Disney anunció esta semana que la actriz Halle Bailey será quien protagonice la nueva versión de su clásico La Sirenita. De acuerdo con el director de la película, Rob Marshall, la joven estadounidense fue elegida para desempeñar el rol de Ariel por que “posee esa rara combinación de espíritu, corazón, juventud, inocencia y sustancia, además de una voz gloriosa, todas las cualidades intrínsecas necesarias para desempeñar este papel icónico”.

Según lo explicado por propio director, la decisión se tomó después de una exhaustiva búsqueda de la actriz que habría de protagonizar el filme, lo cual suena como buenas noticias para quienes siguen de cerca el mundo de Disney y en particular, para quienes recuerdan con cariño la película animada que data de 1989. No obstante, nos encontramos con la sorpresa de que, al menos entre el público de nuestro país, se desató una controversia por el color de piel de Halle.

Las opiniones vertidas apuntan a una conclusión común: Disney está radicalizándose por tratar de ser incluyente. Y es que, desde la perspectiva de muchas personas, que Ariel pase de ser una ilustración de piel blanca a una persona afrodescendiente es un cambio sustancial. A través de esta entrega, queremos invitar a reflexionar en torno a la carga que nuestra sociedad le da al color de nuestra piel y a las ventajas de apostarle a desdibujar las barreras de identidad racial.

Empecemos por compartir algunas cifras. De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2017), el 56% de la población mexicana considera que no se respetan los derechos de las personas afrodescendientes. Por poner un ejemplo, la propia encuesta revela que casi una cuarta parte de la población no la rentaría un cuarto de su casa a una persona afro. ¿Le suena que si no queremos cohabitar con personas afrodescendientes tampoco queremos verles en una película sustituyendo a una caricatura blanca?

En sintonía con lo anterior, hay que entender que la existencia de discriminación, condiciona el acceso a derechos y determina la situación estructural que viven muchos grupos poblaciones. Regresando a la encuesta citada, nos deja ver que las personas que se auto-identifican con tonos de piel más oscuros son, a su vez, quienes tienen menores niveles educativos y quienes se desempeñan realizando los trabajos menos remunerados en mayor proporción. En resumen, el color de nuestra piel sigue siendo un factor de discriminación importante y condicionante de privilegios en México.

De esta forma, desde nuestra perspectiva, el hecho de que Disney le apueste a quitarle importancia a la identidad racial de sus personajes es relevante porque, con el alcance que tiene como compañía, educará a las nuevas generaciones para el color de piel deje de ser un motivo de diferenciación, de forma que toda la niñez pueda verse reflejada en las vidas de sus personajes favoritos y en su adultez no replique los escenarios de discriminación hasta ahora existentes.

Y es que al final de cuentas lo que hace especial a Ariel es que es una sirena que no se rinde ante su sueño de conocer otros mundos, no que sea blanca ni pelirroja, ¿no cree?

Amicus, “Derechos Humanos por el cambio social”

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