Nos cae como patada en el estómago atestiguar lo que algunos pobladores hacen a nuestros soldados. Indigna verlos humillados e impotentes ante la altanería y los insultos de rufianes y rufianas que se sienten con el derecho de golpearlos, quitarles las armas y amarrarlos como si fueran ganado.
Eso “calienta”, como dijera López Obrador. Debemos exigir al Gobierno que puedan cumplir su misión de preservar la paz sin que les den la orden de sobajarse ante cualquier circunstancia, de someterse a injurias porque el “pueblo sabio”, sabe lo que quiere sin temor a ser sometido.
Para cambiar esto se le debe dar mayor poder a las Fuerzas Armadas. Una forma de cambiar nuestra cultura sería el regreso al Servicio Militar Obligatorio formal. Pero verdaderamente forzoso con dos años de prácticas castrenses dos días cada catorcena. Exigirlo a hombres y mujeres de 18 y 19 años, buena edad para aprender disciplina.
Hoy el Servicio Militar no tiene relevancia ni trasciende en la vida de la juventud mexicana. En países amenazados en su existencia misma como Israel es obligatorio y representa dos años de intensa capacitación marcial. Algunos jóvenes siguen la vida castrense y los demás pasan a ser reserva para casos de conflictos armados.
El Servicio Militar Obligatorio e irrenunciable para todos puede ser un proceso pedagógico más importante que cualquier cartilla moral. Si durante los años de servicio se les da educación cívica; orientación para una vida libre de drogas; deportes y especializaciones en defensa propia; manejo de armas y cultura estratégica y táctica para enfrentar conflictos, sería una enseñanza extraordinaria en el momento que más necesitan formación y disciplina.
Otra ventaja del servicio es reunir a jóvenes de diferentes orígenes, posición económica y cultural. Sería útil para desterrar el clasismo y la irresponsabilidad cívica de millones de muchachos que ven hacia abajo a quienes dan su vida para cuidar el Ser de la Nación, así, con mayúsculas. Sin las Fuerzas Armadas no somos país, no somos nación, no somos Estado.
Llámese como quiera: Guardia Nacional, Armada, Fuerza Aérea o Ejército. Sería mucho mejor invertir en una pedagogía cívica a través del Servicio Militar, que dispersar miles de millones de pesos gratis para que jóvenes ni estudien ni trabajen.
Nos falta disciplina en el país y el mayor problema es la seguridad pública anidada en la falta de apego a nuestras leyes. ¿Qué mejor forma de pasar por un reto irrenunciable de vida cívica? Y ahora que hablamos de igualdad, el servicio debe incluir a nuestras jóvenes porque el civismo y la defensa de la Patria no es exclusiva de los varones.
Otra ventaja del Servicio Militar (verdaderamente) Obligatorio sería que pueden surgir los cuadros de nuevos guardianes del orden. Todos los estados y todas las corporaciones policiacas municipales sufren por el reclutamiento de personal, a pesar de los incentivos económicos de mejor remuneración y prestaciones.
El amor por el servicio puede surgir en modernas instalaciones y aulas de primera línea donde se eduquen y recluten a los cadetes de excelencia. En México hay por lo menos 2 millones de hombres y mujeres de 18 años. Si todos cumplieran con dos años de Servicio Militar, tendríamos 4 millones de muchachos cercanos a las Fuerzas Armadas. Es una riqueza humana y una oportunidad única para crear cultura cívica como nunca antes. En eso sí hay que invertir.