Más de 100 días después de iniciado el gobierno formal de Andrés Manuel López Obrador, la oposición sigue en la lona.
Si bien AMLO tomó protesta el 1 de diciembre, gobierna, de facto, desde el día en que arrasó en la elección presidencial, tras las reuniones que su equipo de transición sostuvo con la administración de Peña Nieto, y por su control del discurso político, que nadie ha podido enfrentar.
Ha habido intentos que se desarticulan: el de la malograda alianza de Javier Corral con Enrique Alfaro; el de la iniciativa privada que opositaba la cancelación del Nuevo Aeropuerto, o el más reciente, también atribuido a Javier Corral, gobernador de Chihuahua, y del cual poco a poco muchos de los señalados en una publicación del diario Reforma se fueron deslindando.
Sorprendentemente, o tal vez no, lo que puede verse es que la oposición al gobierno es el propio gobierno, con sus cuestionables decisiones: la cancelación del NAIM, y las polémicas en torno a las estancias infantiles, más las que se acumulen.
A eso habría que añadir el llamado “fuego amigo” que se vive al interior de Morena, con personajes como Ricardo Monreal y Martí Batres, que por decir lo menos, no se llevan bien, eso en el plano Legislativo, y las diferencias que pueda haber entre integrantes del gabinete, que si bien no son sorprendentes basta recordar cómo Felipe Calderón no toleraba a Santiago Creel en el gobierno de Vicente Fox, sí evidencian que no se vive una luna de miel en el Gobierno de la llamada Cuarta Transformación.
Para como pintan las cosas, el PRI seguirá con sus intentos por seguir viviendo con el respirador artificial que le dejó su más reciente paso por la Presidencia.
El PRD se concentra en saber si sobrevivirá más allá de 2021, el PES en que le hagan el “milagrito” de revivir, el Verde, como la rémora que ha sido siempre, ahora pegado a Morena, diciendo a todo “sí, señor”, y el PT, quizá el menos preocupado por correr riesgo alguno.
Luego están el PAN y Movimiento Ciudadano, los dos partidos de los que ya se esperaría algo: un discurso articulado, una postura madura y renovada, una narrativa moderna. Pero ninguno lo ha hecho.
El PAN parece más preocupado por lo que pasa en Venezuela y en legitimar a Juan Guaidó, que en deslindarse de una vez por todas de la sombra lastimosa de los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, para empezar.
En tanto, Movimiento Ciudadano, con esfuerzo aislados del legislador Jorge Álvarez, que no trascienden las redes sociales, vive anclado a lo que pueda lograr el gobernador Enrique Alfaro, quien ni siquiera fue capaz de gestionar con audacia la crisis del desabasto de gasolina, quemando un cartucho político valioso al enfrentarse a la Federación, a diferencia de lo que hizo Diego Sinhue, gobernador de Guanajuato.
Sigo pensando que la oposición, por necesidad y conveniencia, llegará, al menos hasta 2020, de los medios de comunicación y la iniciativa privada.
Pero entonces, ¿para qué gastamos tanto en los partidos políticos?
Y ojo, ya Morena tiene un plan para disminuir a la mitad el presupuesto del que dispondrán los partidos, según anunció Tatiana Clouthier.
Si los partidos no se transforman, ¿desaparecerán?
Y la oposición partidista, ¿para cuándo?
El autor es Director Editorial de Quinto Poder.
Twitter: @memocrois