Los médicos residentes son los más explotados pero los menos atendidos en el sector salud. 

Porque acaban de terminar la carrera. O porque acaban de terminar la especialidad. O porque acaban de terminar la subespecialidad. O porque son jóvenes. O porque no se tragan las palabras. Siempre hay una razón. 

Pero el lunes dijeron ¡BASTA! y miles de ellos, en al menos 24 entidades, entraron en paro, porque durante varias quincenas no les pagaron sus sueldos (a pesar de que trabajan hasta 36 horas seguidas), porque no les pagaron o les descontaron de sus nóminas un bono sexenal, y porque jurídica y fiscalmente están en el limbo: reciben trato de becarios, pero tienen exigencias de servidores públicos, nada más y nada menos, servidores públicos que tienen la responsabilidad de salvar vidas. 

Mientras hay servidores públicos que se quedan dormidos en una curul (diputados), otros que cobran, pero no trabajan (aviadores) y unos más que no hacen nada (a esos llamémosles simplemente huevones), los médicos residentes, que estudiaron medicina y luego eligieron una especialidad (pediatría, ginecología, cardiología, etc.) y después una subespecialidad (es decir, estudian todavía algo más, mientras trabajan), los astros se alinearon para no pagarles. 

Hartos de la situación, previa y actual, decidieron suspender las actividades no urgentes en hospitales de todo el país, en tanto no se pagara a todos los médicos residentes, más de seis mil en todo el país, sus honorarios y bonos. Y que los legisladores, en este caso será la mesa directiva de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, determine si se les tratará como profesionales o no. Porque eso sí, de lo que les pagan (cuando se les paga a tiempo), les descuentan impuestos. 

En México, siempre el eslabón más débil es el sacrificado, el desatendido, el olvidado, el que se deja al último. Existe en todos los ámbitos. 

Bueno, pues en el sector salud son los médicos residentes, esos jóvenes recién llegaditos de las Escuelas de Medicina listos y dispuestos para atender todo lo que se le ocurra a la Secretaría de Salud, los más “negreados” y al mismo tiempo olvidados. 

Basta con corregir una Norma Oficial para que esos médicos, que igual pueden salvar una vida o recibir mentadas de madre por no haberla salvado o recibir el agradecimiento de una familia por haber atendido a un recién nacido, para que las cosas cambien, para bien. 

El gobierno de Enrique Peña Nieto, en noviembre pasado, emitió un oficio que los lanzó más lejos en el limbo, sí, más lejos aún de lo que ya lo estaban. 

El Gobierno actual tiene la oportunidad de enmendar décadas de flagrancias, abusos y excesos, con voluntad y trabajo. 

La vida, la correcta atención médica de los mexicanos y la formación de doctores en las mejores condiciones laborales, tendría que valerlo, ¿no cree usted?

El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborador del periódico am en la Ciudad de México.
Twitter: @memocrois

[email protected]
 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *