“A nombre del Estado mexicano, les ofrezco una disculpa pública por la violación a sus derechos, en el marco del uso excesivo de la fuerza por el que fueron privados de la vida sus hijos Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, por los elementos del ejército mexicano. […] Les ofrezco una disculpa pública por el daño a la imagen, el honor y la buena fama […] derivadas de las falsas imputaciones por diversas autoridades del Estado mexicano y por la alteración de la escena del crimen”

Lo anterior es un fragmento de las palabras pronunciadas por Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación, en un acto de disculpa pública reciente ofrecida. En 2010, hubo una serie de narco bloqueos en Monterrey. El 19 de marzo de ese año, la violencia alcanzó las inmediaciones del Tecnológico de Monterrey y cobró la vida de dos personas. En un principio, se dijo que el ejercito mexicano había abatido a dos narcotraficantes que estaban armados hasta los dientes que fueron abatidos. No fue así. Después se descubrió que eran estudiantes de excelencia de dicha institución educativa, y se sostuvo que murieron en el fuego cruzado. Sin embargo, luego se supo que habían sido arrastrados, golpeados y les habían dado hasta un tiro de gracia. Se preguntarán de qué sirve dicha disculpa.

La disculpa pública es una medida de reparación. Busca, fundamentalmente, restituir a una víctima de violación a de derechos humanos en su dignidad y reputación, procurar que no se vuelvan a repetir esas acciones y esclarecer la verdad. Algunas de estas medidas pueden incluir el reconocimiento de los hechos y aceptación de la responsabilidad; la búsqueda y entrega de restos de personas; sentencias que declaren la responsabilidad de las autoridades; preservar la memoria de las víctimas, a través de monumentos y, por supuesto, la sanción de los responsables.

En este tipo de actos, el Estado reconocen el incumplimiento de sus obligaciones el la protección y garantía de los derechos de las personas. También, indican lo importante que es reparar el daño que han causado. Asimismo, se busca restablecer la reputación de las víctimas, ya que esto permite, en conjunto con otras medidas y no de forma aislada, reivindicar su dignidad.

Si bien pareciera que este tipo de acciones no tienen gran trascendencia, hay que recordar que, en sociedades tan afectadas por la violencia como la nuestra, fungen como declaraciones de gran significado y ayudan a cerrar heridas generadas por los conflicto. Con la difusión en la prensa, se potencian sus efectos. El perdón a quienes han perdido a un ser querido, fortalece los procesos de duelo.

En un país donde las instituciones de procuración y de impartición de justicia son ineficaces, donde la violencia es causada por particulares y por las autoridades, donde las personas han perdido toda posibilidad de recuperar la normalidad de sus vidas, una disculpa pública puede, al menos, reivindicar un compromiso con la verdad y fortalecer los procesos de duelo.

Amicus, “Derechos Humanos por el cambio social”

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