Soy una persona de la tercera edad que cada semana leo sus artículos porque me gustan, quiero felicitarla y también quiero preguntar porque no entendí bien qué quiso decir la semana pasada con que las pensiones son injusticia. ¿Por qué injusticia? Yo ya recibí la primera y están por darme la segunda, no pienso rechazarla, pero me molestaría pensar que es injusto tenerla.
OPINIÓN
Gracias por leer mis artículos y por tu felicitación que me es muy grata. Ahora pasemos a la pregunta. Por favor, lee hasta el final.
Creo que es bueno recordar que mis opiniones son psicológicas y no políticas, y el artículo que mencionas se refiere al equilibrio entre el dar y el tomar, teoría expuesta por Bert Hellinger, el creador de Constelaciones Familiares.
Según este autor, el equilibrio entre el dar y el tomar es indispensable para que existan las relaciones y está en la base del bienestar individual y de los grupos. Dice que los humanos interactuamos constantemente dando y tomando sin fin unos de los otros. Damos tiempo, miradas, halagos, amor, bienes materiales… o desdenes, ofensas, descalificaciones y cosas desagradables.
Cuando una persona da, la que recibe se siente comprometida a corresponder de la misma manera. Si la invitaran a cenar, tal vez ella haga una invitación igual. Lo mismo en lo desagradable: si una persona ofende a otra, ésta siente ganas de responderle en igual tono y a veces lo hace, restableciendo el mencionado equilibrio.
Cuando se intercambian cosas bonitas, positivas, la relación es dichosa, con armonía; si el intercambio es desagradable, la relación continuará adelante pero cada vez más dañina y tóxica.
Si el dar y el tomar termina, la relación acaba. En cambio, mientras los miembros de una relación sienten “me debes” o “te debo” y está vivo el impulso a regresar al equilibrio, esa relación perdura, aunque físicamente no estén cerca. Esto explicaría que haya personas y parejas que después de haberse dejado incluso por años, no pueden “cerrar” el capítulo y dedicarse a vivir el presente, quedándose atoradas en una deuda que no siempre es consciente.
Quien da pero toma poco o nada, se siente superior y se vuelve intolerante, tal vez despectivo. Sería el caso de algunos comportamientos altruistas y de los abnegados.
Quien recibe y no corresponde porque no quiere o no puede, se siente inferior y “no visto” en su dignidad, se vuelve rencoroso o se va resentido. Como en el caso del miembro de la pareja que el otro hace sacrificios para pagarle sus estudios y al terminarlos, huye.
La excepción a lo anterior es la relación padres-hijos y maestros-alumnos. No se pueden corresponder debidamente, siempre hay desequilibrio. Éste se recupera cuando el hijo a su vez pasa la vida y da a sus propios hijos, o el alumno enseña o da a la sociedad un servicio con sus conocimientos.
En las pensiones es similar, se da el mismo desequilibrio y hay que corresponder. Algunas personas sienten que “pagan” con su voto, y las que no aceptan percibirse comprometidas de esa manera necesitan encontrar otra para dar a su alrededor, no el dinero de su pensión sino dádivas de cualquier tipo, el que sea, con tal de no quedarse identificadas con la impotencia, el sentirse menos o el “no ser vistas” en su dignidad.
En la tercera edad este equilibrio entre dar y tomar sigue siendo importantísimo, baste pensar en ancianos que siempre tienen una palabra alegre, un consejo amistoso, un pequeño servicio que ofrecer, y aquellos que ya no quieren dar nada, sólo recibir, exigen atenciones o visitas y lo que dan es mal humor y reproches. Unos y otros están marcando la pauta de cómo se les va a tratar.
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