Los debilitados miembros del PRI, (Partido Revolucionario Institucional), sin bombo y menos con platillo, acaban de celebrar los 90 años de ese organismo, tomando en cuenta al padre, Partido de la Revolución Mexicana y al abuelo, Partido Nacional Revolucionario.
Como el tsunami electoral del primero de julio anterior los dejó en condiciones deplorables, sin caudillo y sin banderas, hoy tratan de cobrar aliento para rehacerse.
Pero, a nuestro modesto ver y claro entender comienzan mal y hasta diríamos que pésimamente.
Le tienen miedo a la verdad histórica y por lo mismo los discursos con que aderezan sus eventos huyen del autoanálisis, la autocrítica asfixiaría más su organismo por lo que se empalagan con una fraseología casquivana, insulza.
En todos los discursos al respecto que se me han hecho llegar, no hay nada inclusive de ideología lo que en un buen sentido se explica ya que la Revolución fue movimiento armado, violento y mortal para buena parte de la población de ese tiempo, pero nunca estructura ideológica.
En un intento de rigor analítico se puede aproximar el cardenismo a la izquierda, tibio seguidor del marxismo; el alemanismo una derecha entramada por intereses personales y de grupo, López Mateos izquierda dentro de la Constitución, con los apenas exabruptos de Manuel Moreno Sánchez.
Díaz Ordaz pasional, incapaz siquiera de entender los fenómenos políticos, sociales y menos el brote de ideas en su tiempo. Echeverría un populista sin estructura, influenciado en mucho por los arrebatos de sus consejeros, uno de ellos Porfirio Muñoz Ledo, badajo o péndulo de varios regímenes.
Luego los llamados liberales o neoliberales hijos del pragmatismo que destruyeron incluso lo poco equilibrado que en un momento dado se logró antes de don Luis.
López Portillo, quien defendió el peso como un perro, pero literalmente tragándoselo. Salinas -Carlos- repartiendo los bienes nacionales a sus socios o amigos y por esa década la lápida del Fobaproa sobre un pueblo sometido y manipulado.
¿Cuántos errores, tropiezos, desatinos, abusos, torpezas, crímenes cometieron en ese lapso que sin matracas recuerdan los celebrantes? Nada, porque cierran los ojos al pasado para no ver que ellos mismos llevaron a las proximidades de la tumba al organismo político al que pretenden darle respiración de boca a boca.
Ejercieron, por casi un siglo, lo que Vargas Llosa llamó la “dictadura perfecta”. Con la oposición en muchos casos heróica pero jugaron con ella al gato y al ratón. Le ponían el queso y luego la aplastaban porque los mecanismos electorales ellos los dictaban, aprobaban y aplicaban.
La cadena nada visible pero sí palpable, que los ataba sutil y hasta amorosamente, era la de los intereses creados entendido que, como postulara Carlos Hank González: “Un político pobre es un pobre político”. Luego entonces había que forrarse de recursos. Lo que por cierto aprendieron también no pocos opositores que presumían de impolutos. ¿O no?
Pues sí, de pronto apareció el mecanismo de los moches, en donde los albiazules estuvieron más que involucrados; varios líderes del Gallito (PDM) Colorado amasaron fortuna que hoy ostentan sin rubor alguno; pero ese el otro tema como el engaño foxista y el desencanto calderoniano que se alimentaron y ejercieron más abajo de la medianía.
Estamos en el PRI, que con Peña Nieto a la cabeza del grupo Atlacomulco, recuperó el poder y hasta tuvo en sus manos a la oposición toda. Pero luego se desplomó por los abusos tan enormes y visibles cuanto por los desatinos con que manejó el partido, PRI, al que le quitó “candados” y le impuso candidaturas políticamente sin la menor fijeza y escasas ya no de ideología sino de un programa mínimo.
El aspirante priísta a gobernador en Guanajuato, ni asesorado por los mejores politólogos, pudo levantar su campaña con la fajarse sus pantalones.
Hoy los tricolores, sin ver siquiera someramente lo que hicieron mal o peor, predenden renovarse para lo cual no encuentran la cuadratura.
Los antiguos o modernos dinosaurios, que por cierto no se han extinguido, ya asoman sus cartas, entre las que está hasta un ex rector de la UNAM, que no pudo limpiar el campus ya que las “islas” siguen infestadas de viciosos y el auditorio Justo Sierra lo dejó en poder de uno cuantos rufianes; ese personaje que también levantó la mano para ser candidato presidencial por el PRI, ahora quiere ser la cabeza visible del partido.
Hasta Manlio Fabio Beltrones, que dejó en bancarrota al tricolor, se asoma por ahí.
Y, decía, en torno a los que pretenden llegar, están los dinosaurios, con recursos, presiones para jugar su partida oportunamente entendido que a la hora de las negociaciones algo les va a tocar, a ellos y sus alfiles.
Los priístas colmilludos, saben mover las piezas, adivinan para dónde va la marea y entienden que un priísmo aunque escuálido, da mucho, para eso están allí los sectores: obrero, campesino, popular, burocrático, que no han dejado de ser productivos; ahora ya no de votos tanto como en el pasado, pero sí de recursos monetarios.
Curiosamente a la mejor carta priísta, la han dejado casi sola. Ivonne Ortega Riancho, ex gobernadora de Yucatán, quien por cierto pacificó a su estado desde el principio de su ejercicio. Juega por la libre, sin aparentes apoyos. Eso ¿da a entender que no es transista o manipulable?. Apoco los dinosaurios la advierten como peligro para sus nada ocultos intereses.
Este fenómeno electoral interno del PRI va a ser algo que puede llevar a los tricolores definitivamente a la tumba, se rehacen para ir al juego electoral con otros métodos, o se brincan a Morena, que ya muchos lo han hecho sin que signifique un salto mortal supuesto que caen parados y hasta son premiados.
Ya lo veremos.
Nota marginal: Bien por la actitud del Gobernador de Aguascalientes, Martín Orozco. Para evitar el sobajamiento y burla a las autoridades legítimas, distintas a Morena, orquestado por los seguidores de AMLO en donde se presenta. Alguien tenía qué ponerle el cascabel al gato.
Ese Gobernador se animó a no presentarse al evento populista. López Obrador se quedó con la plaza y, con un palmo de narices. La pregunta ahora es: en ese plan ¿qué sigue? Nada más hay dos caminos: respeto mutuo o confrontación, que es en estos casos la orillita de la violencia