En un proyecto llamado “Construye una cultura de paz desde tu hogar”, que realicé con mi equipo de trabajo en varias zonas de la ciudad como Las Joyas, San Juan Bosco, El Coecillo, León I, Chapalita y Arboledas, surgieron varias observaciones al impartir talleres a madres y padres de familia.
El objetivo del proyecto era contribuir con conocimientos y dinámicas para que los padres de familia pudieran educar mejor a sus hijos y fomentar formas de relacionarse basadas en el respeto, tolerancia e igualdad para mejorar sus relaciones familiares y prevenir la violencia dentro de la familia.
En los talleres que se impartieron se planteaban varias preguntas hipotéticas; una de ellas era: Si tu hijo/a llega con malas calificaciones, ¿qué le dirías? Las respuestas no se hacían esperar y rápidamente contestaban que les dirían “burros”, “buenos para nada”, “tontos”, “flojos” y hasta les podrían dar una paliza.
Resultaba sorprendente que las mamás y papás no se percataran de lo ofensivo de sus palabras y las consecuencias que estas descalificaciones tendrían en el futuro de sus criaturas, afectando de una forma negativa su concepto de sí mismos. Se observaba claramente una normalización de la crianza con violencia.
No me sorprendió que la coordinadora general del Pacto por la Primera Infancia, Aranzazú Alonso Cuevas, señalara que las principales causas de tristeza de los niños mexicanos menores de 12 años de edad, son la desatención, el maltrato y el abandono. Dijo también que esos puntos abarcan una serie de conductas, tales como que los pequeños estén solos, vean poco a sus papás porque éstos pasan mucho tiempo en el trabajo o que los ignoren o les retiren el habla como forma de castigo e incluso, de manera más grave y muy recurrente, la violencia física.
Fueron muchos los testimonios de pequeños que decían sentirse tristes cuando sus mamás les pegaban con un palo o su papá con el cinturón. Hubo niños de 2 años que ya hablaban de violencia física.
Los resultados que arrojó el Primer Ejercicio de Participación Ciudadana por la Primera Infancia, realizado junto con la Secretaría Ejecutiva del Sistema de Protección Integral para Niños y Adolescentes, son ya una base de datos duros que certifican y avalan esta terrible forma de educar de muchas mamás y papás mexicanos. Lo más importante de estos resultados es que servirán de base para elaborar políticas públicas que hagan conciencia en padres, madres y cuidadores sobre los efectos del abandono, el maltrato y la violencia y poder darles mejores herramientas para el cuidado y la crianza. En efecto no es que sean malos padres o madres, sino que no conocen una mejor forma de disciplinarlos y educarlos. Muchas veces recurren a los golpes por coraje y falta de control de la ira, además de un gran desconocimiento para lidiar con diferentes problemáticas que se presentan. La presencia de alcohol, adicciones, pleitos entre padres, así como entre padres y tíos provocan también conflictos familiares que afectan a las y los pequeños.
Todos estos datos que atestiguan la tristeza de niñas y niños mexicanos y que afectan su desarrollo podrán servir para que el gobierno y sociedad pongan más empeño en el fortalecimiento de las familias, creando ambientes seguros, estables y amorosos.
La felicidad de las niñas y niños consiste en pasar buenos momentos con su papá, mamá y disfrutar de relaciones familiares positivas. El diseño de políticas públicas debe contemplar que las madres y padres tengan habilidades para una crianza respetuosa y cariñosa y que gocen de tiempo para el juego y la convivencia.