Únicamente requerimos dos dedos de frente para darnos cuenta del fondo que contiene la truculencia operada  en Baja California Norte. 

No es una ocurrencia, de las muchas que ahora se acostumbran, maniobrada por los políticos oficiales de todos los niveles; tampoco se trata de una “puntada” que alguien lanzó para ver si pegaba.

Es una proyección experimental que despeja lo que ciertos partidarios de la eternización en el poder anhelan, avisoran o de plano quieren.

Tan sencillo como entender que si hubiese pasado sin pena pero con gloria el manoseo legal en B.C.N. quedaría abonado el terreno para llevar a cabo igualita operación a todos los niveles. Y entonces sí partidos y sus usufructuarios serían casi eternos en la ubicación que les tocara por pago, beneficio o complicidad.

Hubo elecciones para Gobernador en esa entidad. Ganó Morena para ejercer por dos años, la verdad es que sin reclamo de los grupos registrados que se presentaron a la contienda.

Hasta allí todo iba bien; pero, de repente, saltó una idea gigante: el Congreso local aprobó ampliar el periodo o mandato del futuro ejecutivo a cinco años.

Los legisladores de todos los partidos se tragaron esa enorme piedra de molino jurídica… ¡y aprobaron! Salvo un diputado que no por pudor político seguramente, sino para darle sabor al caldo, se abstuvo. Tal actitud, manifestó a la vista que fue complicidad silente.

Pero ocurrió algo más grave aún, que se corrió el rumor de que los curulecos aprobadores habían sido “maiceados”, incluso se mencionaron cifras en dólares, del reparto per cápita, naturalmente sin decir de dónde salió tan cuantiosa fortuna.

Dejemos en lo fantasioso y meramente anecdótico ese dato y pensemos que esos diputados obraron por una sana y arraigada convicción, sin perversión alguna ni asomo de algún plan amañado. 

Ahora bien, en este supuesto enfermo de ingenuidad, hemos de preguntarnos: ¿en razón de que el aumento de tres años para el ejercicio? ¿Cara bonita del electo, eficiencia de sobra anticipada, ahorro para evitar gastos con otra elección dentro de tres  años, mandar al diablo la estructura constitucional, demostrar que un órgano legislativo lo puede todo?

Por donde quiera que se le busque no hay un mediano ni torpe fundamento.
Lo que salta a la vista muestra un fondo maniobrero, o sea, que si lo de B.C. hubiera operado sin mayor escándalo, quedaría el terreno más que cultivado para operar el mismo procedimiento en otros niveles ejecutivos, un Alcalde por tres periodos, Gobernador por dos o Presidente de la República con ampliación de mandato. ¡Qué tal!
El escándalo, por fortuna, resultó descomunal por lo absurdo. Y claro que nadie metió las manos para sacar las castañas del fuego. 

Bueno, digo mal, porque legisladores, entidades de Gobierno, partidos, en la cúpula, aparecieron como sorprendidos y elevaron la voz en contra, hasta estos últimos manifestaron lanzar al fuego del infierno, o sea expulsar a los “transas”.

Con todo esto hay material para elaborar una novela política cuyo título podría ser: “Diversión para ingenuos”.

Nadie, con sus sentidos en orden puede creer que los partidos, su dirigencia cupular desde luego, el Congreso, la Secretaría de Gobernación, los órganos detectores de la Presidencia, ignoraran lo que se cocinaba en B.C.N.

No nos salgan con el cuento de que es otro tiempo y ahora se respeta la autonomía. Tan esto es mentira que ya salió el apresuramiento, con pelos y señales, para condenar el hecho.

La Comisión Permanente hasta elaboró un dictamen respecto de ese desaguisado político, condenándolo y hasta desautorizándolo. 

Los partidos, no todos a una como en Fuente Ovejuna, se aprestan a expulsar a sus diputados inmiscuidos. Pues ¿no que la autonomía?

En Gobernación se dio el mismo argumento con el hecho curioso que la titular, Olga Sánchez Cordero, como ex ministra de la Suprema Corte vio el suceso ilegal, pero como funcionaria… ¡Respetó!

El escándalo que se armó, con semejante desaguisado jurídico y legislativo, fue como un despertar del pueblo, sacudida de conciencia para la ciudadanía que, ha de advertir, los ensayos de los que buscan la manera de perpetuarse en el poder. 

Ya lo hacen con úkases disfrazados por medio de sus partidos que aplastan o, mejor dicho, anulan eso que es aspiración y se llama democracia o sea el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; pero ahora, como creen que son eternos, le hacen la lucha, queriéndole encontrar sólo tres pies al gato, para que la ley les dé permanente patente de corso.

Les recuerdo a los lectores que ya en otros tiempos se pretendió reelegir al titular del Ejecutivo Federal. Eran los tiempos del imperio alemanista (Miguel Alemán Presidente). Cuando el personaje regresó de una gira internacional, en varias avenidas del entonces Distrito Federal, se colocaron arcos enormes con flores con la idea de reformar la Constitución para que el señor repitiera. 

Fueron los sinarquistas de ese tiempo quienes derribaron, con muchas personas más, semejante tributo al que creían eterno.

Alemán luego vio de reojo a su pariente Fernando Casas Alemán (conocido por su medianía como “casitas”) quien tronó antes de tiempo. El veracruzano se decidió por otro veracruzano, Adolfo Ruiz Cortines. ¡Y así le fue a don Miguel!

Lo positivo de este grave suceso político está en que el laboratorio de Baja California Norte tronó como un aviso a tiempo de los desastres que preparan los grupos y mentes sobradas de ambición.

Si con el chapulinismo político y la reelección de diputados y alcaldes ya tenemos absurdo para rato, ¿cómo nos iría con esa perversión de aumentar los mandatos?

Meditemos y respondamos los ciudadanos despiertos.
 

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