México tuvo un presidente emanado de Guanajuato y lo único que nos heredó fueron vergüenzas y desprestigio, en lugar de obras para presumir.

La presa de El Zapotillo es una prueba de ello.

Vicente Fox fue incapaz de cristalizar una obra IN-DIS-PEN-SA-BLE para el presente y futuro de la zona metropolitana de León, en lo que al abasto de agua potable se refiere.

Lo invito a pensar en obra pública o acciones que el Fox presidente haya heredado al estado durante su paso como Presidente de la República, y le va a costar trabajo. ¿A poco no?

Pero si nos ponemos a enumerar los escándalos, empezando por lo que se dice que hacían sus hijastros, no terminaríamos.

O por lo que pagaba por toallas.

O por los disparates que hizo y dijo.

O por cómo se sometió a George W. Bush, cuando ahora se critica tanto la sumisión de AMLO ante Trump.

Escupir para arriba sin darse cuenta es tan fácil, que los políticos no tienen memoria, pero aquí estamos nosotros para recordárselas.

La presa El Zapotillo, que garantizaría el abasto de agua potable a una gran cantidad de habitantes de Jalisco y a la zona metropolitana de León, está más atorada que la oposición al gobierno de la Cuarta Transformación. Y eso ya es mucho.

Por eso, Diego Sinhue, gobernador de Guanajuato, y Enrique Alfaro, mandatario de Jalisco, se acercaron a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para presentar al presidente López Obrador una propuesta técnica que dé viabilidad a la continuación del eterno proyecto.

No pudieron cristalizarlo ni Fox, ni Calderón ni Peña. ¿Ocurrirá con AMLO?, ojalá.

Lo que es un hecho es que la incertidumbre, que puede convertirse, literalmente en sequía, sobre algo tan indispensable como el agua, pudo haber sido evitado si tuviéramos gobernantes más eficaces y menos protagónicos y parlanchines como los que hemos tenido.

Particularizo en Fox porque nos engañó con su carisma y su retórica del cambio, las tepocatas y demás tonterías.

Pero a la hora de la verdad, sólo sacó al PRI de Los Pinos para, en los hechos, convertirse en un dinosaurio más.

El Zapotillo es prueba de ello: un elefante blanco, como los que construía el PRI, abandonado, parado, en medio de la nada, sin beneficio, que puede quedar en la nada. 

Mientras, en el medio, los ciudadanos, esperanzados en que el actual gobernador, bajo condiciones políticas desfavorables, pero con mejor oficio político que todos los acomodados que pasaron por el mismo sitio, ahora sí consiga lo que sus antecesores no lograron. 

Y en ese ejercicio, en el que están involucrados asuntos políticos, técnicos, económicos y sociales, emerge, una vez más, el factor ciudadano: ¿vamos a seguir votando por el personaje que nos diga lo que queremos escuchar o por el que nos proponga lo que necesitamos y nos explique cómo lo va a hacer?

La presa El Zapotillo es la muestra de los pésimos gobernantes que hemos tenido y la herencia maldita que puede salir tan cara al grado de que su familia o la mía, tengan cada vez más difícil conseguir agua potable para su casa o negocio.

¿Duerme tranquilo usted, señor Vicente Fox Quesada?, ¿cuántas deudas morales, profesionales y éticas tiene usted con “su tierra” -si es que tiene todavía algo de moral, profesionalismo y ética-?

Debería dejar de quejarse y expulsar espuma por la boca. Mejor haga autocrítica y ofrezca disculpas por todo lo que no hizo, a pesar de haber prometido el sol, la luna y las estrellas.

 

 El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborador de am en la Ciudad de México. 

 

Comentarios: [email protected]

 

Twitter: @memocrois

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *