Si ustedes estimados lectores se han asomado al texto de esta columna quizá sea porque, al igual que yo, estamos acercándonos o recién pasamos la mitad de la séptima década de la vida.
Pareciera además que el título es una pregunta torpe, pues uno tiene la edad que tiene y se mide en años de manera general.
Pero los hallazgos de un estudio publicado este marzo por la Dra. Angela Yang en la revista The Lancet Public Health, que midió la esperanza de vida en diferentes países y de la carga de la enfermedad en su población, me motivaron a platicarles del tema.
Más aún ahora que el Dr. José Luis Palacios Blanco está coordinando la edición de un libro titulado “La Ruta de la Plenitud”.
La conclusión del estudio demuestra -como la frase popular- que no es tanto el modelo sino el kilometraje, a saber, las personas de 76 años en Japón y las de 46 años en Papua Nueva Guinea tienen el mismo nivel de problemas de salud relacionados con la edad que una persona “en promedio” de 65 años.
Demostrando que entre los países -y quizá dentro de ellos- hay una brecha de 30 años que separa las edades más altas con las más bajas, teniendo como base el estudio de 92 tipos de enfermedades “relacionadas con la edad”.
Esta disparidad, sostiene la becaria postdoctoral en el Centro de Tendencias y pronósticos de Salud de la Universidad de Washington, muestran que el aumento de la esperanza de vida en las edades mayores -acá se dice adultos en plenitud- puede ser una amenaza o una oportunidad para el bienestar de las poblaciones, dependiendo de los problemas de salud, relacionados con el envejecimento que la polación experimenta, independientemente de la edad cronológica.
Las implicaciones en la formulación de políticas públicas de todo tipo son muchas, dado que los problemas de salud relacionados con la edad pueden llevar por ejemplo a una jubilación anticipada, una fuerza laboral más reducida y un mayor gasto en salud.
Todos los actores, gubernamentales, universitarios y sociales, entre otros, que influyen en los sistemas de salud, deben tener muy presente en qué momento las personas comienzan a sufrir los efectos negativos del envejecimiento.
Estos efectos negativos incluyen funciones deterioradas y pérdida de capacidades físicas, mentales y cognitivas resultantes de las 92 condiciones analizadas por la Dra. Yang, cinco de las cuales son enfermedades transmisibles y 81 no transmisibles, junto con seis categorizadas como lesiones.
Esta métrica se conoce en el mundo de la medicina como “Carga Global de la Enfermedad”, ahora relacionada con la edad, medidos como años de vida ajustados por dicapacidad -DALY-, que cuantifica la pérdida de vida saludable por las 92 enfermedades estudiadas desde 1990 hasta 2017 en 195 países y territorios.
En 2017, las personas en Papua Nueva Guinea tenían la tasa más alta de problemas de salud relacionados con la edad en el mundo con más de 500 DALY por mil adultos, cuatro veces más que las personas en Suiza con poco más de 100 DALY por cada mil adultos.
La tasa en los Estados Unidos fue de 161,5 DALY por mil, siendo la tasa de México mejor que la de Unión Americana.
Un tema importante del estudio, es la demostración que la carga de la enfermedad disminuyó con el tiempo en todas las regiones entre 1990 y 2017, lo que representa reducciones en las muertes y la graveda de la enfermedad de los problemas relacionados con la edad, pasando ahora el problema a temas como la seguridad social, las pensiones y la atención a la salud en enfermedades como la cardiopatía izquémica, la hemorragia cerebral y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
En Guanajuato, la esperanza de vida en mujeres aumentó de 74.4 años en 1990 a 79.0 en 2017; en los hombres de 68.6 años en 1990 a 73.3 años en 2017.
Las 10 principales causas de muerte y discapacidad registradas en DAYL´s en la población fueron Diabetes (1,275), Enfermedad Renal crónica (1,658), Violencia interpersonal (1,564), Enfermedad isquémica del corazón (1,540), Enfermedades neonatales (1,301), Lesiones en caminos (940), Cirrosis (826), Defectos congénitos (767), Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (653) y Alteraciones por dolor de cabeza (648).
Culmino contestándoles a mi propia pregunta, soy de 62 años y me siento de 50 años, agradeciéndoles a mis médicos Dr. Guadalupe López Arroyo y Dr. Efraín Leriche Aranda Torres, a sus colaboradores, a mi esposa Elvia, a mi familia y a mi bolita de amigos todo lo que hicieron en los últimos 12 meses para que hoy me sienta de campeonato, agradecido y bendecido por mi salud. Y usted ¿Qué edad tiene? ¿Qué opina?
Fuentes:
1) www.thelancet.com/public-health, Vol 4 March 2019.
2) http://www.healthdata.org/mexico-guanajuato