Al igual que los anteriores presidentes, AMLO nos aplicará estos días, miles de spots para convencernos de que él está haciendo bien las cosas. Con un nivel de aprobación histórico que promedia un 70%, el Presidente presenta un Informe que tiene claroscuros, es cierto; pero que refleja una manera diferente de gobernar; la que aceptemos o no- ha satisfecho a las mayorías. Enormes contrastes con las frivolidades de Fox y de Peña, o con el discurso de la guerra de Calderón. Los primeros insensibles al pueblo pobre y éste, enfocado siempre al uso de la fuerza del Estado.
El hablar directo, como la gente del pueblo, desde el reverso de la historia, ha hecho que AMLO inaugure un estilo de liderazgo que las mayorías aceptan. Populismo es la referencia, pero claramente refleja una manera de “sentir” a México, harto diferente y que proviene de lo que parecía su principal debilidad y hoy es su mayor fortaleza: su sentir con las mayorías, de donde él proviene.
Ha acertado en priorizar en el presupuesto a los más pobres, -aunque el asistencialismo además de dar votos, solo genera dependencia-, pero nos ha puesto a mirar para otro lado a las clases medias. Con él, las mayorías empobrecidas han sido incluidas en el discurso oficial. Lejos están las frivolidades de Marta Sahagún y de La Gaviota y el lujo de la vida en Los Pinos.
Pero AMLO llega al informe con una economía en recesión. Debió pedir a Carlos Slim, el empresario más poderoso del País, que le arropara esta semana en su conferencia, frente a un entorno lleno de incertidumbre por parte de los inversionistas. Cerca y ya no lejos de la “mafia del poder”, pues oficializó en su Consejo Asesor a las televisoras y a los grandes capitales. Arropó a personajes impresentables del priísmo que la izquierda siempre denunció: Bartlett, Napo y Elba Esther. Bendijo a miles de ex priístas que forman parte ya de Morena.
Me preocupa que siga viendo hacia atrás y echando la culpa a los gobiernos del pasado, cuando necesitan nuestros jóvenes que el líder vea siempre para adelante. Me molesta su discurso de rencor y soberbia cuando sabe que los grandes capitales controlan la economía y que lo que hace es dividir ya al País entre “chairos” y “fifís”. Pese a todo, su diagnóstico sigue siendo acertado y vigente: la inseguridad es un reflejo de la descomposición social por la falta de oportunidades para las mayorías. Se trata, es cierto, de hacer inversión social y procurar leyes que favorezcan por fin, a las mayorías pobres.
Revisé los spots de esta semana y aunque son imprecisas e incluso falsas algunas sus afirmaciones (afirma que hay abasto de medicinas, que no subió la gasolina, que la economía va muy bien, que no hay corrupción, etc.), éstas, le llegan directo al pueblo. Los niveles de impacto entre los guanajuatenses también son altos; por sondeos locales, la mitad los ha visto o escuchado y tres de cada cuatro acepta que tiene razón el Presidente. Al 60% de los encuestados les agrada el estilo de comunicación “directo” y “sencillo” que tiene AMLO. Su figura desgarbada y bonachona tiene impacto positivo a diferencia de los políticos tradicionales con sus discursos huecos y frases acartonadas.
Lo que López Obrador inauguró en México, es un estilo de gobernar diferente y que le gusta a la gente. Ésta no sabe que es falso que se haya vendido el avión presidencial, pero lo pedía. Las mayorías no saben que fue un error cancelar el aeropuerto de Texcoco, pero lo festejan. El pueblo desconoce que los sueldos de los burócratas federales siguen intactos, pero sabe que el Presidente ya gana menos que todos y le aplaude. Le dice a la gente que “vamos requete bien” cuando la economía está detenida con crecimiento cero. Afirma que miles de soldados cuidaban al Presidente y ahora no, lo que es falso. Pero le creen al hombre sencillo que viaja en el mismo Jetta blanco.
Son solo simbolismos, es cierto; muchos falsos. Pero lo que no entienden los políticos del PRI y del PAN, es que ya AMLO abrió otro estilo de gobernar y que está marcando los tiempos. Lo que muchas de las clases altas tampoco han comprendido, es que la estrategia, -ya en el discurso, ya en los hechos-, de priorizar resolver desde la raíz la inseguridad, es diferente. Que enfocarse a la pobreza de las mayorías va en contra del discurso del uso de la fuerza que usaban los anteriores Presidentes. Y que es a final de cuentas, la verdad social, es gobernar, desde el reverso de la historia.
* Director de la Universidad Meridiano