La mayor bomba de tiempo que tiene AMLO en su sexenio es que la economía no crece y el gasto sí y que explotará por las crecientes e impagables pensiones a jubilados. Sí. El sistema corporativista priista creó un engendro que consume el presupuesto público: el sistema de pensiones para los burócratas. Éste fue diseñado para un País que ya no existe: esperanza de vida de 55 años cuando ahora es de 20 años más, y para la compra de los votos de los trabajadores al ser el gobierno generoso con sus contratos colectivos. Pero hoy el gobierno ya no resiste el pago de las pensiones, ni nosotros, empresarios y profesionistas, quienes los sostenemos al pagar los impuestos.

El monto destinado por el gobierno federal al pago de pensiones, intereses por servicio de deuda y participaciones a estados y municipios representa casi la mitad del presupuesto. Hoy, casi todos los ingresos petroleros apenas alcanzan para las pensiones. La plataforma petrolera disminuye y es urgente liquidar a miles de trabajadores de Pemex. El País está perdiendo oportunidades para las mayorías cuando tiene que pagar a pocos privilegiados los recursos que tanto nos hacen falta para crecer. Si somos un País de jóvenes destinaremos en el 2019, más recursos para pensionados de CFE, Pemex y SNTE que a la inversión productiva que es la que provoca la productividad.

Es cierto que son derechos adquiridos, privilegios obsequiados a sindicatos y trabajadores por el PRI durante décadas para sostenerlos en el poder, pero estos obsequios a los trabajadores, ningún país los puede resistir. Tampoco empresa pública o privada que otorgue pensiones en edades tan tempranas, pues de los 45 a los 50 años están disfrutando ya de vacaciones, con un escenario de pagarles al menos 30 años más. Este sindicalismo mafioso e ineficiente provocó y consiguió, prebendas que limitan el crecimiento económico.

Datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) indican que la proporción del presupuesto destinado a dichos rubros sigue creciendo creció respecto al mismo periodo de años anteriores, pues en 2015 fue de 31.9 %, en el 2016 de 35.3 %, de 38% en el 2017 y del 40% en el 2018. Es decir, el gobierno se encuentra “estrangulado” por la gran cantidad de recursos que destina a estos apartados, que representan una gran presión a las finanzas públicas y restan eficiencia presupuestal a la federación. Es cierto que estos gastos son irrenunciables, el gobierno no puede dejar de pagar pensiones y por ley tiene que entregar recursos a los estados y municipios; pero son gastos que siguen creciendo y que detienen la prosperidad de todos.

El gobierno tiene frecuentemente presiones de parte de sindicatos como la CNTE y de grupos de burócratas que exigen mayores recursos económicos cuando el País se nos hunde y cae la recaudación fiscal que grava a los de siempre, -al segmento que pagamos el impuesto sobre la renta y el impuesto al valor agregado, y el impuesto predial, y el impuesto a la nómina y el impuesto al activo. Pero ahora, a diferencia del pasado, el gobierno ya no tiene contrapesos; quedan solo la sociedad junto a los medios de comunicación, buscando como recurso la transparencia y la rendición de cuentas.

Entre otros pagos que reciben los burócratas se encuentran la capacitación, los estímulos a la puntualidad y asistencia, los incrementos por antigüedad, préstamos hipotecarios y de corto plazo, fondos de ahorro, vales de despensa, ayuda para lentes, maternidad, primas de vacaciones, etc. y muchas prestaciones más que ni en sueños se otorgan en el sector privado. Muchos servidores públicos que laboran en la CFE, Pemex, IMSS, universidades públicas, SEP y muchas dependencias públicas, no conocen el esquema de contratación y productividad del sector privado. No saben de lo que se vive afuera. Tampoco saben que su esquema de contratación hace inviable financieramente a esas entidades por los enormes pasivos laborales que generan, pues deberemos mantener por décadas a millones de jubilados en un esquema es que es insostenible, dado que menos jóvenes cotizan y muchos se jubilan jóvenes.

Con nuestros impuestos deberemos pagar en los próximos 30 años a casi 25 millones de jubilados, es decir, de cada 3 de quienes nos mantenemos en activo debemos mantener con impuestos a uno de ellos. Cuando hoy la economía crece al 1.5%, las transferencias públicas para pensiones se incrementan cada año 15 a 20%. Solo los pasivos laborales de CFE y Pemex representan el 15% del PIB y sumados maestros e IMSS nos lleva al 55% (alrededor de 7.5 billones de pesos). Nadie sabe para quién trabaja, pero los contribuyentes de las clases medias y altas tienen a un enorme y jubiloso socio: la burocracia que se jubila joven y que estará por décadas exigiendo que los profesionistas independientes, los microempresarios, las empresas pagadoras de impuestos, los mantengamos cargando ese enorme fardo a cuestas. El gobierno federal ya hizo rescate financiero de los pasivos laborales de CFE, Pemex, ISSSTE y universidades públicas, pasándonos la deuda a todos los mexicanos.

* Director de la Universidad Meridiano
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