El apetito para constituir nuevos partidos se ha desbordado. Los primeros promotores rebasaron el número de 100. Luego se redujeron a 80; o sea, que arriba de 20 no pasaron el primer obstáculo.

De los que persisten en el empeño pueden ser grupos con cierto número de seguidores, por lo que sea, pero están en la fila, como el de Elba Esther, la llamada “maestra” quien ahora con sus nietos, mueve esa pinza encaminada, es advertible, a hacer con el sindicato (SNTE), en la otra mano, presión o negociación.

Esa personita, recuperada al 100, tiene tanto poder y vigencia política, que la exoneraron de culpas procedimentales a grado de que le devolvieron los bienes multimillonarios que, preventivamente, se le habían incautado.

Debemos entender, por lo tanto, que el Panal resucitará con nueva fachada.

¿Al servicio de quién va a estar? Echen los lectores a volar su imaginación para encontrar respuesta.

La promoción que da pena ajena es escabezada por Margarita Zavala.

Ella intenta formar el partdo “México Libre”, empero no tiene ni basamento ideológico y menos estructura.

La señora viene de una auto-derrota y no mide, ni ella o sus estrategas (politólogos), si es que cuenta con ellos, los tiempos, espacios y actitudes que tiene que sobrepasar a efecto de que adquiera, en nueva aventura, respiro político.

Como candidata independiente en las pasadas elecciones federales, sus planteamientos resultaron muy pobres o sin signo alguno. Ni  el mínimo impacto. Tuvo actuación en los debates que participó, por abajo de una lamentable medianía.

Su retiro, por falta de visión y estrategia, dejó prácticamente en el aire a sus seguidores. No fue capaz ni de negociar y menos orientarlos. Los perdió irresponsablemente. 

Ahora vuelve a nueva cruzada, con ese fardo a cuestas. Los crédulos que la sigan van a ser muy pocos, porque además, en este nuevo empeño no señala directrices estratégicas y menos conceptuales ante un gobierno unipersonalista y avasallador.

La experiencia última para Margarita Zavala, en León, fue campanada  de alerta. No logró reunir asistentes para una asamblea distrital formal. Acudieron varios de sus amigos ¡pero en número resultaron insuficientes ante las exigencias de la ley.

¿Desencanto? Probablemente no, porque se trata de una mujer tenaz, pero ese coscorrón debe hacerla meditar respecto a los caminos que ha de seguir, más ahora que la oposición se esfumó prácticamente para ser contrapeso, positivo claro, frente a una realidad de régimen unipersonal.

¿Un movimiento cívico recio, fuerte, popular? Tal vez; pero con liderazgo comprometido y lejos -lo que se antoja difícil- de la sombra de Felipillo, que en nada le ayuda sino todo lo contrario.

Quienes arañan, como pueden, los nuevos apetitos electorales, son algunos viejos sinarquistas. Buscan constituir otro partido político. Después del PDM, lo han intentado tocando puertas una y otra vez.

En las pasadas y recientes elecciones la jugaron, a la chita callando, con José Antonio Meade. No les fue bien, por lo que ya sabemos. Si el priísta hubiese ganado, esos negociadores estarían en los cuernos de la luna. Ordeñando la vaquita otra vez.

Quieren varios de ellos, los que se entronizan como guías, otro partido, porque es lo que deja dividendos, aún como asociación, la ordeña no es nada despreciable. En esa plantilla de líderes hay quienes jamás han trabajado y, sin embargo, viven holgadamente.

¿Pueden alcanzar legalmente la formación de un nuevo registro electoral? ¡Imposible!, porque algunos militantes ya entrados en años que aún forman en sus filas, aprendieron a impedir que se les manipule en provecho de los vivales, que donde quiera los hay, sobre todo en los partidos políticos. No de ahora sino de siempre.

Démosle seguimiento a los casi 80 que quieren registro, para ver, al final de la jornada, que nada más aprovecharán algunos apoyos económicos, para luego perderse en el mundo de la nada.

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