AMLO conmemoró este lunes un año de su triunfo electoral en un ambiente en el que predomina la falta de contrapesos políticos y la división entre quienes lo aman y lo odian.
López Obrador encabezó un evento en el Zócalo de la Ciudad de México, frente a miles de sus simpatizantes, y enumeró los que según sus datos, son los logros más importantes de sus primeros meses como presidente de México.
Sobre la división, existe desde la campaña electoral, o mucho antes. Se ha acrecentado en redes sociales y no parará. Incluso podría anticipar que se verá magnificada por los medios de comunicación que no recibirán publicidad oficial y encontrarán en el golpeteo sistemático al gobierno de AMLO un salvoconducto para legitimarse ante las audiencias, lo que no por cierto hicieron en los sexenios anteriores.
Además de ello, claro está, el encono fluctuará, negativa o positivamente, en función de los aciertos o errores del Gobierno federal: la inseguridad, la inversión económica, el tipo de cambio, la relación con Trump, el combate a la pobreza, etc.
Más grave me parece la falta de contrapesos: el PRD parece destinado a desaparecer, el PAN perdió las gubernaturas de Puebla y Baja California y muestra solidez únicamente en Guanajuato y en menor grado en Yucatán y Chihuahua (en Querétaro ya casi va de salida), mientras, Verde, PT y alguna otra cosa que chupe sangre de nuestros impuestos se pliegue a Morena por conveniencia, que no por convencimiento.
Del PRI ni hablar, no son capaces ni de organizar su propia elección interna para elegir a un nuevo dirigente.
Es ahí donde han emergido las cámaras empresariales, asociaciones civiles, ONGs y activistas, con un personaje clave entre los más visibles: Claudio X. González Guajardo, cabeza de Mexicanos Primero y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, dos ONGs, una que dice estar interesada para trabajar en aras de mejorar le educación del país, y la otra, para generar investigaciones y periodismo de largo aliento, como no se realiza en los medios “tradicionales”.
Guajardo es hijo de Claudio X. González Laporte, uno de los empresarios a los que AMLO siempre se ha referido como uno de los integrantes de lo que llama “La Mafia del Poder”.
En cuanto la burbuja de la elección estalló, el globo del triunfo de López Obrador fue a más. Hay encuestas que señalan que mantiene su popularidad y nivel de aceptación. Otras dicen que ha perdido terreno.
Si fuera el caso que su aceptación disminuye, no existe un opositor claro que lo capitalice.
Si va en ascenso, la chiquillada y la llamada “Mafia del Poder”, debería ir contratando abogados, porque más vale prevenir que lamentar.
El repliegue, silencio o incapacidad de los partidos para hacer frente a Morena, sugiere que un año después de que tras el primer triunfo de un candidato no postulado por PRI o PAN, el sistema político, económico y social de México, todavía no se acomoda.
Y no, con tuits no lo van a arreglar, señores. Pónganse a trabajar, porque este país necesita contrapesos, no bots que den retuits o likes en Facebook.
El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborador de am en la Ciudad de México.
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