¡Qué polémica se dio cuando las autoridades de la CDMX anunciaron una política de uniformes escolares “neutros”. Se desataron miles de comentarios y del tema se pueden sacar muchas aristas. La crítica más fuerte fue el decir que los niños podrían usar falda, lo cual opacó y distrajo del beneficio que este nuevo reglamento aporta para las niñas.
Cuando me enteré de esta noticia recordé la carta de una jovencita que narraba que durante parte de su vida había luchado contra un sentimiento que no sabía cómo llamarlo hasta que pudo identificarlo como un sentimiento de inferioridad. Su percepción es que las diferentes luchas de México a través de su historia han sido luchas en vano, ya que al final del día la lucha más importante sigue aún sin terminar: la igualdad entre el mexicano y la mexicana.
Y el escrito continúa diciendo: “En mi escuela me dijeron que estaba prohibido hacer trabajos en el piso porque al estar sentadas, la falda del uniforme se levantaba y podría distraer a los hombres; me dijeron también que en invierno la única opción que tenía para cubrirme del frío era usar mallas (que no servían para nada) o usar pantalones de vestir, pero de ninguna manera pantalones “pegaditos” porque marcaban más la figura de la mujer, y una vez más, los hombres se podían distraer. Intenté hablar con una maestra y expresarle mi pensamiento, pero no tuvo caso, ya que ella me dijo que esas decisiones las tomaban para cuidar de las mujeres y que no hubiera faltas de respeto. Y hoy le agradezco a esa maestra porque gracias a ella me di cuenta que necesitaba el feminismo en mi vida. Quiero que el mexicano se quite esa idea que lleva cargando desde hace tantos años de que la mujer cumple únicamente un rol; quiero que la gente entienda que estudio psicología porque me apasiona y no lo hago “mientras me caso”, quiero que tú, mujer, llegues a ser CEO de cualquier empresa que te imagines y puedas ganar lo mismo que un hombre porque se han preparado de la misma manera; quiero que cortes tu cabello de la manera que más te guste y te vistas de la manera que te haga sentir mejor; quiero que hables en clase y que tus opiniones acerca de política y economía sean tomadas en cuenta; y si sientes que tu vocación es quedarte en casa y cuidar de tus hijos, quiero que lo puedas hacer sin miedo a ser juzgada. Quiero estar segura de que mi palabra y mi opinión valen, y quiero que tú también estés segura de eso. Quiero dejar de escuchar que mi ropa es una distracción para los hombres, y también quiero que tú lo escuches. Creo en la educación y creo que es ésta la que al final nos dará a todos oportunidades por igual, por las cuales seguiré luchando y espero tú también lo hagas”. Me parece que el sentir de esta joven es muy respetable y nos ayuda a ser empáticos con las circunstancias de las chicas.
El hecho de que las niñas puedan llevar pantalones a la escuela en cualquier época del año y no sólo cuando hay clase de deportes es un gran adelanto para sus derechos y es de mucha importancia. A través de la historia ésta ha sido una lucha constante. En el siglo XIX, las mujeres comenzaron a usar una especie de bombachos ceñidos a la rodilla para sus paseos en bicicleta. Y en 1880, en Estados Unidos, las mujeres usaban falda pantalón para montar a caballo. En plena “fiebre del oro” de San Francisco las mujeres exigían el derecho a usar pantalones. Los incómodos corsés y las faldas pesadas restaban movilidad a las mujeres, además de ser antihigiénicas debido a que por lo largo se arrastraban en la tierra. El uso generalizado del pantalón en la mujer no llegó hasta el periodo de guerra. En ese entonces se necesitaban mujeres para trabajar en labores que antes sólo hacían los hombres. Fue así que les brindaron los uniformes y overoles necesarios para el trabajo. En 2012, después de una intensa presión de los ciudadanos canadienses, la Policía Montada Real de Canadá anunció el cambio de su política sobre las mujeres, en donde se “permitiría” el uso de pantalones en ocasiones de gala. Ahora tocó a las escuelas mexicanas la opción de poder usar pantalones en cualquier temporada.