México ha manifestado su condena a los discursos de odio que llevaron al ataque contra la comunidad hispana en El Paso, Texas, hace unos días. Es triste ver cómo las palabras de un presidente de un país pueden permear en mentes de adolescentes con facilidad. Las autoridades dan por hecho que antes del tiroteo, el supuesto asesino de 21 años publicó un manifiesto en internet en el que mencionaba el discurso contra la migración del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y alertaba de una “invasión hispana en Texas”.

En un mitin en Florida, Trump preguntó a su audiencia qué podía hacer con los inmigrantes que llegaban a la frontera. Un tipo gritó “¡dispararles!”, y Trump festejó la respuesta con amplia sonrisa. Ahora alguien decidió hacerlo y se dirigió a El Paso a cumplirlo: “Disparar tantos mexicanos como pueda”.  

Trump ha alentado el desprecio contra mexicanos. Hemos vivido con su ofensiva declaración: “Cuando México envía su gente no envía a los mejores. Envía gente que tiene muchos problemas& traen drogas, crimen, son violadores y, supongo que algunos, son buenas personas”. 

En estas fechas cercanas a las elecciones presidenciales, Trump busca su reelección y se enfocó de nuevo en su ataque contra los mexicanos como estrategia política. Después de las lamentables masacres que tuvieron lugar en Estados Unidos, Trump cambia su discurso y declara: “Nuestra nación debe condenar al unísono el racismo, la intolerancia y el supremacismo blanco. Estas ideologías siniestras deben ser vencidas& el odio no tiene lugar en EEUU”.

Por desgracia el Presidente estadounidense no es el único en utilizar discursos de odio para dividir y ganar seguidores. López Obrador ha hecho lo mismo aquí en México atacando con adjetivos irrespetuosos, burlas y menosprecio a conservadores, neoliberales y determinados segmentos de la población, lo cual propicia desunión y odio entre las distintas clases sociales. 

El dicho que reza: “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar”, debe ser tomado en cuenta por López Obrador que en sus Mañaneras aprovecha el micrófono para antagonizar y polarizar entre grupos incitando al odio y desprecio de unos con otros. Tal vez aquí en el país no se llegue a tiroteos ejecutados por ciudadanos comunes como ha acontecido en Estados Unidos porque no es fácil adquirir armas como allá, pero sí se está generando un ambiente de desprecio y una división entre connacionales.

Me emocionó mucho ver que el cineasta Guillermo del Toro recibiera su estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood, pero mi emoción fue mayor cuando expresa con orgullo que es mexicano y gozoso portaba nuestra bandera. Así también se declaró inmigrante y finalizó con unas conmovedoras palabras que invitaban a unirnos: “Ahora, estamos viviendo un momento de mucho miedo y divisiones, porque para eso utilizan el miedo, para dividirnos. Lo utilizan para decirnos que no somos iguales, que no debemos confiar en nadie. Y esas mentiras nos hacen manipulables y que odiemos a los demás. Pero la cura es unirnos y darnos cuenta que esas diferencias son puras fantasías& Como mexicano, recibir esta estrella es un gesto que puede ser banal, pero en estos momentos es muy importante porque les puedo decir a todos los inmigrantes, de cualquier país, que deben creer que todo es posible y no en los obstáculos. No crean las mentiras que dicen de nosotros, crean en las historias que llevan dentro, que todos tenemos historias que contar y podemos contribuir en el mundo”& del Toro invitó a vivir sin miedo, a no caer en provocaciones y a permanecer unidos.

Un buen líder llama a la unión y a superar la polarización. Los gobernantes deben tener un rol motivador que saque lo mejor de cada ciudadano para vencer los retos que se tienen en el país, debe fomentar una cultura de paz y solidaridad y su discurso debe ser alentador.  Un buen presidente debe inspirar al trabajo y transformación de un México mejor dejando atrás diferencias y enconos y sumar voluntades para el bien común.

La declaración de Claudio X. González, de Mexicanos contra la Corrupción, encierra en un pequeño párrafo lo que debe ser el actuar de un gobernante: “El discurso de odio, que divide y polariza, no ayuda a combatir la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la inseguridad. Al contrario, puede resultar en tragedia, como en El Paso. Es el llamado a la unidad y la corresponsabilidad el que corresponde a un verdadero estadista”.

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