Y, ¿el compromiso de tres presidentes de la República y gobernadores, de dotar agua de manera sustentable a León? 

El principal instrumento de los políticos es la palabra. Las campañas se convierten en concursos de vacua oratoria, que concibe a la política como la lucha entre discursos por alcanzar la preponderancia con el vehículo de la palabra fácil y falacias que compran voluntades y votos. 

En las campañas políticas, los ciudadanos se encuentran indefensos ante el embate verborreico de algunos políticos que, con mares de saliva, quieren vender a los ciudadanos paraísos perdidos. 

Las palabras se desgastan y pierden autenticidad, debido a su empleo publicitario, vacío y consumista. 

“Haiga sido, como haiga sido”, fue la falaz respuesta del presidente Felipe Calderón en una entrevista cuando lo increpaban por su dudoso triunfo electoral.

Seguramente, muchas veces habrán escuchado a los gobernantes salir a enfrentar hechos lamentables, como los de la inseguridad y promesas incumplidas, con argumentaciones que son verdaderos galimatías y que no los comprometen en nada, porque solo ofrecen hipérboles y florituras del lenguaje. 

Hace días, en Michoacán, asesinaron a 19 personas; el Gobernador citó a rueda de prensa y dijo: “Hay que cerrar filas, no podemos bajar la guardia, no daré un paso atrás, ¡no permitiré más crímenes de esta naturaleza!, como si los malosos pidieran permiso. 

Entonces, ¿dijo algo el Gobernador? ¡Noo, todo fue una perla de oratoria verborreica&! Estas perlas demagógicas se escuchan todos los días, en todos los órdenes de gobierno, donde lo sustantivo siempre está ausente.

Algunos gobernantes esperan enormes y engañosas vacuidades, debido a que la palabra va en sentido opuesto a la verdadera intención de su conciencia. 

¿Cuántas veces ha escuchado usted a presidentes de la República, desde Vicente Fox hasta Peña Nieto, y a los gobernadores correspondientes prometer el agua para León?

Por esta razón, a los políticos hay que considerarlos por sus palabras y evaluarlos por sus hechos. 

Pero, ¿dónde están las voces ciudadanas, los organismos cúpulas, algunos tan genuflexos, que exijan el cumplimiento de lo prometido?

Para poner en perspectiva el pobre contenido del verbo político, a continuación les daré algunas perlas de distinguidos miembros de la “clase política”, usted juzgue: Siendo secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella exclamó que en México “la pobreza era un mito genial”. 

Hoy existen más de 50 millones de mexicanos pobres. También, Herminio Blanco, secretario de Comercio en el sexenio de Ernesto Zedillo, lanzó la frase: “La mejor política industrial, es no tener política industrial…”.

El ex presidente Zedillo no se quedó atrás al decirle a una vendedora indígena: “No traigo cash”. 

El sexenio de Vicente Fox estuvo caracterizado por “lo que quiso decir el Presidente”; de tal manera, que tuvo que echar mano de un vocero especial, Rubén Aguilar, para traducir todos los días lo que quería decir el Presidente: “¿Por qué yo?”, le respondió a un parroquiano que le reclamaba sobre el rumbo de la economía. 

Su secretario de Economía, Fernando Canales Clariond, no se quedó atrás y dijo que no había por qué avergonzarse de que una persona estuviera desempleada, ya que “eso ocurría hasta en las mejores familias”. 

Pero, hay mucho más: A inicios de 2008, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, comentó sobre la desaceleración y el catarrito, que luego se convirtiera en mortal neumonía para la economía. 

Un año después, al ser cuestionado sobre esta declaración, dijo: “Ya no voy a hablar en términos médicos, soy doctor en economía, no en medicina”. 

Por nombrar alguna otra floritura más: “No te preocupes Rosario, hay que aguantar vara”, dijo Peña Nieto a la Secretaria de Desarrollo Social, cuando fue señalada por los fraudes en su Secretaría& Hoy está sola y en la cárcel por la Estafa Maestra.

La expresión por excelencia del pensamiento y los hechos que éste representa es el lenguaje verbal. 

La tesis fundamental del filósofo austríaco Wittggenstein es esta estrecha vinculación formal entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. 

Es decir, el lenguaje es el mundo, lo que no se puede nombrar, no existe o no lo conocemos. Sería interminable seguir narrando y describiendo el vacuo lenguaje de algunos políticos. 

No concuerda con la afirmación de Wittgenstein en el sentido de que aquello que se comparte mediante el lenguaje y el pensamiento (el mundo) es lógico, gracias a lo cual podemos describirlo y entendernos. 

Y, la verdad, no concuerda, porque los paraísos que vende la “clase política” no están en este mundo. 

Cuántas veces han escuchado la expresión popular de: ¿En qué mundo vivirá este gobernante? En este caso, habría que reclamar los derechos del silencio contra los altavoces de un lenguaje corrompido, contra autores teatrales de un lenguaje engañoso y manipulador&

“Haiga sido, como haiga sido”, el mejor tema para ilustrar todo lo anterior es el compromiso incumplido de dotar sustentablemente de agua a León. 

Es un vivo ejemplo de la facilidad con la que prometen los que aspiran a gobernar y la dificultad con la que cumplen cuando llegan al poder: Negligencias, frivolidades, evasivas, palabras sin contenido& 

Hacer creer es el arma de la política (la mala política), dicen los que saben& La historia usted ya la conoce, no se necesita abundar más en ausencias y pifias de los que nos ofrecieron el buey y la carreta. Somos una sociedad muy reverente ante el poder. Permisible y genuflexa. 

El lenguaje es uno de los dones más maravillosos del ser humano, pues permite comunicar ideas complejas y sublimes.

Debiéramos de pedirles a los políticos aspirantes, por lo menos congruencia, que usen el lenguaje con verdad y no para comprar la pobreza y seducir la imaginación de los que la padecen, vendiéndoles paraísos perdidos& 

Deben, algunos políticos, hablar menos y escuchar más& Los ciudadanos tienen muchas cosas que decirles y que exigirles.

O, como dijera el poeta y místico inglés, William Blake: “Habla silencio, ¿qué nos quieres decir&?”.

Este es un angustioso cuestionamiento: ¿El silencio debe hablar, o el habla debe guardar silencio&? Es decir, ¿los políticos deben de aturdir a la sociedad o deben escucharla? Qué hablen los ciudadanos y pregunten al presidente de SAPAL, a su diputado, senador, gobernador y presidente de México: ¿Y, el agua para León&?
 

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