En dos años veremos una nueva batalla política por nuestro estado en las elecciones del 2021. Con el presidente Andrés Manuel López Obrador en la boleta, con la disposición del presupuesto federal en programas asistenciales, Morena se apresta a conquistar Guanajuato.

Lo saben el Gobierno y su partido el PAN, que ha gobernado Guanajuato durante los últimos 28 años.

Si fuera una guerra de recursos, Morena tendría todo de su lado para ganar la legislatura local y buena parte de los municipios. Se dice que en programas de apoyo a adultos mayores, a jóvenes sin empleo y otros programas, la federación podría destinar entre 10 y 20 mil millones al año.

Aunque todavía no se publica con exactitud, porque hasta para repartir dinero se necesita organización, sabemos que el estado no puede competir con los recursos federales y sus programas de apoyo directo.

Baja California, que ha sido gobernada por el blanquiazul se da por perdida en las encuestas electorales de este año, lo mismo que Puebla. El PAN nacional no aparece por ningún lado como una oposición real ante la popularidad de AMLO que llega al 80%, algo no visto desde el dominio del PRI en los sesentas.

El PAN estatal está perdido en la ausencia de liderazgos, salvo el del mismo gobernador Diego Sinhue Rodríguez. La concentración de poder puede ser útil para gobernar y decidir rápido, pero se convierte en una complicación cuando hay que competir por alcaldías y distritos.

¿Dónde reside la oportunidad del PAN y su gobierno para permanecer en el poder?

Hay una ventana de tiempo. Son 24 meses para pacificar al estado, para dar resultados en el “Golpe de Timón” con la seguridad pública. Si las líneas de la estadística no cambian, a final del año tendremos el año más sangriento desde la Revolución. Sería una tragedia insostenible y de profunda inhumanidad.

Guanajuato, a diferencia de otros estados como Nuevo León o Coahuila, no tiene deuda pública. Cuenta con la oportunidad de recurrir al crédito para armar una verdadera campaña de seguridad y además invertir en obras de infraestructura sensibles para la población. 

¿Cuánto vale la paz? Si nos dijeran que con un cheque de 10 o 20 mil millones de pesos en dos años podríamos regresar a la tranquilidad perdida, no habría gobernante que no lo expidiera aunque fuera endeudándose. 

Cierto, el dinero no lo es todo en la estrategia de pacificación, pero es una gran ayuda, sobre todo cuando se administra bien, no como el fallido Escudo de Miguel Márquez

Hoy el Gobernador puede ayudarse de su Congreso y pedir prestado el dinero para comprar un futuro de paz. Con el crédito se adelantan los bienes para gozar desde el presente y ¿qué bien puede ser más importante que la tranquilidad de la población?

Necesitamos más policías, más equipo y mejor tecnología para dar respuesta inmediata a las ciudades en crisis. No podemos esperar a la formación de la Guardia Nacional, ni descargar todos los problemas en la Marina o el Ejército. Debemos invertir fuerte y a largo plazo para restituir la seguridad pública perdida.

Los beneficios superarán cualquier inversión que se haga, cualquier deuda que se adquiera.

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