Las leyes, reglamentos y normas, establecen las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud. Regulan los procesos y procedimientos a realizar en las instituciones de salud públicas y privadas, el proceder de los prestadores de servicios, la infraestructura, equipo, instrumental e insumos necesarios para realizar lo que en conjunto se denomina atención sanitaria.

Sin embargo, existe un concepto que es imprescindible tomar (o retomar) para un mejor funcionamiento de los sistemas de salud: las políticas públicas.

De manera general, las políticas públicas en salud son una serie de disposiciones para proteger la salud de las personas ante riesgos sanitarios, fomentando la participación conjunta del gobierno y la población para la toma de decisiones y acciones relacionadas a programas preventivos, diagnósticos, terapéuticos y de rehabilitación, promoviendo una cobertura universal y la prestación eficaz de servicios. Son una serie de principios que orientan la toma de decisiones para obtener resultados racionales.

En el caso de la medicina transfusional, específicamente en la donación de sangre, no existen políticas públicas definidas, lo que ha ocasionado la perpetuación del atraso de México con respecto a otras naciones en materia de la garantía de un abasto seguro y suficiente de sangre y sus componentes.

Es sabido que el esquema de donación en nuestro país es por “reposición”, es decir, el acudir a donar únicamente por la necesidad de sangre de algún familiar, amigo o conocido, debido a alguna condición clínica y no por “altruismo”, que es donar por el simple hecho de querer ayudar sin esperar ningún tipo de retribución, excepto la sensación de bienestar por realizar una labor social positiva.

El panorama no ha mejorado en los últimos años y, alejados de la meta solicitada por la OMS para sus países miembros de lograr el 100% de las donaciones provenientes de donadores voluntarios no remunerados (no superamos el 5%), el futuro de este problema de salud pública y asunto de seguridad nacional no es nada alentador.

La información incompleta, incorrecta e inoportuna con respecto a los criterios de aceptación y rechazo, la perpetuación y propagación de mitos en la población general por falta de capacitación y sensibilización para personal de salud sobre este tema, falta de accesibilidad a los servicios de sangre, burocracia anquilosada y una tremenda desatención a esta problemática, mantiene alejados a los donadores potenciales y mantiene alejado el horizonte de mejoría en este tema de salud.

El esquema de solución sigue siendo el mismo a través de campañas aisladas con resultados mediocres o esfuerzos dispersos bien intencionados pero de alcance limitado. 

Las necesidades y expectativas de los usuarios no se conocen, los alcances de las instituciones para la atención en medicina transfusional son inciertos y no existe la definición de los mecanismos de educación, motivación, reclutamiento y retención de donantes de sangre voluntarios y altruistas. 

El camino a tomar en los próximos años para atender esta problemática de salud nacional debe estar definido, sustentado y plasmado en el Plan Nacional de Salud y en el resto de documentos que de él se desprendan, con una participación real y continua de los organismos rectores en medicina transfusional para la homologación de esfuerzos en pro del cumplimiento real de objetivos y metas sustanciales.

En salud, no es suficiente ser bien intencionados. Se requiere una planeación y ejecución formal de políticas públicas para el logro de objetivos coherentes.  

 

* Médico Patólogo Clínico

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