac Dabbah.
Por otra parte, deseo recordar otros giros comerciales que pasaron a formar parte de los anales de la historia de Guanajuato, pudiendo citar a algunas zapaterías que igualmente contribuyeron al embellecimiento de las damas de esta capital, destacándose en la Avenida Juárez las siguientes: La Unión, La Surtidora, La Primavera, La Nacional y El Choclo, por la Calle de Alonso encontramos también El Borceguí y La Esperanza.
Recordando a algunas panaderías donde nuestros ancestros surtían la despensa se distinguieron por la famosa Avenida Juárez las siguientes:
La Vizcaina de Gregorio Camarillo, La Estrella de Arturo Bailleres, La Purísima de Alfonso Casillas y La Estrella de Gabino Gaona, pero también figuraban por otros rumbos: El Palacio de Cristal, Panadería Francesa, El Mejor Pan, El Vapor, La Bola y La Orizaba.
Por la década de los treinta se contaban con los servicios técnicos de los ingenieros Ponciano Aguilar, Tiburcio Álvarez, Manuel Aranda, Carlos Martín del Campo, Manuel Camarena, Jesús García Trujillo, de igual manera, se distinguieron los siguientes médicos: Carlos Valdés, José Ruíz Santoscoy, Enrique Romero, Eugenio Yllades, Enrique Hernández, Manuel González y Jorge Fernández Molina.
Sin duda, surgieron abogados de primer orden y me gustaría recordar a algunos de ellos, tales como, Rafael Araiza, Luis Felipe Bustamante, Alberto Cortés, Manuel Cortés, Rafael Corrales, Joaquín Chico, Manuel Díaz, Euquerio Guerrero, Nicéforo Guerrero, Alejando Ibargüengoitia, Agustín Lanuza, Manuel Villaseñor, Enrique Romero, Manuel Moreno y Enrique Leal Guerrero.
Tres importantes papelerías aparecieron en la ciudad, la de Alfonso Cué de la Fuente “La Esperanza” en la Plaza de la Paz No. 8 e incluso años después la trasladó a la Avenida Juárez 36 y cambió de nombre a “La Enseñanza” y la de don Everardo Ruíz Ocampo en el mismo centro de la ciudad, por supuesto, no olvidamos la de Donaciano Espinosa “El Toro” en la Avenida Juárez 33. Finalmente deseo citar las tlapalerías de mayor éxito en la localidad, iniciando con El Nuevo Mundo de Plácido Esparza, El Toro de Donaciano Espinosa, La Parra de Isidro Rendón, El Faro de Socorro Soto, La Galarza de J. Remedios Chavoya y en cuanto a las neverías de mayor impacto podría citar al Salón Royal de Arturo Gómez, La Costeña de Pedro Gutiérrez y la de don Adolfo Martínez en las propias instalaciones del Cine Reforma.