El pasado domingo por la noche, en el Teatro Dolby de Los Ángeles, California, se llevó a cabo la ceremonia más esperada de la temporada de premios de la industria hollywoodense: Los Premios de la Academia. Si bien se esperaba con gran expectativa la posible coronación de Roma de Alfonso Cuarón, Yalitza Aparicio y Marina de Tavira, Green Book se llevó el óscar a la mejor película, después de haber sido duramente criticada por considerarse una película que aborda la discriminación hacia las personas afrodescendientes contada desde la perspectiva de las personas blancas.

Green Book narra la historia de uno de los tours al sur estadounidense del pianista Don Shirley (Mahershala Ali) a finales de 1962, en el que es acompañado por Tony Vallelonga (Viggo Mortensen), un hombre blanco, como su chofer y asistente. Entre otros, la película comete el error de hacer mayor énfasis en la experiencia de Tony Vallelonga y su transformación en su forma de pensar acerca de la discriminación racial, en contraste con la menor atención prestada a Don Shirley, quien debía ser el personaje protagónico. Sin embargo, hay escenas en el filme que estimamos merecen ser analizadas a detalle, pues invitan a la reflexión de actitudes discriminatorias que siguen vigentes hasta nuestros días.

En primer término, la película desenmascara atinadamente algunos estereotipos disfrazados de gentileza. En particular, la preparación de pollo frito en una cena de personas blancas como homenaje al pianista, recuerda a las ocasiones en que se recurre a la utilización de prendas de origen indígena o de música de artistas queer en eventos conmemorativos de organismos públicos como muestra de apoyo a las poblaciones indígenas o LGBTQ+.

Del mismo modo, la discusión de Shirley y Vallelonga sobre identidades y privilegios, es un recordatorio sobre las todavía existentes formas de operar de las élites en sus aparentes intentos de ser incluyentes. En esta escena, Don le recuerda a Tony que sus posibilidades de convivencia con la élite estadounidense están limitadas a sus minutos en el escenario, pues al dejar de interpretar, la sociedad se encarga de regresarle a su posición original de estigmatización y violencia. De forma similar, ¿cuántas veces hemos presenciado la organización de muestras artísticas de personas con discapacidad, de personas indígenas o dragshows de mujeres trans en que se les percibe como un objeto de entretenimiento, dejando detrás cualquier intención de incluirles efectivamente en la sociedad?

A su vez, destaca la frase empleada por uno de los miembros del trío de Shirley para explicar a Vallelonga las motivaciones del pianista para seguir tocando frente al público blanco. Ante la duda de Tony, le contesta que, desde la perspectiva de Don, se requiere coraje para cambiar el corazón de las personas. Un mensaje que cuestiona el uso que le damos a nuestros privilegios, pues el mejoramiento en las condiciones de vidas de estos grupos es posible únicamente en la medida en que cuenten con personas aliadas pertenecientes a los grupos privilegiados.

Así pues, si bien Green Book puede analizarse con ojos críticos hacia su producción, guión y difusión, la película también contiene elementos que suman a la causa por la diversidad y la inclusión, necesarias en un contexto como el mexicano en que la mayor parte de la población ha sido discriminada a causa de su apariencia, características e identidades.

Amicus, “Derechos humanos por el cambio social”
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