El presupuesto federal presentado el domingo y explicado ayer por el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, tiene el optimismo necesario para creer en un periodo futuro de mayor crecimiento. Peca de nuevo con números alegres. Veamos.

Para gastar 6.1 millones de millones de pesos (billones), Hacienda tendrá una tarea formidable de recaudación y necesita el beneficio de la diosa fortuna con buenos precios del petróleo y una producción de crudo aumentada en 18%. De 1.6 millones diarios de extracción pasamos a una meta de 1.9 millones. Un viaje de regreso a 1982, el último año con ese tamaño de expansión. Ahora sin el regalo de Cantarell, el yacimiento más grande encontrado a flor de mar somero en los tiempos de la “abundancia”.  

Las estimaciones económicas siempre son variables, tanto como el pronóstico meteorológico. Sin embargo tienen la utilidad de toda previsión. 

En la conferencia de prensa de ayer vimos en Herrera a un experto en economía, escuchamos a un hombre preparado y sencillo explicar el tamaño del gasto público para el 2020. Alguien con los conocimientos ausentes en la mayoría de sus colegas de gabinete. 

Hace poco menos de un año, después del triunfo de AMLO, discutíamos con economistas cercanos a la nueva administración los pronósticos. Entonces lancé una cifra en contraste a los planteamientos oficiales. El crecimiento de 2019 sería cercano a cero. Había pasado la tragedia de la cancelación de Texcoco. Un hecho político inédito desde la nacionalización de la banca. 

La intuición marcó esa cifra porque la confianza de los inversionistas se derrumbaría con el efecto nefasto en el crecimiento. Los representantes de Alfonso Romo no creían en la cifra. Insistían en al menos un 1.5 o 2%.

La inercia económica detendría poco a poco a un tren sin máquina de tracción por la impericia de la administración explicada con puntualidad por Carlos Urzúa en su renuncia a la Secretaría. Así sucedió. 

El secretario Herrera anuncia un crecimiento de entre 0.6 y 1.2% para este año. Imposible. En el primer semestre apenas superó el 0% y en el segundo puede lograrse un 0.5%. El promedio rodará entre el 0.3% y el 0.5%, cuando mucho. 

Para el 2020 Hacienda debe mostrar un rostro feliz, feliz, feliz, porque es la tónica del Presidente, es su deber. Nunca un funcionario de Hacienda en México puede pronosticar sacrificio, sangre, sudor y lágrimas. Por eso sus pronósticos van del 1.5 al 2.5%. 

Una previsión más realista sería el 1% y ya. La razón es política y no económica. En el presupuesto no hay incentivos importantes a la productividad. 

Mucha asistencia social, mucho reparto a zonas pobres sin proyectos de largo plazo. Llama la atención el monto dedicado al Tren Maya (una mafufada) de 2 mil 500 millones y 3 mil millones para el mejor proyecto, el Tren del Corredor Interoceánico con enlace del Golfo y el Pacífico. 

Un negocio inmenso si logra competir con el Canal de Panamá, si le roba algo del mercado de transporte entre la costa Este y Oeste de Estados Unidos. 

El proyecto del aeropuerto de Santa Lucía apenas recibirá unos 5 mil millones de pesos, ni siquiera el 5% del precio de esa aberración. Hay desánimo presupuestal para ese capricho. Esperemos renuncien a su construcción en favor de la razón. (Continuará)

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