Trascendió en la información de varios medios de comunicación, que el jueves por la mañana, se reunieron en privado 40 empresarios en un conocido hotel de la localidad. El objeto de este cónclave fue el de analizar y exigir resultados a las autoridades ante los robos, asaltos y extorsiones.

Muy a su estilo estridente y con lenguaje directo el empresario constructor Ismael Plascencia Núñez, ahora presidente de la Canadevi, prorrumpió en quejas y reclamos a las autoridades locales y estatales, pues aclaró que pese a que muchos hechos delictivos de este tipo no se llegan a denunciar, aún así la estadística revela que las denuncias se incrementaron durante el 2018 y durante lo que va del presente año. 

Conjuntamente con otro empresario, Eduardo Villanueva del Grupo Inmobiliario Sadasi aseguraron que han contabilizado sólo entre el año pasado y éste cerca de 117 atracos a las empresas de ambos. (am 15/03/2019 Sección A)

Nos parece que el reclamo conjunto de este grupo social empresarial es muy válido y contundente; si bien Plascencia Núñez ha mostrado durante su trayectoria simpatías y hasta acercamientos con el Partido Acción Nacional, que permanece en el poder tanto municipal como estatal durante casi seis lustros, ahora sí se apartó de su reserva crítica a estos gobiernos y se sumó a la protesta de sus pares.

Inclusive insinuando colusión de policías en los robos, de ahí que recordara el relato de un compañero abogado, digamos que de una ciudad, por ponerla de ejemplo, como Durango, que paso a exponer.

El abogado a quien llamaremos Arturo Saldaña, con especialidad en Derecho Penal y Criminología, hace años tenía a su cargo junto con su equipo de colaboradores, la defensa de uno de los principales delincuentes conocidos por su actividad de robo en casa habitación, comercios y empresas en aquella localidad.

Empero durante el transcurso del proceso a que estaba sujeto el experto en robos, casi a punto de su entonces cierre de instrucción, salió de vacaciones durante cinco días aprovechando uno de los llamados “puentes” que se conjuntaron con dos días inhábiles y cuando regresó con su familia, se percató que había sido atracado su domicilio, de donde se llevaron hasta “al perico”. 

Al día siguiente fue a presentar su denuncia, pero también tenía una diligencia en el juzgado penal del asunto referido, para lo cual envió a uno de sus colaboradores, quien para justificar la ausencia del titular tuvo que platicarle al detenido que le habían robado en su casa al licenciado y aquel preso se mostró muy interesado y le dijo que por favor fuera a visitarlo de inmediato el Lic. Saldaña. 

El abogado colitigante dio el recado pertinente y cuando mi amigo el Lic. Saldaña hizo la visita correspondiente, su cliente le dijo “déme su domicilio, dónde y cuándo fue el robo y yo le llamo para darle instrucciones”. 
Así lo hizo el abogado Saldaña y a los dos días recibió la llamada de su cliente desde el reclusorio quien le avisó que esperara en las próximas 24 horas un camión de mudanza con todas sus pertenencias y que por favor hubiera alguien en su casa para recibirlas y les dieran a los muchachos una propina.

El abogado Saldaña me platicó que no creía tal promesa de su cliente, pero ¡oh! sorpresa, al día siguiente por la tarde antes de oscurecer llegó lo prometido, muebles, tv, refrigerador, aparatos de sonido, aparatos electrodomésticos, objetos de arte y decorativos, joyería, etc., y que le aclararon de parte “del patrón” que como no sabían cuáles cuadros o pinturas eran las de él, que fuera a la bodega ubicada en un domicilio que le proporcionaron por la carretera a Zacatecas y ahí escogiera tres de su gusto. 

Sin aún poder creerlo, el abogado Saldaña continuó relatando que acudió al reclusorio al área de locutorios para dar las gracias y al pedirle una explicación, el fascineroso le detalló cómo estaba organizada el hampa para esos menesteres en esa localidad.

Dijo que estaba dividida en cuatro zonas o polígonos de acuerdo a los puntos cardinales, en cada una había un jefe responsable con sus respectivos equipos y un jefe de jefes era el que controlaba todo.

Que no tuvo más que hacer una llamada telefónica en sus claves y pedir el favor, dando el domicilio y la fecha y hora del atraco, que para ello contaban con la coordinación de altos mandos policiacos a quienes se otorgaba periódicamente una cuota y la lista y horarios de domicilios seleccionados para atracar y el compromiso era no patrullar durante al menos tres horas los lugares elegidos, para que pudieran trabajar a gusto.

Pero en caso de alarma, alerta o llamado de auxilio al presentarse al lugar de los hechos, no hubiera detenciones aunque se frustraran esos robos; que un equipo o célula asignada a determinado domicilio tenían asegurada su paga hubiera o no prosperado el robo.

Pero eso sí, tenían que entregar todo el botín obtenido en los lugares previamente preparados para recibirlo y si le llegaban a meter mano a una parte del producto del hurto, no lo contarían. Y así funcionaba todo el sistema en la ciudad. 

Como al mes y medio el abogado Saldaña logró la libertad de su defendido, quien quedó muy agradecido. 

No sé si sería una fantasía de mi amigo Arturo, o una realidad; pero eso sí, ni pensar que eso hubiera sucedido hace años aquí en León o estuviera sucediendo, como lo señalan los empresarios.

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