El PRI ya no tiene remedio, al menos con Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del CEN nacional. Los priístas lo sabían desde antes de elegirlo porque el periódico Reforma delató su fortuna inexplicable. La casa de 46 millones y sus propiedades son fáciles de identificar y lo ubican en el área prohibida del enriquecimiento inexplicable. Así lo eligieron. No les pareció un riesgo. 

En su lugar tenían la magnífica opción de un hombre limpio, culto y talentoso, el ex rector de la UNAM, José Narro Robles. Era la última llamada. No entendieron. 

Quien denunció a “Alito” fue otro ex gobernador priísta: Ulises Ruiz, de Oaxaca. Él libró una durísima lucha contra la CNTE al final del sexenio de Vicente Fox. La Coordinadora lo quiso tumbar pero Ulises resistió. Aún recordamos los gritos de “Ulises ya cayó, Ulises ya cayó”, pero resistió. Ahora él quiere fulminar a Moreno con una denuncia ante la Fiscalía General de la República. 

Si la FGR hace su trabajo, el presidente del PRI tiene que renunciar para enfrentar el proceso. Como dicen los expertos del Box: “Alito” está tocado. Su partido no resistirá el fuego amigo y el enemigo. 

Pero eso no termina ahí. Si la Fiscalía inicia el proceso contra el líder priísta, le sería imposible no atender las demandas en contra de Manuel Bartlett, otro ex gobernador beneficiario de la última etapa hegemónica de ese partido. 

En una reunión de contadores, explicaba un experto en derecho fiscal el alcance de las nuevas leyes contra la facturación fraudulenta, adelantando los resultados de la “Extinción de Dominio” con los riesgos para los contribuyentes. Lo sorprendente, dijo, es que los principales consumidores de facturas falsas son los funcionarios públicos. El 90% están ahí, en compras inexistentes como la Estafa Maestra, en concursos amañados y en adquisiciones múltiples, los políticos de alto nivel encontraron un oasis para enriquecerse. 

Los más burdos, como Javier Duarte, asaltaron la caja y sustrajeron, sin más, los fondos públicos. Los más listos (como en el sexenio pasado en Guanajuato) tuvieron compadres cercanos metidos en los procesos de compra y multiplicaron su patrimonio por 10 o 20 veces en un sexenio. 

Si la actual administración quiere de verdad cambiar la herencia negra del PRI y no parecerse tanto al viejo dinosaurio, debería comenzar de arriba hacia abajo. Es un clamor popular. Si Peña, Bartlett, César Duarte, Juan Manuel Oliva, Alejandro Moreno y otros se pasean tan campantes por el país, nadie creerá ya en una transformación real. Si toda la batería va contra la iniciativa privada, el Gobierno tendrá dificultades para ganar credibilidad e incentivar la inversión.

En el pecado de omisión de la lucha para cambiar a México, “sin odio ni violencia”, el PAN perdió la autoridad moral. Tuvieron doce años para establecer una nueva legalidad pública y privada. Olvidaron las promesas de combatir la corrupción y la toleraron sin un solo pez gordo atrapado. 

Nunca tuvieron la voluntad de cambiar de verdad a México. Tal vez no robaron como Peña Nieto o Salinas de Gortari, pero jamás movieron un dedo en contra de la cleptocracia. Ni con un pétalo tocaron a Elba Esther Gordillo o a Carlos Romero Deschamps ni a nadie. Esa omisión y la enooorme desvergüenza del anterior sexenio llevaron en hombros a Andrés Manuel López Obrador al poder. Ya sabremos si la Fiscalía tiene verdadera independencia.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *