Estoy en la ciudad de Guadalajara hoy viernes 26 de julio de 2019, me entero con tristeza, rabia e impotencia, al igual que sus habitantes que hoy muy temprano en el Municipio de Poncitlán, Jalisco, fueron atacados a mansalva el Fiscal Regional Gonzalo Huitrón Reinoso y sus escoltas; el ataque fue directo en plena carretera Santa Rosa-La Barca. El Fiscal murió y aún se debaten entre la vida y la muerte dos elementos de Policía Ministerial.
Días antes, en el Estado de Michoacán, fallecieron Martín Godoy funcionario titular de la Secretaría de Seguridad Pública de aquella Entidad, y otro pasajero, al desplomarse el helicóptero en que eran trasladados a un evento sobre seguridad y justicia. Aún no se saben las causas, pero fuera atentado o accidente, es en sí mismo un riesgo constante a sus vidas e integridad física el tipo de trabajo que desempeñan.
He escuchado comentarios de compañeros de trabajo, colegas, familiares y ciudadanos en general acerca del grupo de protección que mantienen cerca de ellos y los acompañan durante su trabajo y aún en horas de asueto a los funcionarios estatales de la Fiscalía General y de la Secretaría de Seguridad Pública, con un tono muy crítico y casi de coraje, ironizando que de ese tamaño ha de ser su temor; que porqué se metieron en eso; que ese es su deber y lo sabían; que deben correr el riesgo y no gastar tanto en su seguridad.
En realidad ignoran que el riesgo efectivamente es bastante, la delincuencia ha ido escalando niveles de violencia inusitados que no respetan ni la vida de niños, mujeres o ancianos; por ello no podemos tener autoridades tan cándidas que crean “no pasa nada” y anduvieran como en otras épocas, hasta paseando y tomando café en el jardín central, caminando sin vigilancia alguna, pues los problemas para la Institución serían inimaginables; es necesario que efectivamente estén protegidos de tal manera que inhiban cualquier tentación de atacarlos y si fuere inevitable, saber que cuentan con fuerza suficiente para repeler a posibles agresores que también sepan “se van jugando la vida propia”.
Si tuvimos la oportunidad de disfrutar de aquellos tiempos en que podíamos acompañar a los Procuradores de entonces como a Don Antonio Hernández García en tardes plácidas de comida y cantos; a Don Antonio Obregón a tomar café y caminar por el Centro o en la Plaza de San Diego.
En fin, placeres que ya no se pueden gozar y que abarcan ahora hasta a los familiares más cercanos a los funcionarios que responden al Estado en las áreas de Procuración de Justicia y de Seguridad Pública.
Con lo que está pasando en otras entidades federativas y la situación por la que atraviesa Guanajuato hacen muy bien en cuidarse y mucho.
Una cosa es correr riesgos y otra, exponerse abiertamente a la delincuencia. No critiquemos lo que no conocemos.