Esta semana el gobierno del presidente AMLO declaró desierta la licitación para construir la refinería de Dos Bocas. Con el cambio de modelo económico de neo liberal a neo keynesiano, es hoy el Estado mexicano quien quiere realizar las obras públicas. En el pasado, Pemex y CFE, -incluso las Secretarías de Estado-, diseñaban y construían, solo que esto fue fuente de corrupción y encarecía las obras y las retrasaba. Cantidad de historias se podrían contar de este antecedente.
Desde fuera parece que es un acto voluntarioso o de necedad que el Presidente ordene hoy que sea el gobierno quien construya a refinería. ¿Por qué en las décadas anteriores se evitó esto? Es cierto que para que se hicieran en tiempo y forma las obras, se sub contrataba a empresas privadas y extranjeras y así fuimos perdiendo la capacidad de diseñar y construir. Sub contratar fue una solución pertinente siempre y cuando estuviera exenta de corrupción y esto fue lo que sucedió.
La ingeniería mexicana tiene y ha tenido, la capacidad de diseñar y construir puentes, hospitales, presas, centrales termoeléctricas y refinerías, solo que el gobierno es poco eficiente; los costos fijos y las plazas sindicales, acababan con cualquier proyecto. A diferencia de las empresas privadas, los tiempos en el gobierno son lentos y la seguridad de una plaza y un sueldo limita (y a veces evita) la productividad. Es la realidad. Actualmente, el gobierno en sus tres niveles es enormemente ineficiente para construir. La duplicidad de organismos de supervisión y control, hacen que las obras se encarezcan por el mecanismo de las licitaciones. Supervisiones externas, contralorías, auditorías externas, todo se carga al costo indirecto, resultando en obras caras y mal hechas. Al construir la UTL (Universidad Tecnológica de León) comparé con los costos de construcción de la Universidad de la Salle Bajío y ellos construían a la mitad de costo y de tiempo.
La corrupción que permea toda la vida nacional provoca el encarecimiento de las obras públicas. Los “diezmos” que se pagan a funcionarios públicos para ganar obras, los sobre precios, el mecanismo perverso de tener techos financieros altos, todos en conjunto, encarecen las obras. Así, se puede constatar que un edificio de escuela pública es enormemente más caro que el que realiza una asociación civil privada; que una obra de urbanización que hace el gobierno es más cara que la que hace un particular. ¿Entonces será mejor regresar al pasado para que sea el propio gobierno quien lo haga?
Después de 40 años, México intentará construir una refinería. Ni las 3 empresas líderes en el mundo aceptaron el techo financiero ni el tiempo de construcción que exige AMLO. ¿podrá hacerlo Pemex con el aparato burocrático más caro e ineficiente del País? Lamento opinar que no. Formé parte del equipo de ingenieros de diseño de plantas termoeléctricas y de ciclo combinado de la Comisión Federal de Electricidad; esos grupos técnicos, al igual que los de Pemex, desaparecieron en los años 90 al decidirse que el diseño y construcción se hiciera por parte de empresas privadas nacionales y extranjeras.
Actualmente estas empresas ya tienen en jubilación a los técnicos que realizaban estas labores.
¿Es buena decisión la del Presidente de refinar nosotros? México tiene un saldo negativo en su balanza comercial de energía; importamos el 80% de las gasolinas que consumimos; estrictamente sería más barato pagar por refinar en el extranjero que en México. Tendríamos que construir una refinería muy eficiente y operada con criterios empresariales, para que Pemex hiciera negocio con la nueva refinería. Si lo vemos en términos financieros, construir una refinería para reducir la importación y darle “valor agregado” a nuestro petróleo, es una medida lógica, noble, soberana, pero requiere que se haga la refinería con costos menores que los que tiene una empresa privada. Y esto, nunca lo ha podido hacer el gobierno. En el periodo neo keynesiano de los 60 a los 80, el gobierno quebró a cantidad de empresas públicas que eran rentables: refinerías, altos hornos, puertos industriales, fideicomisos turísticos, etc.
Construir Pemex la refinería, es una decisión financiera que combina rendimiento y riesgo; construir Pemex y la Sener, tiene aparentemente un menor costo (y por tanto mayor rendimiento), pero implica un riesgo mayor, pues México desmanteló hace 3 décadas los equipos de ingeniería que antes diseñaban y construían refinerías. Seguramente habrá respuestas de las calificadoras de deuda de Pemex y por tanto, del País. El criterio para declarar desierta la licitación (invitación restringida) fue claro y no es difícil si se quiere, obligar a que esté desierta. Basta con que el gobierno establezca criterios muy difíciles de cumplir. Todos queremos que le vaya bien al País si le va bien al gobierno, pero esta es otra de esas decisiones que son de alto riesgo y en que es muy probable que el Presidente se tope una vez más, con la voluntariosa realidad.
* Director de la Universidad Meridiano
[email protected]