Las noticias del presidente López Obrador nos rebasan. Una tras otra, es difícil digerirlas al mismo tiempo. Se han anunciado cambios en la Cuarta Transformación que no termino de entender y que me causan temor e incertidumbre.

Un ejemplo de ello es el anuncio del presidente López Obrador de crear un modelo post neoliberal que demuestre que la modernidad puede ser forjada desde abajo sin excluir a nadie. Así también expresó que la pesadilla de la política neoliberal, política económica de pillaje, antipopular y entreguista quedaba abolida.

Ante mis escasos conocimientos en economía me puse a investigar lo que significa “neoliberalismo”. Resulta ser un modelo económico liberal dentro del sistema capitalista en el cual los mercados son abiertos y fomentan el libre comercio. 

Este sistema supone que la administración privada es más eficiente que la administración pública, lo cual favorece a la privatización de bienes y servicios. En temas de salud, educación e infraestructura, la iniciativa privada participa y la intervención del Estado disminuye.

¿Qué tiene de positivo el neoliberalismo? Según unas respuestas: El fortalecimiento del sector financiero y el mercado de valores; aumento del PIB y PIN; aumento de las exportaciones, servicios de calidad. 

Y ¿de negativo? La venta de empresas nacionales, pocos incentivos para empresas pequeñas y medianas; sobreexplotación de recursos naturales e incapacidad del gobierno para generar empleo; poca presencia de programas sociales a sectores vulnerables y escasa inversión en transporte público.

AMLO propone el post neoliberalismo diciendo que: Deberá de generarse bajo conceptos como el de honradez y honestidad, paz y justicia, no intervención, no discriminación, democracia, no migración por violencia y pobreza, entre otros”.  

Esto suena bien, pero no bastan las buenas intenciones, hay que tener presente que países socialistas fallaron por querer dirigir la producción sin tomar en cuenta las condiciones del mercado, ya que tiene un proceso propio que no se puede controlar. 

Por otro lado, los aspectos mencionados como negativos estuvieron mejor en el modelo neoliberal debido al mal manejo de gobierno. Cuando las ventas de empresas nacionales pasaron a particulares, éstas mejoraron, por ejemplo, Teléfonos de México. En tiempos de ser empresa de gobierno esperabas años para conseguir una línea telefónica. En el punto que se refiere a explotación de recursos naturales y la contaminación, el Estado debe regularlas y castigar el incumplimiento.

En México requerimos un modelo que dé resultados en el desarrollo del país. El pillaje y raterismo tuvo su espacio en el sector gubernamental que en algunos casos compartió con el sector privado, dando lugar a los famosos moches y conflictos de intereses. 

Hoy se requiere una integración de ambos sectores dentro del marco de legalidad y honradez de la que habla el Presidente y que tome en cuenta a la población más pobre y desprovista de oportunidades, pero no se trata de que ahora todos los servicios sean manejados por y desde el gobierno. 

Apenas ayer una amiga venezolana que radica en su país pudo comunicarse al chat después del apagón y comenta lo siguiente: Estamos aferrados a la oración, rogando a Dios salir de este desastre lo más pronto posible& no se puede permitir por nada del mundo que en ese hermoso país que es México pase algo parecido& es demasiado fuerte& y muy injusto& no dejar que todas las instituciones del gobierno caigan en manos de los partidarios del presidente& lo que pasó en Venezuela es que ellos fueron secuestrando las instituciones y entonces el Presidente podía hacer lo que le viniera en gana&”. 

El economista Pablo Dávalos define el posneoliberalismo como un sistema en el que “el Estado vuelve a adquirir la dimensión de agente rector de la vida social y lo público se coloca encima de lo privado”, pero advierte, que es un sistema en el que se “corre el riesgo de encubrir y legitimar prácticas gubernamentales que lesionan los derechos de los trabajadores, destruyen el tejido social, cooptan a las organizaciones sociales en el interior del aparato del gobierno, expanden la frontera extractiva y criminalizan las disidencias”.

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