En mi juventud los héroes máximos eran Superman y Batman. Vibrábamos de emoción cuando vencían a los malos y más de una soñaba con ser rescatada de algún siniestro volando por los aires en brazos del Hombre de Acero. Nuestros jóvenes han cambiado de héroes y son los Avengers quienes luchan contra el mal ahora. Ha sido tan popular el último filme de estos personajes que ha ocupado el sitio más taquillero en la historia del cine nacional, sobrepasando a la muy conocida película de “Coco”.

Aunque los protagonistas de este afamado filme logran conectar muy bien con el público y está salpicado con dosis de humor, en lo personal la cantidad de peleas y escenas violentas me parece cansada e intensa. Pero entiendo que los jóvenes de ahora necesitan más escenas de acción para entusiasmarse. El nombre de “Vengadores” tampoco me gusta porque me da una percepción negativa, pero creo que es precisamente ese término el que le ha dado fuerza y atractivo a los miles de fans de estas secuelas.

En la antigüedad se tenía un sistema de justicia natural; las vendettas en Italia, el katakiuchi de los samurái en Japón, el víglóoi en Islandia, eran venganzas que tenían como finalidad restaurar y satisfacer el daño cometido y desalentar malas acciones. Cuando el Estado deja de ejercer su función, y aquí nos referimos específicamente en el combate a la inseguridad, nuestro sistema legal no permite ejercer la justicia por propia mano. De igual manera, cuando el Estado deja de ejercerla, la población comienza a organizarse y a ejercer acciones en defensa propia.

Cuando los delincuentes difícilmente son capturados o los pocos detenidos quedan libres al poco tiempo para continuar impunemente sus atracos, la ciudadanía se frustra y decepciona del proceder de los encargados de mantener el orden. Ante el vacío de autoridad, negligencia de las autoridades o falta de voluntad política, grupos de colonos se organizan levantando muros o agenciándose su propia vigilancia. Cuando las leyes y el sistema punitivo no funcionan surgen ciudadanos que suplen estas carencias.

Los Avengers no se cuestionan lo que es justo o no, ni a cuál ley suprema apegarse. Simplemente ven que el universo está en peligro y una fuerza muy poderosa y maligna se vuelca contra la humanidad y deciden unirse para detenerla. Así un grupo de personas extraordinarias integran a vengadores, guardianes, hechiceros, sin reparar en tamaño físico, sexo, color de la piel, raza, para librar las peleas que solos jamás podrían ganar. Los héroes más poderosos del universo se unen para enfrentar la amenaza más letal de toda la historia.

Los héroes y heroínas no buscan infligir dolor a quienes están alterando el orden universal, tampoco son actos de placer, ni satisfactorios al ejercer violencia, en realidad el tema es de defensa contra un ataque bestial en el que los atacantes también gozan de súper poderes.

Es claro que las películas de acción no son precisamente para la reflexión, sino para causar emoción. En el trasfondo de esta saga se percibe la preocupación de falta de justicia y desamparo, que a través de las proezas de los Avengers se transforma en el triunfo del bien sobre el mal.

Algo del tema de esta película que es rescatable es el trabajo en equipo de todos los héroes y heroínas, ya que en las primeras aventuras Los Avengers no estaban organizados como en los últimos filmes. Iron Man prefería actuar individualmente, y solo hasta que se dieron cuenta que unidos era lo única forma de ganar la batalla lo hicieron. Por eso ante la desorganización Capitán América utiliza el grito de batalla de Thor ¡Vengadores unámonos! y así la fantasía de Avengers nos lleva a una realidad en la cual todos y todas debemos ejercer el afamado llamado a la unión para exigir justicia.

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