Desde que a principios de esta década comenzó en Michoacán la guerra entre las autodefensas y Los Caballeros Templarios, el Cártel Jalisco Nueva Generación, liderado por Nemesio Oseguera, “El Mencho”, vio abrirse una ventana de oportunidad que le iba a permitir tomar el control del estado.
El Cártel comenzó a financiar con armas, dinero y vehículos a los grupos que combatían a Los Templarios. Al mismo tiempo, el líder de las autodefensas, José Manuel Mireles Valverde, actual subdelegado del ISSSTE en la entidad llevado al cargo con la venia del presidente López Obrador, abrió las puertas del movimiento armado a miembros del crimen organizado que fueron conocidos como “los perdonados”.
Las autodefensas se vieron infiltradas entonces por gente del CJNG, y por prófugos de La Familia Michoacana, los Zetas y los propios Caballeros Templarios. Desde aquellos años sonaba en voz baja el nombre de Miguel Ángel Gallegos Godoy, “Migueladas”, señalado como el hombre atrás de las autodefensas de La Huacana y Múgica. En la Tierra Caliente afirman que andaba en relaciones sospechosas desde que Osiel Cárdenas Guillén envió a Los Zetas a coordinar los envíos de droga desde el puerto de Lázaro Cárdenas.
Fuentes del Gobierno federal afirman que su ascenso se dio en dos vías. Como empresario melonero que financió campañas políticas de gobernadores, y luego impuso presidentes municipales, legisladores y funcionarios en las áreas de justicia y seguridad. Al mismo tiempo, entró en relaciones con los líderes de la Familia Michoacana.
Los reportes disponibles indican que “Migueladas” se involucró en la producción de drogas sintéticas. Cuando La Familia Michoacana se escindió, se había convertido en un sólido líder regional. Un reporte del Gobierno de Michoacán lo ubica en esos años como “el principal soporte financiero de Los Templarios y responsable de las relaciones políticas de la organización con diversos funcionarios de los tres órdenes de gobierno”.
De acuerdo con el documento, Gallegos tiene actualmente “el control de la venta y distribución de drogas hacia el extranjero, así como nexos con otros grupos delincuenciales que operan en Michoacán”.
Funcionarios que le siguieron los pasos en el sexenio anterior indican que el secreto de Migueladas es que siempre actuó a través de su operador Ulises Sánchez Garibay, “El Inge” o “El Ingeniero” (detenido en agosto pasado), y del responsable de su brazo armado, un sujeto corpulento apodado “El Rhino”.
En mayo de 2014, sin embargo, el párroco de Apatzingán, Gregorio López, reveló en una entrevista que “Migueladas” “es el capo más protegido y custodiado por el gobierno de Michoacán, porque financia campañas políticas”. Según el párroco, Gallegos mantenía un bajísimo perfil: “No aparece en los medios, tiene mil trabajadores y genera empleos, por eso el gobierno lo protege”.
Un año más tarde, la entonces senadora María Luisa Calderón Hinojosa lo señaló como el verdadero jefe de los Templarios y “el sucesor de La Tuta”. Según el periodista José Reveles, “Migueladas” había aportado 17 millones de dólares a la campaña del gobernador Fausto Vallejo.
Cuando Los Templarios fueron aplastados, Gallegos se alió con Luis Antonio Torres, “El Americano”, para formar la organización conocida como La H3. El grupo duró poco, “Migueladas” se asoció entonces con los Viagras y, según el reporte citado líneas arriba, en 2017 pasó al Cártel Jalisco.
Los trabajos de inteligencia más recientes indican que a “Migueladas” le responden siete diputados locales, que tiene en la bolsa a alcaldes de diversos municipios. “Migueladas”, dicen los reportes, es “la nueva Tuta”: el nuevo rey de la droga en Michoacán. Controla los caminos de Tierra Caliente y las cuotas ilegales que el crimen cobra a aguacateros, limoneros y productores de melón.
Hoy protagoniza una guerra con los Viagras que ha llenado de sangre Michoacán y que, por mala fortuna y ausencia de estrategia, no tiene visos de terminar. Allá, todo está como al principio.