La ciudad de Nueva York siempre es asombrosa. Sus altos rascacielos, su multiculturalidad que te permite opciones de una amplia gastronomía, las miles de lenguas que se escuchan en un vagón de subway (metro), una gran variedad de obras de teatro y espectáculos culturales, museos con creaciones fantásticas y un parque central hermoso con frondosos árboles, jardines y lago. Caminando por las avenidas se puede escuchar desde el ruido escandaloso de patrullas y claxons de conductores desesperados hasta las notas sutiles de un violinista tocando en una esquina.
La semana pasada tuve la oportunidad de disfrutar de esta gran ciudad que podría resultar un poco tétrica por las miles de bolsas de basura que se apilan en cerros en las banquetas, pero me tocó presenciar una ciudad llena de colorido y festividad por la conmemoración de los 50 años de las revueltas del Stonewall Inn que se celebran con el Pride Parade (Desfile del Orgullo). Los parques estaban circundados por miles de banderitas de colores del arco iris, los museos exhibían inmensos lienzos de estos coloridos, el edificio emblemático de la gran biblioteca pública decorado con una gran lona con los mismos colores y con la frase “Libraries are for everyone” (bibliotecas para todos/as), las tiendas departamentales y grandes marcas con publicidad que transmitía mensajes de apoyo e inclusión a la comunidad LGBT promoviendo la igualdad de derechos y con frases como “Siente orgullo por ser quien eres”, y lo que más me sorprendió fue el apoyo que brindaban las iglesias con anuncios enarbolando la bandera del orgullo y con letreros que decían ” Queridos amigos, amémonos los unos a los otros, el amor viene de Dios”, 1, Juan, 4-7.
Todo el ambiente lucía muy festivo y la gente se veía eufórica y emocionada. Pero detrás de esa efusividad hay una historia de discriminación, menosprecio y humillación que ha causado y sigue causando mucho dolor a quienes son considerados diferentes por tener una orientación sexual hacia el mismo sexo o una identidad sexual que no corresponde al sexo de nacimiento. Este desfile pretende “visibilizar” (poner de manifiesto) que existe una comunidad que ve el mundo de un modo distinto al establecido, una comunidad humana de mujeres y hombres con derechos a ser tratados con igualdad y respeto.
Previo al desfile los medios de comunicación mostraron entrevistas de jóvenes que han sido expulsados de sus hogares y padecen rechazo familiar por haber dicho a sus padres que eran gays. Quizás por esa razón un señor que se puso una camiseta que decía “abrazos de papá” se hizo tan popular, ya que se había formado una larga fila para recibir un abrazo reconfortante de aceptación y cariño. Testimonios de adultos mayores dieron a conocer el sufrimiento que padecieron por haber llevado una vida secreta y oculta que les impedía actuar como eran en realidad.
Hace 50 años en el bar de Stonewall, un grupo de jóvenes gays fue agredido por la policía de NY. Hartos de las persecuciones decidieron defenderse y enfrentar el abuso policiaco. Este hecho fue el inicio de una rebelión que dio a conocer el sentir y necesidades de la población LGBT, dando origen al movimiento de defensa de sus derechos. En este desfile 2019 la Policía de NY pidió disculpas reconociendo que esas agresiones nunca debieron haber existido. El alcalde de la ciudad participó en la marcha expresando su solidaridad.
“En un mundo donde las personas LGBTQIA + continúan experimentando una profunda opresión, la Marcha del Orgullo de la Ciudad de Nueva York es un faro de esperanza y comunidad”, dijo el director de la Marcha del Orgullo de la Ciudad de Nueva York, Julian Sanjivan. Es importante que esta marcha así sea vista y vaya más allá de los coloridos trajes, carros alegóricos y excentricidades curiosas que hacen único este desfile.